Tras conquistar el Goya 2025 a Mejor Canción Original por Los Almendros y consolidarse como una de las artistas más singulares de la nueva escena española gracias a su álbum debut Amoríos. La verdad de mi coplilla, La Tania regresa con Teteo, un himno luminoso y veraniego junto al mítico grupo Papá Levante, que forma parte de un bundle de tres temas muy veraniegos. La canción, una cumbia flamenca con ecos de rumba, tangos y verbena, es un canto a la amistad femenina, al consuelo y a las noches en las que solo una amiga puede salvarte.
“Cuando estás desgarrada, ellas te hacen tirar pa’lante. Es mi homenaje a esos momentos en los que solo una amiga puede salvarte”, explica la cantante alicantina, que firma esta colaboración como un reencuentro generacional entre mujeres de distintas épocas de la música popular española.
Teteo es una canción alegre, bailable, con aires de verbena. ¿Cómo nació este tema tan despreocupado?
Es una canción divertidísima, pensada para los directos. En ese momento vital necesitaba divertirme un poco. Venía de un proyecto más íntimo como Amoríos y me apetecía soltarme, disfrutar. Por eso elegí una cumbia con aire de rumba, un género que siempre me ha encantado pero al que no me había atrevido a acercarme hasta ahora. Quería hablar de las amigas, de ese apoyo que te sostiene cuando pasas un mal momento.
Y en ese contexto aparece Papá Levante.
Sí. Pensando en esas mujeres que me inspiraban, me vinieron ellas a la cabeza. Son un grupo referente, crecí escuchándolas. Bailaba mucho de pequeña —en mi casa sonaban sin parar— y quién no conoce Aunque parezca mentira... Yo bailaba mucho sus canciones, aunque en realidad bailaba mucho en general. Cuando terminé la canción me di cuenta de que sonaba a Papá Levante. Se la mandé por Instagram sin demasiadas expectativas… y me contestaron que sí. Enseguida nos fuimos a grabar a un estudio en Jerez.
¿Cómo fue ese reencuentro entre generaciones?
Maravilloso. Son generosas, luminosas, muy “bonicas”. Me ilusiona pensar que esta colaboración también puede ser el inicio de un regreso para ellas. En Teteo está su espíritu, esa alegría mediterránea que tanto admiro.
Has dicho que Teteo abre una nueva etapa más alegre y “dosmilera”. ¿Qué significa eso para ti?
Sí, es el comienzo de una etapa más luminosa. Amoríos era un disco íntimo, de ruptura y vulnerabilidad. Con Palace, mi nuevo bundle, quería mostrar otra cara: la de los veranos en Benidorm, el humor, la amistad, la ligereza. Soy de Alicante y eso también forma parte de mí. Es un trabajo más vitalista, pero con letras que siguen siendo profundas.
¿Cómo conviven esas dos caras —la vulnerabilidad y la fiesta— dentro de ti?
Van de la mano. En el documental que grabé con C. Tangana, La guitarra flamenca de Yerai Cortés, dije que solo tenía sentido mostrarme si contaba la verdad. Cuando pierdes el miedo a lo que piensen los demás, te liberas. Yo vengo de un pueblo, he tenido mis prejuicios, pero al final todos pasamos por lo mismo: rupturas, miedos, ilusiones. Lo importante es contarlo con honestidad.

Tu Goya por Los Almendros llegó muy pronto en tu carrera. ¿Qué te ha cambiado ese reconocimiento?
Te cambia la vida, claro. No por el premio en sí, sino por la fe que te da. Es como una señal de que la lucha y el trabajo valen la pena. Detrás de ese Goya hay muchos años de esfuerzo y de resistencia. Siento gratitud y esperanza, y también responsabilidad: seguir haciendo las cosas con verdad.
En Palace colaboras con Yerai Cortés y Nusar3000. ¿Qué aporta cada uno a tu sonido?
Yerai es mi compañero, también mi compañero de viaje musical. Nos entendemos sin hablar, comparte mi raíz flamenca y mediterránea. Nusar3000 aporta la parte más contemporánea, ese toque digital y experimental que abre nuevos caminos. Entre los tres encontramos un equilibrio entre lo clásico y lo moderno, lo emocional y lo bailable.
