Tenemos a la Agnès Varda española y no lo sabíamos. Margarita y el lobo es alegría, afirmación, música, golpe en la mesa, picardía y atrevimiento. La polémica obra con la que Cecilia Bartolomé se graduó en 1969 fue una práctica para la Escuela Oficial de Cine que se convirtió en un mediometraje casi revolucionario para el momento.
El mérito de vardaniana lo lleva implícito en sus imágenes: una mirada lúcida -y lúdica- de la realidad política del momento impregnada de notas fantásticas de diversión y travesura-, además de los tecnicismos correspondientes: ese collage en el plano que componía Varda de primero y segundo plano tan dual como moderno, o esos cortes “poco lineales” o saltos temporales que caracterizaban su montaje (Cléo de 5 a 7).

Es inevitable que viendo Margarita y el lobo te venga a la cabeza Una canta, la otra no (1977), el musical feminista de Varda, donde la protagonista canta: “No es porque no tengas nada que decir que debas cerrar la boca”, mientras que Margarita entona: “Caperucita, Caperucita/ Si te enamoras, cierra las orejas/ cierra la boca/ ciérrate la boca/ Ponte esparadrapo”.
La directora alicantina, primera directora española de cine feminista y una de las madres del Nuevo Cine Español -junto a Pilar Miró y Josefina Molina-, venía de Guinea Ecuatorial (antigua colonia española de Fernando Poo) y al llegar a Madrid, no tuvo pelos en la lengua al llegar para escribir y filmar la que sería pieza de referencia para entender cómo, incluso dentro de una institución oficial, se gestaban miradas críticas contra el franquismo y el patriarcado.
Aunque Margarita y el lobo se realizó en un entorno académico, el contenido era demasiado provocador para la España de finales de los 60. El filme no se estrenó comercialmente en cines en su momento, fue prohibido por la censura franquista al considerarse subversivo y de mal ejemplo para la juventud, especialmente por su visión irónica de la familia y el papel de la mujer, el negativo quedó archivado y la obra prácticamente invisible durante años, solo exhibiría años más tarde.
Con más madurez y estabilidad, estrenó ¡Vámonos, Bárbara! en 1978, protagonizada por Amparo Soler, rodada en 35mm, a color. Narra la historia de Ana, quien tras abandonar a su marido, se va de vacaciones a la playa con su hija Bárbara. Su propósito es dejar atrás el pasado y llevar una vida más libre, menos convencional y sin ataduras. A diferencia de Margarita y el lobo, esta cinta sí se estrenó en cines, oficialmente en 1978 como ópera prima de la directora, y está considerada unánimemente como la primera película abiertamente feminista de la historia del cine español.
Después de…
Para Cecilia Bartolomé, España es el esperpento y el esperpento es España (buscar palabras de ella). Así lo recogió en su filmografía, a su manera, en diferentes formatos y momentos, tocó varios géneros: desde el documental hasta el musical, pasando por el largo de comedia.
La directora sabe de lo que habla. Cuando una artista prodigiosa como ella, creadora de historias, ha vivido una vida de novela, gracias a una infancia en Guinea Ecuatorial, se regodea con naturalidad detrás de la cámara para dar forma a todo un universo de recuerdos, vivencias, añoranzas y preguntas, aderezado con mucho talento cinematográfico.
Algo que, según cuenta Bartolomé vivió en contraste con la educación que le transmitieron sus padres, más cercanos a una ideología de derechas, católicos practicantes, conservadores, y a la vez progresistas con la educación de las mujeres y muy respetuosos con todos los trabajadores y los derechos de los nativos de Guinea.
Con esta miscelánea tan poderosa, así llegó Cecilia a Madrid con los ojos bien abiertos y dispuesta a crear un cine realmente nuevo, de diferentes géneros (documental, ficción, musical), pero siempre con una impronta potente, feminista y desacomplejada.
Si Margarita y el lobo (adaptación libre de la novela de Christiane Rochefort) y ¡Vámonos, Bárbara! abogaba por el divorcio, el aborto libre y la autonomía de la mujer, los documentales que valientemente filmó junto a su hermano José Juan, muestran una mirada honesta, llena de preguntas y de análisis social. Después de… No se os puede dejar solos y Después de… Atado y bien atado son cintas esenciales para entender la transición en España, y suponen verdaderas reliquias en nuestra historia, teniendo en cuenta que fue secuestrado por orden gubernamental y no se estrenó hasta 1983.
Retrato crítico de la Transición española, con entrevistas en la calle y un enfoque directo. Cabe mencionar que la alicantina siempre abogó por el respeto a todas las ideologías, creencias y maneras de pensar: “La cuestión era que no teníamos que hacer un juicio de valor en absoluto de lo que íbamos a rodar, por supuesto”.




