Mark Zuckerberg quiere competir en serio en el mercado de la inteligencia artificial (IA) y por eso ha anunciado una nueva unidad de negocio en Meta: Superintelligence Labs. Facebook, para enfatizar su apuesta por el metaverso, cambió el nombre de su matriz a Meta en 2021. Por el momento se descarta un nuevo cambio de marca para hacer ahora énfasis en la IA, aunque los incentivos que la compañía está poniendo sobre la mesa para atraer talento a este nuevo equipo están haciendo vibrar a Silicon Valley.
El departamento de Superintelligence Labs lo codirigirán Alexandr Wang, ex-CEO de una startup puntera del mercado IA, Scale AI; y Nat Friedman, también ex-CEO, pero de Github, el repositorio de código propiedad de Microsoft. “A medida que se acelera el desarrollo de la IA se vislumbra la aparición de la superinteligencia”, escribía Zuckerberg, CEO de Meta, en una circular dirigida a la plantilla hace unos días. “Será el comienzo de una nueva era para la humanidad y haremos lo que haga falta para liderarla”.
Pero el también fundador de Meta está olvidándose de una parte crucial para construir la “nueva era para la humanidad”: está ignorando a la mitad de la población del planeta. Aunque el nuevo equipo de Superintelligence Labs cuenta con mujeres, casi todos los fichajes anunciados en los últimos días son hombres. Solo hay excepciones como la de Huiwen Chang, procedente de OpenAI, o Mariya I. Vasileva, que ya formaba parte de Meta. La falta de equidad está llamando la atención de especialistas y analistas de la industria.
‘It’s Raining Men’
Hacía años que no se veía tanto entusiasmo en el mercado laboral de la industria tecnológica estadounidense. Tras años de despidos masivos, Meta está poniendo toda la carne en el asador con su Superintelligence Labs, y sus competidores ya lo saben. Sam Altman, CEO de OpenAI, la propietaria de ChatGPT, confesaba en un podcast reciente que Zuckerberg había ofrecido a sus empleados primas de hasta 100 millones de dólares (unos 85 millones de euros) si se iban con él.
Los trabajadores de Meta le han puesto hasta un nombre a esta agresiva política de contrataciones: Zuck Buck’s (“los pavos de Zuck”, en inglés). Y no solo OpenAI es consciente de ello: esta semana pasada Meta también cerró el fichaje de Ruoming Pang, el ‘cerebro’ que estaba desarrollando la nueva Siri de iPhone. Este es un duro golpe para Apple, que se ve todavía más relegada en la carrera por dominar el fenómeno de moda en el sector.
La mayoría de fichajes conocidos proceden de firmas como OpenAI, DeepMind (Google) o Anthropic, y aunque su experiencia común es la inteligencia artificial, sus especialidades son variadas: van desde la mejora de aprendizajes de modelos de IA a campos como el de la visión artificial, crítico para sectores como el de la conducción autónoma que lideran mujeres españolas como Raquel Urtasun. También tienen en común otra cosa: la totalidad de los fichajes anunciados para el Superintelligence Labs de Meta son hombres.
Súper inteligencia
Cuando Zuckerberg habla de ‘súper inteligencia’, en realidad lo hace de inteligencia artificial general (IAG). Esta es la aspiración de cualquier empresa centrada en esta tecnología: la consecución de la IAG será un hito en la humanidad, puesto que esta tecnología sería un modelo capaz de desarrollar cualquier tarea cognitiva que pueda hacer un ser humano. Aprender, razonar e incluso resolver operaciones, cálculos o encargos para los que no ha sido inicialmente entrenada.
Por supuesto, la consecución de una tecnología de ese calibre representa un sinfín de desafíos éticos y sociales que lindan lo visto en la literatura de ciencia ficción. De ello han advertido incluso voces como la del magnate Elon Musk, que fue, hasta hace poco, una de las más críticas a este respecto. En respuesta, las grandes tecnológicas crearon en los últimos años modestos equipos de supervisión ética. Google descabezó el suyo en 2020, cuando despidió a Timnit Gebru, una investigadora negra que había advertido de los riesgos raciales que representaba la por entonces incipiente IA generativa.
La diversidad es esencial en muchos negocios. En el desarrollo de la IA es crítico. Los modelos algorítmicos trabajan con grandes bases de datos que le sirven como ‘alimento’. Si un modelo genera respuestas xenófobas o misóginas será porque ha sido entrenado con un set de datos poco variado. Las consecuencias pueden ser devastadoras: si un modelo es el que decide a quién se le da una hipoteca o un trabajo, las mujeres pueden verse en problemas si se han usado bases de datos no auditadas o diversificadas.
Además, el campo de la ética en IA es un campo dominado por perfiles femeninos. Una de las pocas especialistas conocidas que forman parte del nuevo departamento de Meta es Mariya I. Vasileva, que ya formaba parte de Meta y ha trabajado en otras empresas como Amazon. Su campo profesional: la seguridad en el desarrollo de modelos IA multimodales. Sin embargo, solo han trascendido los fichajes. Todo hombres.
Los últimos cambios
Meta también hizo esfuerzos en el pasado por contar con supervisión ética de sus desarrollos en inteligencia artificial. Sin embargo, en noviembre de 2023 también acabó con su división de IA responsable, entonces compuesta por unos 40 empleados. Fue reemplazada por un consejo asesor externo de IA ética que constituyó en mayo de 2024, compuesto además solo por cuatro hombres que no recibirían remuneración alguna por su desempeño. Uno de ellos, de hecho, era Nat Friedman, ahora premiado con el puesto de codirector de la nueva división de Meta Superintelligence Labs.
Los cambios en la estructura de Meta tratan de adaptar a la tecnológica a un sector cada día más competitivo, y aunque los incentivos económicos estén teniendo su efecto y la compañía de Zuckerberg consiga atraer a talento de toda la industria, el CEO también tendrá que explicar muy detalladamente a los accionistas cuáles son sus planes. En 2020, un año antes de que Facebook cambiara su nombre a Meta, el departamento encargado de desarrollar las gafas de realidad virtual y las herramientas para alcanzar el metaverso pasó a llamarse Reality Labs. Hasta la fecha, Reality Labs ha quemado más de 60.000 millones de dólares en esta apuesta, sin que los inversores hayan visto todavía claro retorno alguno.
Será cuestión de tiempo comprobar cuál es la suerte del nuevo equipo de Superintelligence Labs, que cuenta con unos incentivos económicos que ya son la envidia de todo el sector. Lo hacen, eso sí, en una empresa que en 2023 navegó bajo la estricta fórmula de la “eficiencia”, con la que Zuckerberg justificó el despido de más de 11.000 empleados a finales de 2022, otros 10.000 trabajadores en 2023 y unos 3.600 profesionales en enero de este mismo 2025. En total, casi 25.000 personas han perdido su trabajo en una compañía que ahora quiere ser la reina de la inteligencia artificial general.