En Justicia para saber qué carga de trabajo tiene un determinado juzgado se utilizan los ratios, que no es más que el número de asuntos que se considera razonable que asuma un juzgado en un año. Cuando esa cifra se supera, se entiende que los juzgados están saturados. Es lo que ocurre en muchas ciudades en los juzgados de violencia contra la Mujer. En ocasiones el ratio asciende más allá del 200 por ciento.
Es decir, en la actualidad, muchos jueces y juezas de violencia están sobrecargados. Una circunstancia que empeorará a partir del viernes, cuando asuman todas las competencias en violencia de género (violencia sexual, trata, matrimonio forzoso, mutilación genital femenina y acoso).

Lo saben bien las víctimas que llevan años denunciando la saturación del sistema judicial y cómo afecta a las mujeres que denuncian violencia de género. Conocen demasiados casos donde esta dilatación de los procesos no solo deja a las víctimas y a sus hijos e hijas desprotegidas, sino que afecta a su salud mental.
Vivir en el limbo
Ana Bella, de la fundación que lleva su nombre, lo ha sufrido en sus propias carnes y conoce infinidad de casos. “No dan a abasto. Las medidas provisionales tienen que estar en un periodo máximo de un mes, a mi me tardaron nueve meses. Hay mujeres que llevan dos años sin medidas provisionales, no puede ser. Dejar en un limbo la custodia de unas criaturas, la pensión de alimentos no tiene sentido, así surgen más problemas”.
Coincide en su análisis, Ezequiel Alcalde, abogado especialista en violencia de género y que recorre juzgados por todo el territorio. Cree que la saturación depende de cada ciudad, pero es algo bastante común. De hecho, lleva casos donde la fecha de juicio en el juzgado penal es de 16 meses o un juicio por un quebrantamiento lleva un retraso de más de dos años.

Gregorio Gómez, de la asociación Alma asegura que en Extremadura “en algunos casos son 6 meses lo que tienen que esperar una víctima para su cita en Instituto de Medicina Legal y se le haga un análisis de su situación, imagínate. Todo va en detrimento del bienestar de las mujeres. Hay que tener en cuenta que alargar todos los periodos, todos los procesos sin unas medidas cautelares en condiciones es dejar a las víctimas en un limbo, sobre todo cuando hay crío por medio”.
“¿Alguien tiene en cuenta la vivencia devastadora del tiempo de espera?”
No solo es una cuestión de celeridad, los efectos de la espera son nefastos para las víctimas. Chelo Álvarez, de la asociación Alanna explica las consecuencias de estas dilaciones. “El miedo, la ansiedad se van a desencadenar al saber que van a revivir los hechos. Lo que las sitúa en un estrés mantenido, un estado de alerta continuado, que puede sobrepasarlas. La dilatación en el tiempo del juicio va a ocasionar sintomatología del trastorno de estrés postraumático: insomnio, híper vigilancia, dolores estomacales, cefaleas, desórdenes alimenticios, y otros. ¿Alguien tiene en cuenta que el trauma es inmenso? ¿Alguien tiene en cuenta la vivencia devastadora del tiempo de espera? La justicia olvida en demasiadas ocasiones, ya no solo la perspectiva de género y, sino la perspectiva del trauma en los procesos judiciales en casos de violencia machista”, subraya Álvarez.
Olga Caldera, de la asociación AMAR, cree que esta saturación de los juzgados “afecta de una manera muy negativa a las víctimas. Desde la primera declaración hasta la vista pueden pasar años y en ese tiempo no tienen orden de alejamiento, el maltratador intenta que le retiren la denuncia, ellas están vulnerables, empiezan a ver los fallos del sistema, pierden credibilidad en los juzgados, les generan desconfianza y empiezan arrepentirse de haber denunciado. Sienten que la justicia no las protege y además, si hay niños de por medio, ellos también sufren la presión, se les instrumentaliza para hacer chantaje a la madre, presionan para que quite la denuncia, les utilizan para amenazarla, etc. Si fuese un periodo más corto de tiempo, el sufrimiento, la ansiedad, las presiones se reducirían bastante”, señala.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.