España es uno de los países de Europa con mayor presencia de prostitución y explotación sexual. Según un macroestudio del Ministerio de Igualdad, al menos 114. 576 mujeres ejercen la prostitución en el país, y hasta el 90 % de ellas podrían ser objeto de explotación sexual.
Datos como éstos revelan una realidad oculta que convive con una normalización social alarmante: el consumo de sexo pagado está tan extendido que personajes acusados de corrupción, como José Ábalos, suelen hacer referencia a “las prostitutas” sin que eso les suponga un escándalo personal. En ese contexto, el cine cobra una función vital para retratar sus complejidades, visibilizar su violencia e impulsar la reflexión colectiva. A continuación, obras imprescindibles que abordan la prostitución desde una mirada crítica, profunda y plural.
Las noches de Cabiria (Federico Fellini, 1957)

Un clásico indiscutible. Giulietta Masina interpreta a Cabiria, una prostituta de Ostia que, con una mezcla de inocencia y dignidad, busca el amor en un mundo hostil que la explota constantemente. La maestría de Fellini está en evitar cualquier juicio moral: Cabiria no es víctima ni villana, sino un ser humano cuya vulnerabilidad ilumina la pantalla. La materia social—los chulos, los vividores—se retrata con crudeza, pero lo que perdura es su fuerza interior. Hay una escena: tras cada desilusión, se levanta y sigue adelante. Ese gesto sencillo e íntimo la convierte en símbolo de resistencia.
En clave estética, la película rompe con la imagen generalizada de la prostitución en el cine. No es sinónimo de tragedia absoluta ni de redención religiosa: es la exploración de una mujer que sobrevive, resiste y nos habla de la dignidad en lo cotidiano. Ese plano de la procesión en la que Cabiria se mezcla con la muchedumbre ofrece una metáfora poderosa: la prostitución como parte de la urdimbre social, no un espectro ajeno.
Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967)
Catherine Deneuve da vida a Séverine, una esposa burguesa que, a pesar de una aparente estabilidad, arrastra traumas y deseos reprimidos. Decide prostituirse en un burdel de lujo durante las horas de inactividad de su marido. No lo hace por necesidad económica, sino por una pulsión interna: la búsqueda de identidad y poder personal. Buñuel convierte la historia en un thriller psicológico. El erotismo se tiñe de perversión y dominación; la inocencia y la perversión se conjugan en un viaje hacia lo prohibido.
La ambigüedad moral se respira en cada escena: no hay migrantes, no hay desesperación económica, pero sí una violencia simbólica en ese ejercicio del placer que asusta y exalta a la vez. Belle de Jour complejiza la prostitución desde un enfoque de clase y privilegio, revelando que el poder no niega el abismo interior; sólo lo enmascara.
Anora (Sean Baker, 2021)

Ganadora de la Palma de Oro en Cannes y una de las grandes triunfadoras en los últimos premios Oscar, Anora es la nueva película del director estadounidense Sean Baker, quien ya había explorado la prostitución en Tangerine. Esta vez lo hace a través de la historia de una joven prostituta del área de Brooklyn que se ve envuelta en un matrimonio repentino con el hijo de un oligarca ruso. Baker combina comedia negra y realismo social para retratar las contradicciones del sistema que explota a mujeres jóvenes bajo la apariencia de autonomía. La prostitución no aparece como glamour ni miseria absoluta, sino como un espacio intermedio donde las ilusiones de libertad se enfrentan a los límites brutales del dinero y el poder.
Pretty Woman (Garry Marshall, 1990)

De una forma deliberadamente crítica, esta película mainstream colocó la prostitución en el centro del entretenimiento masivo. Julia Roberts interpreta a Vivian, una prostituta de Los Ángeles contratada por un magnate (Richard Gere). Lo que empezó como un encargo se convierte en una historia de amor. El film celebra la transformación de Vivian, pero deja intactos los problemas estructurales: los permisos sociales, el poder económico, la diferencia de clase.
Sin embargo, Pretty Woman vende una versión edulcorada y paternalista de la prostitución. El poder del hombre rico “rescatando” a la mujer marginal refuerza estereotipos peligrosos. Pero también, en su defensa, se ha dicho que fue la primera película que llevó a la prostitución a una audiencia global, y que al hacerlo —aunque sin matices—, puso el tema en la conversación social. Su legado es contradictorio: sirvió de espejo y de anestesia.
Madame Claude (Biopic, 2021)

Este biopic francés relata la vida de Fernande Grudet, responsable de una red de prostitución de lujo vinculada a la élite política y empresarial. Madame Claude no pinta a la protagonista como víctima, sino como empresaria fría, inteligente, manipuladora: una proxeneta con poder, símbolo de una masculinidad invertida. La narración desvela los mecanismos de explotación, corrupción y complicidad institucional, pero desde el punto de vista de quien ejerce el poder económico sobre el cuerpo de otras mujeres.
Un comentario habitual de espectadores en Reddit definió la película como una “biopic fascinante que muestra las múltiples caras del proxenetismo de alta gama”, con ese sentir de cine de espionaje y poder. No hay redención para Madame Claude, sólo un retrato de por qué y cómo pudo alcanzar su imperio.
The Deuce (Serie, HBO, 2017‑2019)
Aunque no fue solicitada inicialmente, su inclusión resulta esencial. La serie creada por David Simon muestra la transformación de Nueva York en los años 70 y 80, con la prostitución llegando a transformarse en negocio legal gracias al fenómeno del “Times Square red light”. Cada episodio expone el impacto de estos cambios en las mujeres prostitutas y en la sociedad.
Lo notable de The Deuce es su mirada coral y crítica: prostitución, trata, pornografía, feminismo emergente, control policial, VIH. Las prostitutas no son objetos: tienen agencia, sufren violencia, crean comunidad, se defienden. El metraje se convierte en un documento de una era y un territorio donde la línea entre libertad y explotación es líquida y peligrosa.

El análisis de estas obras revela que la prostitución no es un fenómeno monolítico ni fácil de representar. Desde el neorrealismo italiano (Las noches de Cabiria), al surrealismo con erotismo perverso (Belle de jour), pasando por la cotidianidad sin filtro (Anora), la parodia romántica (Pretty Woman), el retrato del poder económico (Madame Claude), o la crónica colectiva (The Deuce), cada enfoque arroja luz sobre aspectos diversos: la marginalidad, la fantasía, la industria, la trata, la identidad.
España, donde la prostitución convive con cifras alarmantes y donde la explotación está legalmente tolerada, necesita obras que superen el estigma y hablen de derechos humanos. El cine y la televisión tienen una responsabilidad: no reducir la prostitución a miseria o glamour, sino explorar sus rincones oscuros y las historias de quienes la transitan.


