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‘Cumbres borrascosas’ o la versión moderna de un clásico de la literatura 

Emerald Fennell vuelve a dividir a la crítica con una adaptación acusada de anacrónica, efectista y desconectada del espíritu de Emily Brontë

La adaptación de 'Cumbres borrascosas', de Emily Brönte, por la directora Emerald Fennel
La adaptación de 'Cumbres borrascosas', de Emily Brönte, por la directora Emerald Fennel
kiloycuarto

La expectación era alta: Margot Robbie como Cathy Earnshaw, Jacob Elordi como Heathcliff, una nueva mirada a uno de los grandes clásicos de la literatura inglesa. Sin embargo, el primer tráiler de Cumbres borrascosas, la adaptación de Emerald Fennell presentada ayer, ha sido recibido con una tormenta de críticas que amenaza con eclipsar cualquier mérito artístico. Lo que debía ser un homenaje a Emily Brontë se ha convertido, para muchos, en un ejercicio de provocación vacío.

La polémica no es nueva. Desde el anuncio del reparto, en septiembre del año pasado, la elección de Robbie y Elordi generó rechazo entre los lectores de la novela. Cathy, una adolescente morena, y Heathcliff, descrito como de ascendencia mestiza, poco tienen que ver con los rostros y trayectorias de los actores elegidos. “Se borra de un plumazo la ambigüedad racial y social que definía al personaje de Heathcliff”, denuncian los puristas, que ven en esta decisión un paso atrás en términos de representación.

Jacob Elordi como Heathcliff en la adaptación de Emerald Fennell de 'Cumbres borrascosas'
Jacob Elordi como Heathcliff en la adaptación de Emerald Fennell de ‘Cumbres borrascosas’

El vestuario tampoco ha salido ileso. A comienzos de este año, las imágenes de Robbie con un vestido de novia blanco desataron las críticas de historiadores y admiradores de Brontë. La elección se consideró anacrónica: las bodas en blanco no se popularizaron hasta el enlace de la reina Victoria en 1840, mientras que la trama de la novela transcurre décadas antes. Emeral Fennell, lejos de calmar los ánimos, alimentó la controversia asegurando que su visión era “atemporal” y que no debía medirse con la vara de la fidelidad histórica.

El tráiler, lanzado el 3 de septiembre, ha encendido aún más los ánimos. A la incorporación de canciones originales de Charli XCX, que ha dividido a los seguidores del clásico, se suman las primeras imágenes de una puesta en escena calificada de “agresivamente provocativa y tonalmente estridente”. Testigos de un pase previo ya habían alertado de un enfoque “abrasivo”, centrado más en el impacto visual que en la hondura emocional del texto. El adelanto confirma esa impresión: planos de manos amasando pan o rompiendo yemas de huevo con connotaciones sexuales, corsés ajustados hasta la asfixia, cuerpos atados con riendas de caballo y escenas desconcertantes, como Isabella Linton arrastrándose a cuatro patas, han sido interpretados como pura búsqueda de escándalo.

No es la primera vez que Emeral Fennell recurre a esta estrategia. Con Saltburn (2023) ya dividió a la crítica: lo que se presentó como una sátira social al estilo de Evelyn Waugh terminó convertido en una sucesión de escenas diseñadas para escandalizar, entre ellas la célebre secuencia de Barry Keoghan bebiendo agua de baño contaminada con semen. El patrón parece repetirse: shock por encima de sustancia.

El problema, señalan los críticos, no es la falta de rigor histórico, sino la ausencia de propósito detrás de lo provocador. El propio canon literario y teatral inglés está plagado de escenas violentas y transgresoras: desde la Duchess of Malfi de John Webster, con sus cadáveres simulados, hasta Titus Andronicus de Shakespeare, con su pastel de carne humana. La diferencia, recuerdan los expertos, es que en esas obras lo grotesco servía a un fin dramático. En la propuesta de Fennell, la violencia y el erotismo parecen carecer de rumbo.

Es una adaptación concebida para hacerse viral, no para dialogar con Brontë. Otros la describen como un producto pensado para la economía de la atención, donde lo importante no es la coherencia narrativa ni la fidelidad al texto, sino generar conversación inmediata en redes sociales. De ahí que la directora sea vista más como una “fabricante de indignación” que como una autora con voz propia.

Paradójicamente, la propia historia de Cumbres borrascosas ofrece todo lo que una cineasta ambiciosa podría desear: pasión desbordada, violencia, obsesión, deseo y tragedia. Brontë escribió una novela feroz, cuya radicalidad no necesita ser maquillada con símbolos obvios ni imágenes forzadamente transgresoras. Lo que muchos esperaban era una exploración contemporánea del amor y la destrucción, no una sucesión de metáforas sexuales sin hilo conductor.

Algunas imágenes de la adaptación de Emerald Fennell de 'Cumbres borrascosas', protagonizada por Jacob Elordi y Margot Robbie
Algunas imágenes de la adaptación de Emerald Fennell de ‘Cumbres borrascosas’, protagonizada por Jacob Elordi y Margot Robbie

La recepción del tráiler demuestra que el debate está lejos de apagarse. Algunos defienden la libertad creativa de Emeral Fennell para reinterpretar el clásico, mientras que otros ven en la propuesta un gesto de desprecio hacia la obra original y su contexto. El resultado, por ahora, es un clima de polarización que acompaña ya a cada proyecto de la directora.

Lo que sí parece claro es que la película ha logrado lo que quería: ser el centro de todas las conversaciones. Si eso se traduce en un éxito artístico o en otro ejercicio de escándalo prefabricado, será el público quien lo decida cuando Cumbres borrascosas llegue a las salas en febrero de 2026.

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