Has mencionado que no quieres encasillarte. En Teteo mezclas cumbia, rumba y pop veraniego. ¿Qué te guía a la hora de elegir esos sonidos?
No es algo tan consciente. Simplemente elijo sonidos que me gustan, que bailaría yo. En Amoríos sí tuve más intención de rescatar la copla o el folclore, pero aquí me he dejado llevar por la intuición. Me atrae mucho el sonido mediterráneo, los coros, la percusión ligera. Quería que Teteo sonara a verano, a terraza, a amistad.
Esa mezcla conecta con una tradición de música popular femenina. ¿Sientes que hay una genealogía que te precede?
Sí, totalmente. Me inspiran mujeres como Rocío Dúrcal, Marifé de Triana o Farina, pero también artistas más recientes que han sabido reinterpretar esas raíces. Siempre he sentido que la copla y el folclore son nuestras raíces, pero que merecen contarse desde el presente, sin prejuicios ni carga política. Yo quiero que se vean como algo vivo, universal.
Has dicho que te da rabia esa “carga política involuntaria” de la copla.
Es que muchas veces se la asocia con ideologías o estéticas del pasado, y eso le hace daño. La copla tiene una potencia emocional brutal. Habla de amor, de deseo, de dolor. No pertenece a nadie más que al pueblo. Mi trabajo es devolverle esa libertad y esa verdad desde el siglo XXI.
¿Cómo dialoga ese espíritu con tu mirada feminista?
Mi feminismo está en la manera de estar, de elegir y de trabajar. En Teteo hay una energía femenina poderosa, colectiva. Las amigas, las mujeres que se acompañan, las que te levantan del suelo. También en mi forma de trabajar, de poner límites, de no dejar que nadie me reduzca.
¿Has sentido machismo en la industria?
Sí, claro, todas lo hemos sentido en algún momento. Pero creo que ahora muchos hombres están haciendo el esfuerzo de abrir espacio, de escuchar. Cuando era más joven sí lo viví más. Hoy me siento rodeada de compañeros que me respetan y me apoyan. Lo importante es poner límites y no dejar que te definan por con quién trabajas o con quién estás.

¿Te molesta que tu nombre se asocie siempre a figuras masculinas como C. Tangana o Yerai Cortés?
No me molesta, porque los admiro y somos equipo, pero sí creo que a veces hay que recordar que yo tengo mi propio camino. No soy “la de Yerai”, ni “la del Goya”, ni “la de Tangana”. Soy La Tania. Y ese camino lo he trabajado sola, con esfuerzo y con fe.
Muchos artistas jóvenes denuncian la “bulimia musical” de las redes. ¿Cómo lo gestionas tú?
Totalmente. Ahora tienes que ser artista, community manager, editora y productora todo a la vez. Intento no caer en esa bulimia musical de sacar por sacar. Me obligo a parar, a volver a escuchar a los clásicos: Caracol, La Niña de los Peines, Marifé de Triana, Los Chichos, Junco, Paco de Lucía… Si no escuchas con calma, te vacías. Prefiero hacer menos, pero con mimo y verdad.
¿Qué artistas actuales te inspiran?
Me gusta mucho lo que están haciendo Ralphie Choo, Rusowsky, Ángeles Toledano o Yerai. Hay una generación que está experimentando sin miedo. Pero echo de menos cierta intensidad, grabaciones cuidadas, letras más nítidas. Yo soy amante del trabajo artesano: grabar con amor, con tiempo, que se entienda cada palabra.
¿Qué te gustaría explorar en el futuro?
Seguir mezclando géneros, pero sin perder mi raíz. Me gustaría colaborar con mujeres de distintas escenas, desde la música urbana hasta la copla o la electrónica. Y seguir haciendo canciones que emocionen y que bailen a la vez.
Es naturalidad que abanderas, ¿de dónde procede? ¿Has hecho un gran trabajo sobre ti misma?
No lo he pensado tanto, pero sí. Me esfuerzo por intentar ser buena persona simplemente, ir a terapia, intentar tener empatía. Todos intentamos trabajar en nosotros mismos, esforzarnos por ser mejores. Y no solamente en lo que hacemos: ser mejores seres humanos.