Victoria's Secret Fashion Show 2025

¿Se han reinventado realmente los ángeles de Victoria’s Secret?

De la mano de Karol G, Missy Elliott y las modelos más icónicas de la casa, la firma ha celebrado esta madrugada su desfile anual

Gigi Hadid en el desfile de Victoria's Secret

Hubo una época, no tan lejana, en la que el Victoria’s Secret Fashion Show era el equivalente a la Super Bowl de la lencería: alas de dos metros, piernas infinitas y una estética que parecía salida de un sueño corporativo. Luego llegaron las críticas, los escándalos, el #MeToo… La marca desapareció del mapa durante seis años, hasta que, como todo en la moda, el pasado año volvió con el propósito de reinventarse.

Esta madrugada, a las 2 am hora española, en Brooklyn (Nueva York), el Victoria’s Secret Fashion Show 2025 fue una mezcla entre la nostalgia y el intento desesperado por demostrar que ahora sí lo entienden todo. ¿Pero ha calado realmente el mensaje? ¿Ese en el que la sensualidad ya no se vende como promesa, sino como propiedad?

La puesta en escena fue pura teatralidad; con luces rosas, pantallas interactivas, un público estratégicamente diverso (una influencer aquí, una atleta allá, un par de editoras fingiendo sorpresa…) y un ambiente que oscilaba entre el revival y el rebranding.

En el desfile de ayer destacaron algunos de los “ángeles” más famosos y reconocibles de Victoria’s Secret, que regresaron para reafirmar su legado: Gigi Hadid apareció en dos momentos estelares -una vez de rosa y otra completamente vestida de blanco con alas monumentales-, y Bella Hadid volvió con fuerza, desfilando en rojo y también en estilismos con alas florales. También vimos a las veteranas e imprescindibles Adriana Lima, Lily Aldridge, Alessandra Ambrosio, Joan Smalls, Candice Swanepoel, Irina Shayk y Doutzen Kroes, sumando memoria con su renovada presencia.

Karol G se encargó de romper el molde. No solo cantó, también desfiló. Su actuación fue el momento más comentado de la noche. Con un conjunto dorado que parecía un homenaje a la diosa del Caribe y unas alas personalizadas, transformó la pasarela en una pista de baile. La fantasía del “ángel” se volvió latina, urbana y descaradamente real.

Después llegó Missy Elliott, que cerró el espectáculo como solo ella puede hacerlo: con ritmo, ironía y sudor. Cuando sonaron Work It y Lose Control, los ángeles dejaron de posar y empezaron a moverse de verdad.

Entre bambalinas, el nuevo director creativo, Adam Selman, parecía un hombre en Misión Imposible: ¿cómo devolverle alma al espectáculo sin que pareciera un regreso al pasado? De alguna manera, lo consiguió. Las alas -sí, esas alas- volvieron, pero ligeras, adaptadas al cuerpo y la historia de cada modelo.

Destacó Valentina Castro, la modelo colombiana que debutó con energía fresca para la línea Pink. Y hablando de actitudes, Angel Reese, la estrella de la WNBA, fue una de las grandes sorpresas. Primera atleta profesional en desfilar para Victoria’s Secret.

Por supuesto, la reinvención de Victoria’s Secret también tiene su manual de marketing. Durante la retransmisión en vivo, que millones de personas siguieron desde casa, se podían comprar las prendas del show en tiempo real. Empowerment, pero con envío express.

Y ahí está la paradoja deliciosa de la noche: la marca quiere redimirse, pero sin dejar de vendernos la fantasía. Solo que ahora la fantasía viene con discurso feminista y etiquetas de diversidad. Es el capitalismo del cambio de imagen, pero con mejor iluminación.

Aun así, hubo momentos genuinos. Cuando Gigi y Bella Hadid compartieron pasarela, el público contuvo el aliento: era el reencuentro de dos iconos que, pese a los años y los titulares, siguen sabiendo cómo dominar una cámara sin moverse un milímetro. Y cuando Barbara Palvin desfiló -según People, con un pie medio roto-, lo hizo con esa sonrisa de quien sabe que el show no se detiene, ni siquiera cuando duele.

¿Fue un renacimiento real o solo una estrategia brillante? Probablemente ambas cosas. Victoria’s Secret quiere ser moderna, inclusiva y empoderadora… pero también sigue queriendo vender sujetadores de encaje a 120 dólares. Y tal vez eso no esté tan mal. Después de todo, la moda vive de esas contradicciones: de querer cambiar el mundo sin dejar de hacerlo bonito.

 

El nuevo Victoria’s Secret no es el de antes. Tiene ritmo, contradicciones, mensajes en Instagram y una legión de mujeres que ya no se conforman con ser adornos. Es una marca en terapia, intentando amarse sin filtros.

Y si algo quedó claro al final de la noche, cuando las luces bajaron y el público empezó a sacar sus móviles para capturar el último destello, es que los ángeles ya no bajan del cielo. Ahora vuelan por su cuenta, y lo hacen con glitter, actitud y una playlist de Karol G sonando de fondo.

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