“Quiere matarme, llama a la policía”, el SMS que la salvó de estar muerta

A ella y a sus hijos. Su ex los secuestró el 3 de octubre, en Francia. Gracias al mensaje de socorro que envió, la Policía los localizó y evitó la tragedia: "Estaba acorralado y temimos lo peor"

Un aplauso espontáneo. Es lo que han recibido los investigadores de la UFAM tras contar el periplo sufrido por una joven de 23 años y sus dos hijos -de tres y uno- durante los trece días en los que recorrieron miles de kilómetros con su secuestrador, desde Francia hasta un destino ignoto. Presuponen que Argelia, pero los agentes de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer no lo saben con certeza. Su única evidencia durante las 25 horas contrarreloj que tardaron en interceptarlos era que estaban ante una bomba de relojería. “Él estaba en una huida desesperada hacia delante”, destaca el comisario Javier de Pedro: “¿Qué iba a hacer cuándo se viera acorralado sin salida? Eso nos preocupaba muchísimo y por eso se llevó a cabo una actividad policial febril”.

El rescate fue en Málaga, con un plan alternativo por si el primer acercamiento fallaba. Pero no han entrado en detalles. Tampoco en recursos empleados. “Todos cuantos teníamos a nuestra disposición”, ha explicado De Pedro. En estos casos, la imprecisión es sinónimo de máxima entrega. Se aprecia incluso en el tono con el que el jefe de la Brigada premia a los suyos, pero sobre todo a ella: “El comportamiento de la mujer ha sido admirable”. No sólo porque contuvo como pudo a una fiera, sino porque halló la manera de aprovechar un descuido para avisar de su situación.

El SMS liberador

“Il veut me tuer, appelez la police”. Es el mensaje que consiguió teclear rauda a una amiga suya en Francia, y que llegó a España, convencidos como estaban de que habrían cruzado la frontera. “Quiere matarme, llama a la policía. Sólo la policía puede salvarnos”, acertó a escribir escuetamente en cuanto su captor se despistó. No fue fácil. Los trece días que duró el secuestro apenas salieron del coche. Comieron y durmieron, tiraron deshechos, cual vertedero y baño… Cuando los interceptaron, el interior era una montaña de restos de comida, basura y juguetes. Un osito sucio de peluche asoma en el retrato de un interior insalubre hasta el extremo. “Una persona que está dispuesta a hacer pasar por eso a sus propios hijos es capaz de tomar cualquier decisión”, recalca De Pedro tras confesar que ese temor marcó desde el minuto uno la ‘Operación Giro’.

La mujer y sus hijos estuvieron secuestrados durante trece días en este coche

Más de dos mil kilómetros sin saber bien las intenciones últimas. Desde el inicio, el viaje presagiaba lo peor. Recién separados, él aprovechó una visita pautada con los pequeños para llevárselos a los tres, saltándose la orden de alejamiento. Al volante ella, con él apuntándola todo el tiempo con un cuchillo. En los asientos traseros, sus hijos de uno y tres años. De repente, se vieron atrapados en un road trip infernal con un demonio; su propio padre: 24 años, violento y desesperado.

“Había indicadores que nos preocupaban especialmente”, apunta el comisario revelando cual es el que desata las alarmas por encima del resto: “La había agarrado del cuello en varias ocasiones. Para nosotros, en el ámbito de la violencia de género, ese es un dato fundamental. Es un acto frustrado que muchas veces aparece reflejado en víctimas que acaban siendo asesinadas por sus agresores. Y todo indicaba que era una situación de máximo peligro. Ya no estaba razonando de forma adecuada”. La contundencia de estas palabras apenas refleja el horror real al que se vio sometida.

Golpeada y violada

No todo ocurría dentro del coche. A veces la violó dentro, con sus hijos detrás, llenos de picaduras de chinches y mosquitos, “síntomas de agotamiento extremo, deshidratación, desnutrición… Estaban en estado de shock cuando los encontramos”, destaca María Fernández, investigadora de UFAM Central. Pese a crecer en un ambiente hostil, la vivencia de estos trece días supera lo anterior. “A los niños les costaba comprender lo que les había pasado”, señalan los investigadores, sabedores de a qué se enfrentaron realmente. “Él controlaba todas las comunicaciones. La tenía totalmente aislada y adoptaba muchas medidas de seguridad. Cuando detecta que ha enviado el mensaje le rompe el móvil”.

Así quedó el móvil cuando descubrió que ella había alertado a su entorno

Incomunicada por completo, a partir de ese momento su destino quedó al amparo de la volatilidad de su expareja. Alguien que se volvió más violento tras ser consciente de la maquinaria policial que se le venía encima por haber bajado la guardia en una de las ocasiones que paró a comprar comida. Nada suculento ni sustancioso. Los niños se alimentaron durante casi dos semanas de galletas, pasteles, pan y atún enlatado. “Borra todo para que no vea nada”, le especificó a su amiga asumiendo su exiguo margen de acción. Y confiando. Todas sus esperanzas estaban puestas en ese mensaje destinado en última instancia en caer en manos de la policía. Y así llegó a la UFAM.

Mensaje a las mujeres

”Pueden confiar en nosotros”. De Pedro es consciente de que este caso es el ejemplo perfecto de cómo actúa su unidad: “Quiero insistir y mandar un mensaje de confianza a cualquier mujer que esté pasando una vivencia similar. La comunicación directa con la policía es lo que le ha salvado posiblemente la vida”. A la joven madre y a sus hijos. ¿De haberla matado, qué habría sido de ellos? Ni siquiera los investigadores sabían a ciencia cierta que seguían en el interior del coche  “hasta que lo paramos”, señala Fernández. “En el momento en que vimos que podíamos garantizar la extracción conjunta de los niños y la mujer, sin ponerlos en peligro y deteniendo al secuestrador, lo hicimos”, añade el jefe de UFAM Central, orgulloso del resultado de un operativo especialmente complicado.

La Policía intervino ‘in extremis’ porque existía el riesgo evidente de que pudiera matarlos

Hemos evitado una tragedia”. La primera en reconocerlo es la víctima, que vio con alivio inmenso cómo se acabó de golpe el calvario cuando los agentes se llevaron engrilletado a su ex, secuestrador y padre de sus hijos. El mayor, de tres años, agarra la mano de un agente que empuja también el carrito. Es la imagen que han difundido del rescate, cuando al fin caminan juntos en dirección a la consulta médica, lejos del coche y del calvario vivido en su interior. Lleva el pantalón sucio y la mirada puesta en la espalda de su madre que va delante, con su hermano en brazos. Mientras a esa hora su padre es conducido al calabozo, acusado de tentativa de homicidio, agresión sexual agravada y prolongada, detención ilegal, acción judicial internacional, violencia machista y doméstica, invasión de la intimidad y daños. Todo ello a ojos de la justicia española. Con lo que le queda un periplo largo que recorrer por el que su exmujer, libre al fin de peligro, solo tiene palabras de agradecimiento a los agentes. El aplauso que suena en la sala de prensa también va por ella.