Alerta en la comunidad científica: el cometa 3I/ATLAS podría cambiar nuestra vida y todo lo que conocemos

Su origen interestelar y su composición podrían transformar lo que sabemos sobre la formación de planetas y los ingredientes de la vida

Cometa que cambia la ciencia - Sociedad
Una imagen simbólica de la caída del cometa sobre la Tierra.
Artículo 14/ Krea

El cometa 3I/ATLAS ha cruzado la frontera entre la curiosidad astronómica y el asombro científico. Su aparición, a mediados de 2025, no solo ha encendido los telescopios de medio mundo, sino que ha abierto un debate que trasciende la astrofísica. ¿Qué pasaría si pudiéramos descifrar su origen y composición?

Los expertos advierten que lo que aprendamos de este visitante interestelar podría transformar para siempre la manera en que entendemos el universo, la vida y nuestro propio hogar cósmico.

Un visitante de otro sistema estelar

El cometa 3I/ATLAS fue descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema de detección ATLAS, en Chile. Su órbita hiperbólica fue la primera pista. No se trata de un cuerpo nacido en el Sistema Solar, sino de un objeto que proviene del espacio interestelar, es decir, de otro sistema estelar.

Es apenas el tercer visitante confirmado de este tipo, tras el paso del asteroide Oumuamua (2017) y el cometa Borisov (2019). Pero a diferencia de ellos, este nuevo cometa parece contener secretos químicos que podrían reescribir lo que creíamos saber sobre la formación de los mundos.

Alerta en la comunidad científica: el cometa 3I/ATLAS podría cambiar nuestra vida y todo lo que conocemos
Una imagen de la captura del cometa 3I/ATLAS.
NASA Ciencia

El cometa 3I/ATLAS ha sorprendido a los astrónomos por su comportamiento. A grandes distancias del Sol, donde los hielos deberían permanecer estables, comenzó a liberar agua, dióxido de carbono y otros gases en cantidades extraordinarias. Las observaciones del telescopio Swift y del James Webb han confirmado que está “fugando” agua a una tasa de unos 40 kilos por segundo. Una cifra inusitada que sugiere un núcleo rico en compuestos volátiles y una estructura interna muy distinta a la de los cometas solares.

Una joya científica en movimiento

Los instrumentos de la NASA y la Agencia Espacial Europea lo han seguido con un interés casi obsesivo. La misión ExoMars y la sonda Mars Express lograron capturar sus primeras imágenes cuando el cometa se aproximó a la órbita de Marte. Y se espera que nuevas observaciones confirmen si el material expulsado contiene moléculas orgánicas complejas.

Si así fuera, el cometa 3I/ATLAS se convertiría en una pieza clave para comprender cómo se distribuyen los ingredientes de la vida en la galaxia. Hasta ahora, todos los indicios apuntan a que este cuerpo está formado por una mezcla de hielo de agua, dióxido de carbono, polvo y cianuro de hidrógeno, pero con proporciones inusuales. Los científicos creen que proviene de un sistema estelar más antiguo que el nuestro, quizá del disco grueso de la Vía Láctea. Eso significaría que contiene materia más primitiva que la que dio origen a la Tierra.

Lo que podría cambiar si entendemos su origen

Si se logra descifrar con precisión la composición del cometa 3I/ATLAS, las implicaciones serían profundas. En primer lugar, ofrecería un espejo químico para comparar con nuestro propio Sistema Solar. Si los elementos básicos —agua, carbono, nitrógeno— coinciden en proporciones, eso confirmaría que los mecanismos de formación planetaria son universales. Pero si difieren radicalmente, demostraría que existen muchas maneras de construir mundos.

Alerta en la comunidad científica: el cometa 3I/ATLAS podría cambiar nuestra vida y todo lo que conocemos
El misterio del cometa 3I/ATLAS.
International Gemini Observatory

Los astrónomos apuntan que un hallazgo así obligaría a revisar teorías fundamentales sobre la formación de planetas, la dinámica de los sistemas estelares y la distribución de los compuestos orgánicos en el cosmos. La astrobiología, por su parte, obtendría datos inéditos sobre si las moléculas que dan origen a la vida pueden surgir en contextos muy distintos al solar.

En palabras del astrónomo Harold McKenzie, del Observatorio Europeo Austral, “entender el cometa 3I/ATLAS es como mirar un fósil que no pertenece a nuestra familia estelar. Si lo estudiamos bien, podríamos comprender si la vida —o sus ingredientes— son una excepción o una regla en el universo”.

El impacto tecnológico y filosófico

La aparición del cometa 3I/ATLAS también está impulsando el diseño de misiones que puedan interceptar o estudiar objetos interestelares. Agencias como la NASA y la ESA trabajan ya en proyectos que permitan lanzar sondas de respuesta rápida, capaces de alcanzar cometas de paso antes de que desaparezcan en el vacío. Esa carrera tecnológica podría marcar el nacimiento de una nueva era en la exploración espacial.

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Una imagen simbólica de un cometa aproximándose a nuestro planeta.
Artículo 14/ Krea

Pero más allá de la ciencia y la ingeniería, el impacto más grande podría ser filosófico. Si el cometa 3I/ATLAS comparte materiales con los que se formó la Tierra, se reforzaría la idea de que no somos excepcionales, de que la vida es una posibilidad común en la galaxia.

Si, por el contrario, su composición es radicalmente distinta, tendríamos que replantear lo que entendemos por “condiciones de habitabilidad”. En cualquier caso, el descubrimiento afectaría la visión de nuestro lugar en el universo, esa vieja pregunta que la ciencia y la filosofía llevan siglos intentando responder.

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