“La verdad aparece cuando escuchamos a todos” es la frase con la que Teddy Lussi-Modeste siembra en La acusación una reflexión que nos apela a todos en más de una ocasión: la presunción de inocencia es muy frágil frente al clamor de la opinión pública. Y va más allá: en su tercera película, el profesor y cineasta francés narra una historia que sufrió en primera persona algunos años atrás.
La película es una valiente propuesta que no pretende cerrar el debate, sino abrirlo. Y en tiempos de crispación y trincheras ideológicas, ese gesto —político, cinematográfico, humano— es más necesario que nunca. Es un grito de auxilio en defensa de tantos profesores que han sufrido violencia por parte de alumnos. Sí, como lo leen.
Junto a Lussi-Modeste participa en el guion la directora Audrey Diwan (El acontecimiento, Emmanuelle). Basada en una experiencia personal que vivió el propio Lussi-Modeste como profesor en una escuela, el filme se centra en el proceso que se desencadena al ser acusado de acoso un maestro por una alumna de su clase.

François Civil (Los tres mosqueteros: Milady) interpreta al profesor que debe hacer frente a la acusación. Junto a él, participan en la película la debutante Toscane Duquesne, Shaïn Boumedine (Una cuestión de honor) y Mallory Wanecque (Corazones rotos). “Quería que el papel lo interpretara un actor radiante, un joven de sonrisa sincera, alguien en cuya adolescencia aún se pudiera ver a simple vista”, apunta el director. Aunque la sonrisa no es precisamente la expresión más repetida por Civil en la película, la “radiante” belleza del intérprete y sus dones de querubino le restan algo de naturalidad o necesaria imperfección a la historia, aunque sea políticamente incorrecto decirlo.
La cinta nos expone a una serie de interrogantes éticos que, en su ambigüedad, resultan más elocuentes que cualquier sentencia. ¿Quién tiene derecho a ser creído? ¿Qué peso tiene la palabra de una mujer frente a los privilegios heredados? ¿Cómo se construye una verdad legal cuando la emocional se desmorona?
#PasDeVagues
Basada en hechos reales, estamos ante un caso de persecución escolar, supuestamente de un profesor hacia una alumna, pero la realidad va mostrándose por sí misma y el caso se torna más bien hacia una persecución contra el profesor. Julien es un profesor de instituto. Joven y decidido, intenta crear un vínculo con su clase tomando a algunos estudiantes bajo su protección, incluida la tímida Leslie. Este trato preferencial es mal percibido por algunos compañeros que atribuyen otras intenciones al profesor. Julien está acusado de acoso. El rumor se extiende. El maestro y su alumna se encuentran atrapados en una espiral fuera de control, frente a un colegio que corre el riesgo de estallar en llamas.

#PasDesVagues o lo que es lo mismo, “Sin generar conflictos”, se convirtió en el lema del movimiento de liberación de la palabra del profesorado en Francia cuando salieron a la luz numerosos casos de denuncias falsas a profesores y la gota que colmó el vaso fue cuando en 2018 circularon unas imágenes en redes sociales en las que se ve a un alumno apuntando con un arma falsa a una profesora sentada frente a su ordenador. Fue entonces cuando el hashtag #PasDeVagues reapareció en las redes. Tras dirigir Jimmy Rivière (2011) y Le Prix du Succès (2017), el filólogo, profesor y cineasta Teddy Lussi-Modeste dirige su tercera película, La acusación, coescrita por Audrey Diwan, con el propósito de narrar su propia historia.
“El sufrimiento había sido demasiado grande durante años. Los profesores necesitaban denunciar la violencia que sufrían a diario y el silencio de su jerarquía ante ese dolor. Al leer la prensa, se percibe claramente que los docentes están poco o mal protegidos por una institución que, paradójicamente, ha construido con los años su propia fragilidad… Hoy los profesores hablan, y es importante escucharlos”, comenta el director del filme. “¿No formamos a futuros ciudadanos?”, pregunta Julien a sus compañeros en un intento de encontrar soluciones al conflicto generado, indignado por la pasividad del resto del profesorado.
La película se sostiene sobre una puesta en escena sobria, en tono de thriller, casi documental, que confía en el poder del diálogo y en la elocuencia del silencio. Los primeros planos -contenidos pero elocuentes- nos recuerdan que la verdad no siempre es visible, que la justicia no siempre llega en forma de veredicto, y que el dolor -como la duda- no se resuelve en 90 minutos de metraje. La música de Jean-Benoît Dunckel, cofundador del dúo Air, aporta elementos electrónicos y guitarras shoegaze, con guitarras aéreas, cristalinas, desgarradas, lo que permite al espectador entrar en una dimensión tanto electrónica como acústica, idónea para acompañar la trayectoria del personaje principal.