Jennifer Lawrence ha recibido el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, un reconocimiento a su carrera que llega tras más de una década de interpretaciones versátiles, arriesgadas y premiadas. La actriz estadounidense, que protagoniza además Die My Love, no esquivó la cuestión política que flota en cada festival de cine: la situación en Gaza. “Estoy aterrada. Me mortifica. Lo que está sucediendo es nada menos que un genocidio, y es inaceptable”, afirmó con voz firme y gesto serio ante los medios, que habían sido advertidos de centrarse únicamente en la película y su trayectoria artística.
Jennifer Lawrence manifestó su preocupación no solo por la situación en Palestina, sino también por la forma en que la política estadounidense aborda estos conflictos: “No hay integridad, los políticos mienten, no hay empatía. Todo el mundo debe recordar que, si decides ignorar lo que sucede en otra parte del mundo, no pasará mucho tiempo antes de que también pase en el tuyo”. La actriz subrayó la complejidad de intervenir desde su posición como artista: “Me rompe el corazón. Pero mi temor es que mis palabras sean usadas para echar más gasolina al fuego sobre algo que está en manos de nuestros políticos. Los artistas no deberíamos ser señalados en vez de aquellos que son realmente responsables”.

Este énfasis en la responsabilidad social se entrelaza con la proyección de Die My Love, un proyecto profundamente personal para Jennifer Lawrence. La película, basada en la novela de Ariana Harwicz y dirigida por Lynne Ramsay, narra la experiencia de una madre acosada por la psicosis, atrapada en una cotidianidad marcada por la confusión y la intensidad emocional. Jennifer Lawrence relató que su acercamiento al libro fue influido por sus experiencias tras el parto: “Leí el libro tras dar a luz a mi primer hijo. No estaba en una situación tan dramática como la de la autora y pude contemplar las circunstancias con mayor profundidad. Luego, el posparto de mi segundo fue algo más complicado y el acercamiento fue mucho más intenso”.
La actriz además figura en el proyecto como productora. El filme, que tuvo su estreno en el Festival de Cannes y obtuvo una recepción destacada, explora la psicosis posparto desde una mirada radical: la protagonista, interpretada por Lawrence, atraviesa una vertiginosa crisis emocional en un hogar aislado, en una pieza tan provocadora como inquietante. En el reparto también figuran Robert Pattinson y actores de primera línea como LaKeith Stanfield y Sissy Spacek.

Además de la intensidad dramática, Die My Love propone un acercamiento formal innovador. La directora Lynne Ramsay no busca una narrativa convencional, sino sumergir al público en la subjetividad de la protagonista, con escenas que oscilan entre lo cotidiano y lo perturbador: la protagonista mata a un perro, araña la pared del baño y se enfrenta a episodios de violencia doméstica y ansiedad, siempre desde un plano psicológico y emocional. La interpretación de Jennifer Lawrence, que también ejerció como productora del filme, ha sido alabada por su capacidad de sostener la tensión narrativa y emocional a lo largo de la película, convirtiéndose en el ancla que humaniza la historia.
La jornada del Festival de San Sebastián también sirvió para que Jennifer Lawrence reflexionara sobre la maternidad y el trabajo invisible de las mujeres en la industria cinematográfica. La actriz señaló que las madres enfrentan un esfuerzo ímprobo que muchas veces no se reconoce, y celebró la irrupción de directoras en Hollywood que aportan nuevas perspectivas: “Es positivo que haya más voces femeninas, porque ofrecen una visión más amplia del mundo que nos beneficia a todos”, mencionó, citando a figuras como Greta Gerwig y Zoë Kravitz como ejemplos de esta transformación.
En su trayectoria, Lawrence ha equilibrado grandes superproducciones con interpretaciones arriesgadas en proyectos de autor. Desde su papel en Los juegos del hambre hasta su actuación en Madre! o El lado bueno de las cosas, que le valió un Oscar, la actriz ha demostrado su capacidad de reinventarse y asumir roles de enorme exigencia emocional. Con el Premio Donostia, se reconoce no solo su talento frente a la cámara, sino también su compromiso con historias que exploran la complejidad humana, incluso en los márgenes del drama psicológico.

La comparecencia no estuvo exenta de tensiones: Jennifer Lawrence denunció lo que percibe como una erosión de la libertad de expresión en Estados Unidos y la instrumentalización política del arte, y reclamó que los votantes exijan cuentas a los gobernantes. Sus palabras sobre Gaza han sido recogidas ampliamente y generan ya debate sobre la responsabilidad pública de las figuras culturales en contextos de alta polarización.
Jennifer Lawrence cerró su comparecencia regresando a Palestina y la urgencia de la conciencia pública: “Es un genocidio y es inaceptable. No podemos permitirnos mirar hacia otro lado”. Su intervención dejó claro que, para la actriz, la responsabilidad social y el arte no están reñidos: una estrella de Hollywood puede encarnar papeles arriesgados y, al mismo tiempo, alzar la voz frente a la injusticia global. La combinación de talento, compromiso y vulnerabilidad convierte a Jennifer Lawrence en una de las voces más destacadas de su generación, capaz de unir cine y conciencia en un solo gesto.