La crítica despiadada

‘Vida privada’: a falta de suspense… Jodie Foster

Jodie Foster brilla en el primer gran papel en francés de su carrera en una comedia psicológica que utiliza el misterio como excusa para hablar de culpa, identidad y fragilidad emocional

Jodie Foster protagoniza la película 'Vida privada', de la directora francesa Rebecca Zlotowski
Jodie Foster protagoniza la película 'Vida privada', de la directora francesa Rebecca Zlotowski
Montaje: kiloycuarto

Las numerosas escaleras de caracol que aparecen en Vida privada son solo uno de los motivos presentes en el nuevo largometraje de la francesa Rebecca Zlotowski que evocan deliberadamente Vértigo (1958). La conexión de la película con el clásico de Alfred Hitchcock se ve reforzada por el misterio criminal que articula su peripecia argumental, y cuya víctima es una rubia que dicta el camino de la narración incluso una vez muerta.

Quien ocupa el centro de la historia, eso sí, es otra mujer: Liliane Steiner, psicóloga de la fallecida, encarnada por Jodie Foster en su primer papel protagonista en francés; anteriormente, la actriz estadounidense ya había interpretado personajes secundarios en producciones galas como Moi, fleur bleue (1977) y Largo domingo de noviazgo (2004). Conocemos a Liliane poco antes de que descubra que Paula (Virginie Efira), una paciente que no se ha presentado a sus tres últimas citas, se ha suicidado. Liliane no vio venir la tragedia, y se pregunta si pudo haber pasado algo más por alto. ¿Cuánto sabe realmente de la vida que llevan sus pacientes fuera de la consulta? ¿Es que graba sus sesiones con ellos porque los problemas que le cuentan le parecen demasiado frívolos como para escucharlos?

Jodie Foster encarna a una psiquiatra que se pone a investigar el aparente y sorpresivo suicidio de una de sus pacientes en 'Vida privada'
Jodie Foster encarna a una psiquiatra que se pone a investigar el aparente y sorpresivo suicidio de una de sus pacientes en ‘Vida privada’

Quizá azotada por esas dudas, o tal vez tratando de aliviar el sentimiento de culpa que le provoca saber que Paula puso fin a su vida ingiriendo la medicación que ella misma le había recetado, Liliane emprende una investigación detectivesca que Zlotowski adereza con comedia de enredo, un poco de romance y dosis generosas de estudio psicológico. Desde el principio, la doctora recibe señales extrañas de su propio cuerpo. En concreto, no puede dejar de llorar, e insiste en que el motivo de sus lágrimas no es la tristeza sino una especie de cortocircuito en los conductos lacrimales. Sea como sea, el trastorno resulta especialmente embarazoso para una mujer como ella, firme y poco acostumbrada a mostrar la más mínima emoción.

Mientras la contempla, Vida privada efectúa sucesivas incursiones en el absurdo, que la intensa interpretación de Foster se encarga de contrarrestar. Entretanto, Zlotowski ofrece giros argumentales suficientes para que la narración avance a buen ritmo, aunque no resulta difícil darse cuenta de que el aire hitchcockiano es más bien humo, puesto que el elemento criminal tiene menos relieve en la película que todo cuanto Liliane descubre acerca de sí misma en el proceso. La intriga, dicho de otro modo, está diseñada a modo de terapia para la psiquiatra, que lleva tiempo acomodada en su profesión y cuyas relaciones personales son un desastre. A ese efecto, Vida privada incorpora una traviesa subtrama en torno a una sesión de hipnosis durante la que Liliane descubre que en una vida anterior, durante la Segunda Guerra Mundial, fue un violoncelista judío. Aunque probablemente innecesaria, la secuencia envuelve la narración de un aire de misticismo paranormal, y permite a la película sugerir que, por mucho que creamos conocer a alguien o a nosotros mismos, siempre habrá aspectos de cualquier ser humano que permanezcan fuera de nuestra comprensión.

Fotograma de la película 'Vida privada', protagonizada por Jodie Foster
Fotograma de la película ‘Vida privada’, protagonizada por Jodie Foster

En su avance, Vida privada no se molesta en detallar la evolución que Liliane experimenta de doctora estoica a detective intrépida ni el alcance emocional de su reencuentro con su antiguo compañero sentimental, interpretado por Daniel Auteuil; más importante, no esconde la banalidad esencial de la investigación central, cuyos mecanismos nunca se muestran suficientemente elaborados como para generar tensión o estimular la imaginación. Tras la intervención en el relato de un alisador de pelo, varios robos y una enigmática pintada de color rojo, la verdad sale a la luz de manera demasiado conveniente al final, simplemente para que Liliane aprenda a ser una profesional más atenta mejor y una madre más comprensiva.

Pese a ello, Vida privada se las arregla para ofrecer un entretenimiento notable de forma sostenida a lo largo de sus 100 minutos de metraje. Por un lado, la dirección de Zlotowski es admirablemente ágil; por otro, la película echa chispas cada vez que Foster y Auteuil comparten escena. Pese a que su personaje es ante todo un estereotipo, además, la actriz logra dotarlo de gran humanidad a medida que su fachada de mujer inteligente, controlada y profesional se cae para dejar a la vista a una persona impulsiva, irracional e insegura. Y en el proceso, asimismo, saca un buen provecho de la oportunidad de ejercitar una vis cómica que, a lo largo de las décadas, el cine estadounidense raramente ha sabido explotar.

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