Festival de las Ideas

C. Tangana reclama autenticidad en la música: “No quiero vivir bajo la presión de lo nuevo permanentemente”

C. Tangana analiza la música contemporánea, la nostalgia y la presión de la innovación constante en un diálogo con Simon Reynolds en el Festival de las Ideas de Madrid

Encuentro entre el crítico Simon Reynolds y C. Tangana en La Casa Encendida (Madrid) por el Festival de las Ideas
Encuentro entre el crítico Simon Reynolds y C. Tangana en La Casa Encendida (Madrid) por el Festival de las Ideas

El Festival de las Ideas, un encuentro cultural-filosófico que reúne a pensadores, artistas y escritores, se ha celebrado por segunda vez consecutiva en Madrid. Una de las citas más esperadas ha sido la del crítico de música inglés Simon Reynolds con el cantante y productor español de fama internacional, C. Tangana.

Reynolds ha escrito ampliamente sobre música electrónica y es conocido por acuñar el término “post-rock” en los estudios musicales reflejados en sus libros Retromanía y Futromanía (Ed. Cajanegra), que indagan en el área más nostalgia del pop y más futurista, respectivamente. “El Pucho”, aceptó de agrado esta invitación dadas sus inquietudes filosóficas ya que entre sus fans es sabido que inició sus estudios de filosofía antes de dedicarse al mundo de la música.

El acto, que tuvo lugar en la Casa Encendida, fue guiado por Alicia Álvarez Vaquero, periodista pionera en detectar la emergencia de una nueva escena de música urbana nacional protagonizada por nombres que hoy ya forman parte de la cultura mainstream, y cofundadora de la plataforma audiovisual El Bloque.

El acontecimiento, el hito

¿Qué importancia tienen los hitos en la creación de los acontecimientos? Así inició Alicia Álvarez el encuentro, con una de las preguntas que más presentes están en la industria musical hoy en día. Desde la perspectiva de toda la historia musical, el inicio del punk y todos aquellos géneros que han surgido de un sonido nuevo, han marcado un campo de acción del que luego han querido formar parte los demás, expresaba Reynolds. De hecho, las máquinas tomaron el control en un cierto punto con estilos como el  new age, el house o el tecno.

Encuentro entre el crítico Simon Reynolds y C. Tangana en La Casa Encendida (Madrid) por el Festival de las Ideas
Encuentro entre el crítico Simon Reynolds y C. Tangana en La Casa Encendida (Madrid) por el Festival de las Ideas

Además, este sonido no sólo cambia el panorama de la industria musical, sino el de la sociedad. Sin embargo, hay un problema: “Estamos obsesionados con el hito“, manifestó C. Tangana. De hecho, el cantante se guardaba Antes de morirme para sí siendo consciente de que cuanto más esperase al momento adecuado, más se convertiría en hito la canción. Sin embargo, “llegas a un lugar donde artísticamente sabes que nada va a ser lo mismo, y necesitas explorar otros horizontes”.

El capitalismo de la música y la obsesión por la novedad

Entonces Alicia Álvarez planteó una de las cuestiones más incisivas de la tarde: “¿Hay que estar siempre exaltados?”. La pregunta remitía al corazón de la industria musical contemporánea, marcada por la urgencia constante de producir hitos y novedades. “No puedo estar en mi tiempo pudiendo influir en él creando algo que alguien no va a escuchar. Todos queremos que lo que hacemos se escuche”, explicó C. Tangana, reconociendo la tensión entre la ambición artística y la presión del consumo masivo.

La frase subrayó un punto que Simon Reynolds había destacado previamente: los nuevos sonidos emergen de formas muy distintas y, a menudo, se inspiran en épocas pasadas, como el new pop y el poise punk de los años 80, que Reynolds definió como “una era difícil, donde los escritores estaban deprimidos porque no había nada digno de ser escrito a ese nivel de intensidad. Si tienes un subidón, hay un momento de bajón, como con las drogas”.

C. Tangana recordó que los medios de comunicación funcionan de manera similar: la creación de expectativas puede moldear la recepción de los artistas, generando una retroalimentación entre periodistas, sellos y público que no siempre coincide con el resultado final. “Los medios se retroalimentan entre ellos indicando que algunos grupos van a tener éxito, pero luego no es así”, señaló, destacando la volatilidad del panorama musical actual.

El cantante abordó el efecto del capitalismo en esta dinámica: “Es un paradigma obsesionado por el consumo. Las canciones están al servicio del consumo, no al revés”, afirmó. Para él, trabajar al margen de la movilidad de tendencias permite situarse “en otra dimensión”, un espacio creativo donde explorar sin la presión de la inmediatez. Añadió que su búsqueda, aunque personal, pretende alcanzar algo universal: “Quiero hacer algo que cambie la manera de vestir y de hacer discos en todo el mundo”.

