Opinión

La perfección y el wabi sabi

Actualizado: h
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A veces uno tiene la sensación de vivir en una especie de dictadura de la perfección y la búsqueda de la eterna juventud.  No hay más que observar una parte de la publicidad, las imágenes y los mensajes que transmite, para darnos cuenta de que en nuestro mundo actual la juventud y la perfección, en ocasiones asociada a ella, son considerados valores en sí mismos. Y aunque esto no apareció con las redes sociales, que tampoco llevan tanto en nuestras vidas, si es cierto que este ecosistema, como nueva vía de comunicación, ha contribuido a que este mensaje se haya extendido a mayor velocidad.

Y es que cuando las redes sociales llegaron a nuestras vidas, la perfección como objetivo pareció imponerse: todo debía ser perfecto y sólo lo perfecto debía ser mostrado. La consecuencia de esto se manifestó en que si hace un tiempo eran personas de cierta edad las que recurrían a los retoques y la cirugía estética (sobre todo mujeres) en busca de la “perfección”, ahora son las personas jóvenes (sobre todo mujeres, también) las que acuden a ella para realizar cambios lo antes posible. Se busca la perfección incluso siendo joven, hay que ser “perfecto” lo antes posible.

El otro día hablábamos mi amigo Ignacio y yo de este tema, de la perfección y la imperfección, del paso del tiempo y cómo lo aceptamos, de cómo nos hacemos todos mayores y unos parecen querer parar el tiempo y otros no, y que al final todo depende de cómo sea uno. Comentamos que para nosotros lo bello no tiene por qué ser perfecto, porque en el fondo somos los dos muy de la cultura wabi sabi: no nos gusta lo “perfecto” ni tampoco creemos que lo nuevo o lo joven sea mejor simplemente por el hecho de ser eso, nuevo o joven. Y por si no has oído hablar del wabi sabi, te cuento.

Wabi sabi es un concepto japonés que proviene del taoísmo chino y el budismo zen y podría traducirse como “la belleza de lo imperfecto”. Es un concepto profundamente filosófico que enseña a celebrar las huellas del tiempo en nosotros mismos y en lo que nos rodea, porque en realidad celebra el hecho de que todo es efímero y nada es eterno.  En el wabi sabi la imperfección forma parte de la belleza del objeto.  Ser imperfecto es lo que lo hace único.  Los cambios que se producen a lo largo del tiempo son los que proporcionan aún más valor a los objetos y a las personas.  Una filosofía muy alejada de esta dictadura de la que hablaba al comienzo de esta columna, donde, aunque uno vaya cumpliendo años, haciéndose mayor, la imagen que se muestra debe ser la de una persona joven. La juventud como valor en sí mismo. Esconder el paso del tiempo, esconder lo que el tiempo ha hecho en nuestros cuerpos, en nuestros rostros.

Y en una sociedad que parece valorar lo nuevo por lo nuevo, que aparta lo ajado o lo roto, o simplemente lo que es viejo, aflora también otro concepto proveniente de Japón y relacionado con el wabi sabi, que es el kinjutsi, una palabra creada a partir de dos palabras: “kin”, oro y “tsugi” reparación. Porque el kinjutsi es la técnica que utiliza oro para reparar cerámica cuando está rota. Por ejemplo, cuando un cuenco se rompe, en vez de deshacerse de él, se repara utilizando oro para mostrar el lugar donde se produjo la fractura. Lejos de esconder esta fractura se realza reparándola con oro.  De esta manera, el cuenco roto se convierte en un objeto aún más valioso que antes de romperse. Una tradición que puede ser utilizada como metáfora en la vida de cualquiera de nosotros.

Wabi sabi

Porque somos más valiosos cuando sabemos recomponernos después de rompernos, cuando nos reconstruimos sin querer esconder las cicatrices, al contrario, se muestran para recordar que somos lo que nos hemos equivocado, y somos los que nos ha hecho sufrir y llorar, porque ahí es donde hemos aprendido, y porque somos nuestras arrugas y nuestras cicatrices, y todo lo que nos recuerda lo que hemos vivido y quienes somos.

Vengo de familia de artistas y artesanos, y en ese contexto se entiende mejor que en otros el valor de lo único, de lo que no es igual, de lo que es perfecto simplemente porque es único. Un escultor no tiene nunca a su disposición dos maderas exactamente iguales, cada madera es única y la escultura que de ella surge también. Lo mismo sucede con una pintura en una tabla, las vetas son siempre distintas, y esto sucede con cualquier obra que salga de las manos de un artista o un artesano.   Sólo son iguales y “perfectas” las obras que se hacen en serie, nunca lo que es artesano.

Y ahora vemos esto en los rostros y cuerpos humanos. Cuerpos igualmente perfectos, rostros igualmente perfectos, indistinguibles, todo lo contrario de mostrar lo que nos hace únicos a cada uno, esa perfección que es ser único siendo imperfecto.

Mi adorado David Bowie, único entre los únicos, lo explicó de manera impecable cuando dijo que envejecer es convertirse en la persona que uno realmente es, donde uno comienza a mostrar su autenticidad sin miedo.

Envejecer o querer parecer siempre joven, esconder las cicatrices o mostrarlas con orgullo, perfección o wabi sabi.  Señoras, caballeros, hagan su elección.