El Premio Planeta 2025 ha vuelto a demostrar que la literatura contemporánea no necesita esconderse tras grandes artificios para llegar al corazón del lector. Este año, las dos obras finalistas del Premio Planeta han dejado una huella que trasciende el brillo mediático del certamen.
Por un lado, Vera, una historia de amor, de Juan del Val, un relato sobre el deseo, la culpa y la libertad de empezar de nuevo. Por otro, Cuando el viento hable, de Ángela Banzas, un drama de memoria y secretos familiares ambientado en la Galicia rural de la posguerra.
Dos miradas distintas —una más íntima, otra más trágica— que dialogan entre sí a través de un mismo impulso: el de entender qué nos ata y qué nos libera.
Juan del Val y la reivindicación de lo popular
El escritor y comunicador Juan del Val ha ganado el Premio Planeta con Vera, una historia de amor. Una novela que no busca esconder su sencillez narrativa ni su vocación de llegar a muchos. En ella, el autor construye un retrato de una mujer madura que decide romper con la rutina y con el peso de lo que se espera de ella. Su vida, marcada por un matrimonio sin emoción, da un giro cuando conoce a un hombre más joven que le devuelve la sensación de estar viva. Lo que podría parecer un simple argumento romántico se transforma en una historia sobre la libertad de decidir, el paso del tiempo y la fragilidad del deseo.
Del Val ha defendido que la literatura “no debe ser elitista”, y que el éxito popular no está reñido con la calidad literaria. En su discurso al recibir el galardón, reivindicó una literatura accesible, capaz de emocionar sin imposturas. Vera, una historia de amor es, precisamente, eso: una novela escrita desde la cercanía, con un estilo directo, sin adornos innecesarios, pero con una mirada honesta hacia los dilemas de la vida moderna.

El jurado ha destacado su habilidad para tratar el amor con madurez y sin idealismos, dibujando una protagonista que no busca ser heroína, sino simplemente dueña de su propia historia. En tiempos en los que la ficción tiende al exceso o la provocación, Vera, una historia de amor apuesta por el reconocimiento emocional, por la ternura y por esa clase de verdad que solo se encuentra en los detalles cotidianos.
Detrás del ruido mediático que siempre rodea al autor —colaborador habitual en televisión y figura reconocible del panorama cultural español—, hay una voz literaria que entiende el pulso del lector contemporáneo. En cierto modo, su triunfo también es el reflejo de un Premio Planeta que sigue mirando al gran público, consciente de que las novelas capaces de conectar con miles de personas también merecen ser premiadas.
Ángela Banzas y el susurro de los secretos
Si Vera, una historia de amor es una historia de amor y redención, Cuando el viento hable, la obra de Ángela Banzas, finalista del certamen, es una historia de memoria, silencio y heridas familiares. Ambientada en la Galicia rural de la posguerra, la novela sigue a Sofía, una mujer que, tras ser hospitalizada, descubre la existencia de una hermana gemela de la que nadie le había hablado. A partir de ese hallazgo, comienza un viaje hacia el pasado, donde se esconden los secretos más oscuros de su familia y del propio hospital que la acogió.
La escritora gallega, que ya había destacado por su estilo poético y su sensibilidad en títulos como El silencio de las olas, construye aquí un relato que combina la intriga, el drama histórico y una profunda carga emocional. En palabras de la propia Banzas, la idea nació de un recuerdo de infancia: el de una niña enferma con la que compartió habitación en el hospital y a la que nunca volvió a ver. De esa ausencia nació una necesidad de escribir sobre la pérdida y la identidad, sobre las vidas rotas por los silencios que otros imponen.
El jurado ha definido Cuando el viento hable como un drama con tintes góticos, lleno de atmósferas densas y de un lirismo contenido. Cada capítulo avanza como si el viento —ese que da título a la obra— arrastrara las voces del pasado. Las descripciones del paisaje gallego, la presencia constante del mar y la niebla, y el contraste entre lo rural y lo sobrenatural dotan a la novela de una belleza melancólica y atemporal.
Dos caminos hacia la verdad
Aunque sus tonos y estilos son muy distintos, ambas finalistas del Premio Planeta comparten una raíz común: la búsqueda de la verdad personal. Vera, una historia de amor lo hace desde el amor y la libertad. Cuando el viento hable, desde la memoria y el perdón. En las dos late una tensión entre lo que somos y lo que los demás esperan que seamos, entre la obligación y el deseo.

En el caso de Del Val, el desafío está en romper con las estructuras emocionales que encadenan a su protagonista. Y en el de Banzas, la lucha es contra la memoria y la imposición del silencio. Mientras Vera, una historia de amor nos habla del presente —de cómo sobrevivir a la rutina sin perder la pasión—, Cuando el viento hable nos recuerda que no hay futuro sin enfrentarse al pasado.
Estas dos novelas finalistas del Premio Planeta, tan dispares como complementarias, muestran también la diversidad de registros que este certamen busca reconocer. La obra ganadora apuesta por la emoción directa y la conexión inmediata con el lector. La finalista, por el contrario, invita a la introspección, al misterio y a la contemplación. Juntas trazan un retrato del panorama literario español actual: plural, emocional y con un pie en la tradición y otro en la modernidad.