La profecía que nadie leyó: la novela de 1909 que predijo redes sociales y teletrabajo

Si buscas una lectura corta que ilumine el presente sin moralina, esta desconocida novela de ciencia ficción es un hallazgo

La Máquina se para (E.M. Forster) - Cultura
Una imagen simbólica de 'La Máquina se para', de E.M. Forster.
Artículo14/ DALL·E

Cuando hablamos de ciencia ficción visionaria, solemos pensar en grandes sagas del siglo XX. Pero décadas antes, E.M. Forster publicó un relato largo que, leído hoy, parece un espejo del presente: La Máquina se para. Escrito en 1909, anticipa la vida en habitaciones individuales conectadas por pantallas, la comunicación instantánea, la adoración a un sistema tecnológico que lo resuelve todo… y el riesgo de que ese sistema falle.

Una habitación, una pantalla, un mundo “a un clic”

En La Máquina se para, las personas viven aisladas en celdas subterráneas. Todo lo hacen a distancia: charlar, aprender, escuchar conferencias, disfrutar del ocio. Si hoy pensamos en videollamadas, redes sociales y plataformas de contenido, la correspondencia es inevitable.

La obra imagina una sociedad que sustituye la experiencia directa por la mediada. Y ahí late su primera advertencia: cuanto más cómodo es el acceso al mundo, menos salimos a vivirlo.

La Máquina se para - Cultura
Portada de la novela ‘La Máquina se para’, de E.M. Forster.
Ediciones el Salmón

El sistema central —“la Máquina”— garantiza suministro, cultura y comunicaciones. No hay fricción. Todo llega a la celda, impecable. La máquina se para describe con lucidez cómo la eficiencia tecnológica puede convertirse en ideología. Si lo resuelve todo, ¿para qué cuestionarla?

Forster retrata a una sociedad que confunde comodidad con verdad y progreso con dependencia. La tesis no es antitecnológica: es una alerta contra la fe ciega.

Redes sociales ‘avant la lettre’

Forster acierta también en el tono. Conversaciones rápidas, ideas compartidas sin contexto, conferencias que se consumen como si fueran una timeline. En La Máquina se para hay prestigio digital (quién habla más, quién tiene más oyentes), hay contenidos breves y hay opinión instantánea. Lo que hoy llamaríamos “viralidad” aparece insinuado en esa circulación permanente de mensajes.

La profecía que nadie leyó: la novela de 1909 que predijo redes sociales y teletrabajo
Retrato de E.M. Forster, por Dora Carrington.
Wikipedia

Uno de los aspectos más actuales del libro es el “teletodo”: trabajar, aprender o escuchar música sin salir de la celda. La comodidad se vuelve norma. La Máquina se para intuye la desmaterialización del aula y la oficina, y plantea una pregunta que seguimos arrastrando: si el conocimiento y el empleo caben en una pantalla, ¿qué perdemos cuando desaparece el encuentro físico? La respuesta es clara: perdemos mundo.

En el relato, viajar físicamente es casi un sacrilegio. El protagonista que decide salir al exterior rompe la burbuja de la Máquina. Este gesto resume el corazón del libro: conocer exige riesgo, tocar la realidad mancha, incomoda, contradice. La Máquina se para recuerda que ninguna interfaz, por perfecta que sea, sustituye al cuerpo y a la presencia.

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