El monólogo de Jimmy Kimmel en la noche de su regreso televisivo no fue uno más. Después de una suspensión que desató la controversia sobre la libertad de expresión en Estados Unidos, el cómico se presentó en su plató con un discurso que mezcló humor, emoción y denuncia política.
Lo hizo en un contexto marcado por la presión de la Casa Blanca, la sombra de Donald Trump y una decisión sin precedentes de Disney, propietaria de ABC, que había ordenado la cancelación temporal del programa.
El regreso tras la suspensión
El monólogo de Jimmy Kimmel se esperaba con expectación tras la “suspensión indefinida” de su late night. El motivo había sido un comentario sobre el asesino del activista trumpista Charlie Kirk. Eso desencadenó una tormenta mediática y política.
La cadena y su matriz, Disney, decidieron entonces apartar al cómico de la pantalla. Una medida que muchos interpretaron como censura en plena “segunda era Trump”.
La noche de su vuelta, Kimmel eligió arrancar con ironía: “Como estaba diciendo antes de que me interrumpieran…”. Con esa frase abrió un monólogo de Jimmy Kimmel que duró casi media hora —tres veces más de lo habitual— y que superó el millón de visualizaciones en su primera hora en YouTube.
El mensaje central: la libertad de expresión
Durante el monólogo de Jimmy Kimmel, el presentador dejó claro que la controversia iba más allá de un chiste desafortunado. “Nuestro Gobierno no debe poder controlar lo que decimos o no en televisión”, sentenció, entre aplausos.
El cómico subrayó que nunca fue su intención burlarse del asesinato de Kirk y recordó que había expresado públicamente su compasión hacia la familia del activista.
El monólogo de Jimmy Kimmel se transformó en una defensa apasionada de la Primera Enmienda. Recordó que la sátira política es una tradición que define a la democracia estadounidense. Para él, lo verdaderamente peligroso no era su broma, sino la idea de que un presidente pudiera presionar para silenciar a un cómico.
Trump contraataca
El monólogo de Jimmy Kimmel no solo fue un ejercicio de autocrítica, también de confrontación directa con Donald Trump. El presidente había celebrado su suspensión y cargó contra ABC en su red social, calificando al cómico de “basura” y acusando a la cadena de estar alineada con los demócratas. Incluso insinuó que podrían quitar licencias a medios que critican su figura.

Kimmel no evitó responder. En su monólogo, ironizó con que el presidente parecía más preocupado por su programa que por la Asamblea General de la ONU. También recuperó viejas declaraciones de Brendan Carr, presidente de la FCC, que había defendido en el pasado la sátira como símbolo de libertad.
“Lo más vergonzoso que tienen los republicanos”, bromeó, “junto a la camioneta de Tesla de diseño imposible”.
El respaldo de Disney y la audiencia
El desenlace de la polémica llegó un día antes del regreso, cuando Disney decidió revocar la suspensión. “Hemos mantenido conversaciones con Jimmy y el show volverá el martes”, anunció la compañía.

En su monólogo de Jimmy Kimmel, el cómico ironizó con esa decisión, fingiendo leer un comunicado oficial que en realidad resultó ser un tutorial para reactivar cuentas de Disney y Hulu.
La audiencia respondió con entusiasmo. El programa se convirtió en tendencia, el vídeo del monólogo de Jimmy Kimmel arrasó en YouTube y en redes sociales se multiplicaron los mensajes de apoyo. Lo que empezó como una crisis terminó reforzando su figura como uno de los grandes referentes del humor político en Estados Unidos.