Aunque pueda parecer extraño, la teniente Yaiza Galindo ya pilota un caza F-18 a sus 24 años. Una situación singular para un civil, pero no para un militar. Y es que los miembros del Ejército del Aire y del Espacio, como ella misma dice, empiezan a volar el F-18 o el Eurofighter entre los 23 y 26 años, que es la franja de edad en la que terminan sus estudios castrenses.
Sin bien admite que aún le queda “mucho por aprender y volar”, la juventud de la teniente Galindo no parece nublar sus ideas sobre la labor que desempeña debido a la contundencia de sus palabras. Escasos días antes de que se celebre el Día de la Fiesta Nacional, la también piloto destaca la importancia de este trabajo y de esta jornada. Un día que para ella “significa orgullo”: “Orgullo de ser española y por formar parte de un equipo que se prepara continuamente para servir a la defensa de España”. Y más allá del desfile aéreo o terrestre, indica que el Doce de Octubre también le recuerda la “enorme responsabilidad” que supone garantizar la seguridad de los españoles desde el cielo a los mandos de un avión de combate.
Preparada para situaciones de “gran estrés”
Acerca de la claridad de ideas que transmite, esta se refleja, por ejemplo, en el análisis de la teniente sobre la cada vez más espinosa amenaza rusa en el frente oriental de la OTAN y el papel que las Fuerzas Armadas juegan en su disuasión: “El estado de bienestar de Europa se basa en que somos lo suficientemente capaces de disuadir a potenciales enemigos de llevar a cabo acciones ofensivas sobre nuestro territorio”. En este sentido, aunque espera que no se tengan que poner en marcha otra serie de medidas de respuesta, no descarta tener que participar en un futuro en misiones de defensa aérea.
Esta zona del mundo, el mar Báltico más concretamente, supone un punto clave para la teniente Galindo porque el entrenamiento que está realizando tiene entre sus cometidos la preparación de situaciones de “gran estrés”; entre ellas, la preparación de cara a una futurible alarma real en el Báltico. Una alerta que no tiene por qué ser siempre “mala”, señala la joven piloto, pues indica que también se han dado casos de aviones civiles con fallos de comunicaciones o de navegación.

El recorrido de la teniente Galindo
Sobre cómo la teniente Galindo ha llegado a pilotar un F-18 con 24 años, la militar explica a Artículo14 que con 18 años, y tras haber cursado Bachillerato Internacional y Bachillerato Nacional a la vez, se presentó a la EBAU, un requisito para poder optar a las pruebas de acceso del concurso oposición de entrada en las Fuerzas Armadas.
Una vez pasado el corte de la convocatoria, cursó cinco años de estudio en la Academia General del Aire en San Javier (Murcia), donde recibió formación militar, aeronáutica y universitaria, ya que estudió un grado de ingeniería de organización industrial a la vez.
Antes de empezar a volar en el tercer curso pasó un cuatrimestre en la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos por méritos académicos y militares. Al regreso del país norteamericano empezó a pilotar la aeronave Pillan y posteriormente, en cuarto, el Pilatus PC-21. A finales de este último curso fue seleccionada para la especialidad de caza y ataque, lo que le permitió cursar quinto en Talavera la Real (Badajoz), volando ahí en el F-5.
En 2024 salió como teniente y decidió pedir destino en el Ala 15, en Zaragoza, para manejar el F-18. A principios de agosto de 2024 empezó su formación teórica y en septiembre comenzó a volar el mencionado caza en el 153 escuadrón. Finalmente, en febrero de este año pasó a formar parte del escuadrón operativo.
Y pese a que la teniente Galindo todavía no ha salido del territorio español, curiosamente será dentro de un mes cuando se “bautice” en su primera misión en Lituania. Cabe recordar que la unidad de la que forma parte lleva participando en misiones y entrenamientos en el extranjero desde hace más de 30 años. “Sirva de ejemplo el caso de mi padre, que también fue piloto de caza y estuvo en infinidad de misiones en el extranjero”, agrega.
Con respecto al futuro, escenario en el que espera contar siempre con la protección de la Virgen de Loreto, destaca que le gustaría “consolidar horas y experiencia” en el F-18 y a través de todas las misiones en las que pueda participar. De igual manera, querría formar parte de misiones de la OTAN, para así poder trabajar con otras naciones y aprender del modo en que combaten fuerzas aéreas extranjeras. Y una vez “toque bajarse del avión”, los diferentes retos que se le planteen irán siempre encaminados a poder seguir aportando valor a la institución.

El trabajo de un militar
Sobre cómo es la preparación de la joven piloto, la teniente Galindo explica que antes de un vuelo hay que tener determinados conocimientos que se han ido adquiriendo, no únicamente en el estudio de teoría y manuales, sino también en horas de simulador. Además, previo a cada vuelo, los pilotos implicados se juntan para hacer un planeamiento de la misión donde se plantean los objetivos, las amenazas que puede haber, las tácticas que se van a utilizar o la asignación de las funciones a cada uno de los componentes de la formación.
Posterior a ello hay una sesión informativa donde se resume toda la planificación y se especifica como va a ser el vuelo de principio a fin. Después del vuelo hay una reunión donde se analiza de principio a fin la misión, el cumplimiento de los objetivos, la realización de las tácticas y las lecciones aprendidas para posteriores misiones. “En definitiva, el quehacer diario de un vuelo estándar de hora y media dos horas conlleva un trabajo anterior y posterior que va más allá de las cuatro o cinco horas, sin contar las del vuelo, y siempre que sea una misión sencilla. En caso contrario, el trabajo aumenta exponencialmente”, sentencia la teniente Galindo.