La inteligencia artificial (IA) se perfila como uno de los grandes desafíos para la industria musical en España. Un informe encargado por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) advierte que, si no se regula, la expansión de la IA podría reducir hasta en un 28% los ingresos por derechos de autor en 2028, lo que equivaldría a unas pérdidas cercanas a los 100 millones de euros solo en ese año y a entre 160 y 180 millones en el periodo 2025-2028.
El estudio, elaborado por la consultora Know Media junto a la Universidad Carlos III, contextualiza la amenaza en un mercado en plena eclosión. Según la firma Goldmedia, las aplicaciones de IA musical, valoradas en 300 millones de dólares en 2023, superarán los 3.100 millones en 2028, con un crecimiento anual del 60 %. El efecto ya se percibe: en 2024 se registraron más de 36 millones de nuevos ISRC, el doble que en 2018, impulsados por decenas de miles de canciones generadas a diario con algoritmos en plataformas como Spotify o Deezer. Esta última estima que el 18 % de su catálogo corresponde ya a música creada con IA.
Los autores españoles ven en este fenómeno una amenaza directa. La encuesta incluida en el informe refleja una sensación general de incertidumbre: temen perder encargos y ver reducidos sus ingresos, sobre todo aquellos que perciben más de 7.000 euros anuales en derechos, que auguran descensos de hasta el 40 % en los próximos años. Apenas un tercio de los creadores han usado IA de manera esporádica, sobre todo para marketing, mezcla o masterización, aunque se prevé que la música de librería, las bandas sonoras y las producciones audiovisuales sean las más afectadas a corto plazo.
Entre las herramientas más utilizadas destacan generadores de letras como ChatGPT, programas de composición como Suno o BandLab, y soluciones de masterización como LANDR o iZotope Ozone. Sin embargo, el 67% de los músicos que recurren a ellas lo hacen en sus versiones gratuitas, lo que apunta a un uso limitado y todavía marginal en comparación con la creación tradicional.
Uno de los puntos más delicados del debate es el entrenamiento de algoritmos con obras protegidas. El 61% de los autores rechaza que sus composiciones puedan ser empleadas con este fin, incluso a cambio de remuneración, mientras que el 39% se muestra dispuesto si se garantiza una compensación justa. La legislación europea vigente, diseñada en 2019, permite excepciones para la minería de datos con fines científicos, pero no contemplaba la magnitud de la IA generativa. Fallos judiciales recientes han ampliado esas excepciones, generando alarma en el sector cultural.
El impacto no es solo nacional. La Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) estima que, entre 2023 y 2028, las pérdidas globales para los creadores podrían ascender a 22.000 millones de euros, con 10.000 millones vinculados a la música y 12.000 al audiovisual.
Ante este panorama, los músicos reclaman una regulación urgente. Exigen mecanismos de compensación por el uso de sus obras en el entrenamiento de modelos, transparencia en los algoritmos de recomendación y un etiquetado claro de los contenidos generados por IA. También alertan del riesgo de homogeneización en la música y de una erosión en el concepto de autoría. Aunque reconocen ventajas potenciales —como la democratización de herramientas creativas o la mejora en productividad—, la balanza se inclina hacia el pesimismo.
“Estamos ante una cuarta revolución industrial que afecta primero a la cultura”, recoge el informe, en el que los creadores urgen a las administraciones a proteger la creación humana antes de que la inteligencia artificial redefina el mapa económico y artístico de la música en España.