Más allá de la formación militar, mueve también el sentimiento a la hora de servir a un país. Algunos, provocados directamente por el conflicto bélico.
Algo que le sucedió a Mariya Vasílyevna Oktyábrskiy, la primera mujer conductora de tanque durante la Segunda Guerra Mundial. Perdió a su marido y completó su formación para acabar con tantos miembros del Ejército nazi como pudo.
Conoce su particular historia a continuación.
Los orígenes de la Mariya y su formación militar

Mariya Vasílyevna Oktyábrskiy nació entre 1902 y 1905 (las diversas fuentes indican ambas fechas, aunque se valida más la segunda) en Kiyat, una aldea de la actual Crimea, estando vigente aún el Imperio Ruso.
Su familia era campesina, y por su cercanía, creció en Sebastopol. Estuvo en otras localizaciones de la península de Crimea, acabando en Simferópol. Allí trabajó en una fábrica de conservas y también en la central telefónica del lugar, como telefonista.
En 1925, tras salir un tiempo con un cadete militar llamado Ilyá Fedótovich Riadnenko, se enamoró de él y juntos adoptaron el apellido Oktyábrskiy (en español, octubre, en honor a la revolución soviética).
Desde entonces, se convirtieron en inseparables, y mientras él combatía, ella empezó a leer y a formarse en la vida castrense. Gracias a esto, consiguió completar cursos de conducción y de ayuda médica, y también se formó en tiro de ametralladora y de otras armas.
Aunque su formación como tanquista, y su hito de ser la primera mujer conductora de tanque de la historia, aún tardaría un poco en llegar.
Al estallar el conflicto entre la Unión Soviética y la Alemania nazi en el verano de 1941, Mariya es evacuada. Fue escapando del conflicto hasta que acabó en Tomsk, en Siberia, sirviendo de telefonista en una academia de artillería.
Lamentablemente, es en ese momento cuando le notifican de que su marido había perdido la vida en combate. Concretamente, ante un ataque con ametralladora cerca de Kiev.
Cómo acaba la primera mujer a los mandos de un tanque en la Segunda Guerra Mundial

La caída en combate de Ilyá, lejos de hundirle, despertó en ella un fuerte sentimiento de venganza.
Así pues, Mariya se dirigió al centro de reclutamiento más cercano para poder ir a combatir al frente. Pero le rechazaron continuamente, debido a su avanzada edad (36 años) y a la tuberculosis en las cervicales.
Viendo que el Ejército Rojo sí admitía aportes del pueblo para el conflicto, Mariya no se lo pensó dos veces. Vendió sus propiedades y sus objetos de valor, empezó a bordar junto a su hermana y consiguieron reunir los rublos suficientes (50.000, nada más y nada menos) para encargar la fabricación de un tanque T-34.
Entonces, Mariya escribió al Kremlin para pedir la fabricación del tanque, con nombre de Compañera de Armas, y que ella fuera la conductora del mismo. Respondió a la petición el mismísimo Stalin, quien le contestó que así se haría.
En mayo de 1943, comenzó su formación como tanquista en Tomsk, y al finalizarla se convirtió en la primera mujer conductora de tanques del país y, probablemente, de la historia.
Con ganas de combatir, ya en octubre de ese año participaba a los mandos del T-34 encargado y pagado por ella misma. De acuerdo con los documentos de aquellos tiempos, el Compañera de Armas fue el primero en romper las filas enemigas de su área en el Frente Oeste, destruyendo incluso un cañón antitanques.
No obstante, en enero de 1944, acabó en un hospital de campaña tras tratar de reparar la rueda izquierda de su tanque tras acabar con tres nidos de ametralladora y 20 soldados y oficiales enemigos.
Fallecimento y legado de Mariya Vasílyevna
No consiguió recuperarse, y el 15 de marzo de 1944, Mariya Vasílyevna Oktyábrskiy falleció en el hospital de Smolensk. Allí fue enterrada con honores militares, en el paseo de la Memoria de los Héroes. Y en agosto de ese mismo año, recibiría el título de Héroe de la Unión Soviética.
Hoy hay calles en Rusia que llevan su nombre. Su tumba en Smolensk tiene una placa, y el colegio número 24 de Tomsk tiene un pequeño museo con sus pocas pertenencias y una escultura. Su acto de valentía, en parte también de venganza, no se olvida en el país.