En esa reflexión surgió otra idea recurrente en la conversación: la nostalgia. “Cada vez somos más nostálgicos de nosotros mismos. Cada vez las cosas duran menos, hay que relajarse con las cosas buenas. Yo sueño con un mañana igual”, dijo el cantante, mientras Reynolds subrayaba que hay elementos que conectan a las personas más allá de la novedad: “Cosas, canciones que, gracias a Dios, siguen igual”.

Yerai Cortés y C. Tangana, en una imagen promocional de 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés'
Yerai Cortés y C. Tangana, en una imagen promocional de ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’

El diálogo derivó hacia la desterritorialización. Reynolds indicó que el capitalismo ha convertido la nostalgia en un fenómeno que ha perdido su significado original. Así pasa con muchas referencias culturales, que son desterritorializadas de sus contextos originales en favor de la creación de un mercado globalizado de recuerdos e identidades. Tangana coincidió: “Para los jóvenes todo lo local es nostálgico, no es propio. Anclarse a un sitio y no ceder a la globalización es muy humano”. La conversación evidenció cómo la apropiación cultural, los debates sobre identidad y la globalización influyen en la música contemporánea y en la forma en que los artistas se relacionan con sus raíces.

El cambio en el sonido y el papel del autotune

La transformación tecnológica del sonido fue otro eje central. Reynolds recordó que ya en Jamaica y el Caribe, décadas atrás, la música había empezado a experimentar con la textura y la forma más que con la letra: “En el siglo XX era la aventura. En los 90 eran los beats y sonidos de extrañeza como la voz de bebé sampleada. La idea de liricidad del rap desapareció y se centró en la textura del sonido más allá del significado de la letra”.

Hoy, añadió, esa experimentación se canaliza a través del autotune, que ha democratizado la producción y modificado la forma de escuchar. Tangana amplió la reflexión: “La música dejó de ser algo orgánico para convertirse en información digital. Esto ha cambiado la forma de hacerla. El sonido ha perdido importancia. Nos cuesta escuchar… Yo he descubierto esto al revés, a raíz de despreciarlo. Ya no es emocionante, pero es muy democrático; para no cantantes como yo, es algo que ha ayudado”.

Identidad, imagen y pop

En un momento el debate giró hacia la identidad, un tema fundamental en la carrera de todo artista y, en general, de la historia de la música. Tangana habló de su interés por sentir y apropiarse de elementos culturales hasta hacerlos suyos: “Hacer el himno del celta ha sido el momento más significativo en mi carrera sin duda”.  Sin embargo, “es cierto que a la hora de pensar en la composición, hay un deseo de universalidad. Ante esto, recuerdo que la diferencia está llena de riqueza en sí. No todo tiene que ser igual, gracias a Dios”.

Reynolds señaló que grabar es solo una parte del trabajo de una estrella moderna, que debe combinar música, imagen, baile y branding personal. Tangana destacó el componente ritual y “religioso” del pop: “Lo interesante es cuando te fascina alguien y no entiendes por qué mola. No es solo lo que cantes, sino cómo lo cantes. Es algo magnético”. Reynolds apuntó que esta fascinación se traduce en la identidad, el estilo y la presencia escénica, que funcionan como marcas de identificación, y el público paga por asociarse con ese aura de ‘cool’.

El pop, añadió Tangana, siempre ha estado ligado a la sexualidad y a la seducción: “Hay un juego con lo ridículo que me gusta y a la vez lo odio. Es lo único que me fascina ya del pop y sigo sin entender”. Reynolds, citando estudios y experiencias previas, enfatizó que el aura del artista es inseparable de su mensaje y su imagen, consolidando la idea de que música, identidad y performance están inextricablemente ligados.

La música como reflejo de la política y la historia

La conversación terminó abordando la relación entre música y política. Álvarez subrayó que la historia de la música es historia de lo humano, mientras Reynolds recordó que los jóvenes son quienes más se movilizan y adoptan posiciones con entusiasmo, integrando una filosofía positiva en la cultura pop. Tangana admitió que la canción protesta tal como se concebía en el pasado ha perdido impacto y que hoy las expresiones políticas se traducen en gestos más sutiles: “Con el boicot se trata de afectar a nivel económico para que afecte políticamente. Lo más político que podemos hacer ahora es sutil”.

Reynolds evocó a Bob Dylan como ejemplo de cómo la política puede incorporarse al arte sin convertirse en su objeto principal: “Era un mensaje muy humano”. Tangana coincidió en la dificultad de expresar emociones y experiencias de manera coherente: “La gente sigue diciendo lo que le pasa o lo que le emociona. Es muy difícil decir algo y ser coherente”. La conversación cerró con una reflexión sobre la sociedad contemporánea: “Es irónico que queramos cantar I can buy myself flowers. Se trata de una locura deshumanizada, porque en realidad nadie quiere estar solo. Esto es solo una manifestación del gran desapego afectivo que vivimos hoy en día”, dijo C. Tangana, evocando la tensión entre individualidad, consumo y conexión emocional que atraviesa la música y la cultura pop actual.

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