En su momento, Jean-Pierre y Luc Dardenne revolucionaron el lenguaje del realismo social cinematográfico con la película que les proporcionó su primera Palma de Oro, Rosetta (1999), y desde entonces se han consolidado como los autores más destacados del género gracias a su extraordinaria habilidad para captar la condición humana sin recurrir al didactismo ni al sentimentalismo facilón.
Durante ese tiempo, los hermanos belgas han prestado atención de manera recurrente a la maternidad y la infancia y, de hecho, puede decirse que su nuevo largometraje, Recién nacidas, reúne elementos argumentales presentes en varias de sus obras anteriores: como El niño (2004), que les proporcionó otra Palma de Oro -muy pocos otros directores han ganado el premio dos veces-, plantea las dificultades derivadas de traer un bebé al mundo en situaciones de desesperación y privación; como El niño de la bicicleta (2011), observa a adolescentes bajo tutela institucional; y como Tori y Lokita (2022), ofrece una mirada juvenil a la vida en los márgenes.

Por primera vez en su carrera, eso sí, aquí los Dardenne no se centran en uno o dos personajes centrales sino que se sirven de un cuarteto de protagonistas, residentes de un refugio para madres adolescentes en Lieja, para componer un retrato coral de resiliencia en medio de la adversidad. Azotadas por la pobreza, la inestabilidad mental y/o problemas de adicciones, estas chicas se ven obligadas a tomar decisiones para las que apenas están preparadas con el fin de poder ofrecer a sus bebés el tipo de vida estable que ellas nunca tuvieron, y elegir entre darlos en adopción o asumir la responsabilidad de su cuidado es solo una de ellas.
Una de las jóvenes, Jessica, necesita entender por qué su madre la abandonó, porque tal vez eso la ayude a ella a darle a su propio hijo un futuro diferente; otra, Ariane, ya ha dado a luz y se muestra reacia a aceptar ayuda de su madre, una alcohólica vinculada sentimentalmente a un hombre violento; Perla, por su parte, queda consternada cuando, al salir de un centro de menores, su novio deja claro que la paternidad ocupa un lugar muy bajo en sus prioridades; y Julie está a punto de casarse con el padre de su hija, pero la perspectiva de su inminente independencia le provoca ataques de pánico y un miedo creciente a recaer en las drogas.

Mientras las observa, Recién nacidas combina instantes de ternura con otros de extrema crueldad, y grandes decisiones vitales con detalles cotidianos. Incluye durísimos enfrentamientos maternofiliales, momentos de despiadada indiferencia y penetrantes recordatorios de que estas jóvenes han perdido su propia infancia no solo a causa de la maternidad sino también por las cicatrices emocionales acumuladas antes de tiempo. Pero, a pesar de la miríada de reveses emocionales, familiares y económicos que las chicas afrontan, el relato avanza impulsado por su deseo aspiracional compartido.
Se trata de otra novedad en la obra de los Dardenne, habitualmente centrada en acercar a sus personajes cada vez más al abismo. Por encima de todo, Recién nacidas es una exploración de la resiliencia femenina, en la que los obstáculos individuales de ningún modo incapacitan a las chicas para ser madres; sus acciones en todo momento están guiadas por el interés de sus bebés.

Aunque sus caminos se cruzan ocasionalmente en las zonas comunes del hogar social, la película sigue a sus protagonistas separadamente en sendos hilos narrativos diferenciados, que revelan gradualmente las circunstancias que llevaron a cada una de ellas a la presente situación y ofrecen no solo destellos de su pasado sino también una ventana a su incierto futuro. La alternancia constante entre los distintos arcos narrativos, eso sí, restringe la profundidad de cada uno de ellos y nos priva de una película más paciente y atenta a la atmósfera y los matices psicológicos. En cualquier caso, por momentos, Recién nacidas se revela como una obra furiosa y conmovedora sobre el destino de mujeres obligadas a resolver cuestiones trascendentales sobre las vidas que apenas han empezado a vivir.
Entretanto, la película ofrece una genuina celebración del apoyo institucional y el sentido de comunidad que sus protagonistas reciben del hogar social donde residen, y de un pequeño equipo de cuidadoras dedicadas al crecimiento y bienestar de todas las madres y los bebés a su cargo. De este modo, se distancia de un tipo de retrato habitual en el cine social -también en algunas películas previas de los Dardenne- según el que las instituciones son espacios burocráticos más propensos a aplastar a la gente vulnerable que a ofrecer la ayudan que necesitan, y proporciona una defensa de la asistencia social especialmente pertinente en un presente en el que las tendencias sociopolíticas la ponen en peligro.

Pero no es solo por eso, decimos, que Recién nacidas es la película más optimista de los Dardenne hasta la fecha. A diferencia de otras ficciones dirigidas por la pareja, además, su peripecia argumental no se plantea a la manera de una cuestión moral que sus personajes deban resolver. Las vidas de estas cuatro jóvenes ya han sido muy duras, y ya las han enfrentado a dilemas desgarradores, por lo que los Dardenne prefieren dedicarse por encima de todo a dejar claro -a nosotros y a ellas mismas- que, pase lo que pase, estarán bien.


