Hay mujeres que, por su valentía y por la sonrisa de la buena fortuna, rompen barreras incluso en los momentos de la historia más inesperados. Hay que remontarse al siglo XVI para conocer a la primera mujer almirante de la historia, la gallega doña Isabel Barreto de Castro.
A pesar de la breve duración de su título, su historia es digna de contarse y de conocerse. Hay hechos que no cuentan con la suficiente documentación, como el lugar de su muerte. Pero sus navegaciones han quedado reflejadas para siempre en la historia de nuestra Armada y de la milicia marítima del mundo.
Cómo una joven gallega termina al mando de un navío

Los orígenes de Isabel Barreto de Castro son algo difusos. Su nacimiento apunta al año 1567, en una familia noble de Pontevedra, Galicia.
Historiadores como Manuel Bosch Barrett creen que es hija de Francisco Barreto, un marinero portugués y gobernador de las Indias portuguesas.
De niña, se trasladó junto a su familia al Virreinato del Perú. Y allí conocería a quien acabaría siendo su marido, Álvaro de Mendaña. Los registros indican sus nupcias en Lima en el año 1586.
Este hombre era un navegante adelantado que viajó por el Pacífico. Precisamente en el año de nacimiento de Isabel, este inició su primera expedición por este Océano. Y unos meses después, formó parte del descubrimiento de la primera de las Islas Salomón.
Con la llegada de los de Castro a Perú, Álvaro se enamoró de Isabel. Empezaron los encuentros en privado, hasta que contrajeron matrimonio. Y unos años después, el 16 de junio de 1595, Isabel y Álvaro partieron en la expedición organizada por él de nuevo hacia las Islas Salomón. Eran cuatro embarcaciones y cerca de 400 personas.
Lamentablemente, en las islas Santa Cruz y pocos meses después de la partida, Álvaro de Mendaña falleció por la malaria. Antes de hacerlo, nombró a Isabel Barreto como gobernadora y a su hermano Lorenzo como almirante de la expedición.
Pero este también falleció, a los pocos días. Así que Isabel quedaba al mando de la expedición y como “adelantada del mar Océano”.
Las aventuras de Isabel Barreto, la primera mujer almirante de la historia

Dispuesta a no perder las tierras descubiertas, Isabel parte ya como la primera mujer almirante de la historia unas semanas después con tres de las cuatro hacia Manila, Filipinas.
Algunos problemas de abastecimiento, marcados por el uso desmedido del agua por parte de la almirante, complicaron el viaje. De hecho, casi ahorca a un hombre por ir a buscar comida cuando ella no lo había permitido. Pero terminó perdonándole la vida. Finalmente, llegaron al puerto final dejando 50 fallecidos en el viaje.
Al consumirse el año de viudedad, Isabel se casó con Fernando de Castro, un pariente del entonces gobernador de Manila. Y otro año después, en 1597, partieron juntos a México, donde terminaron afincándose.
También viajaron a Guañacos, en la actual Argentina, por una encomienda de Isabel que le había dejado su antiguo marido.

Quedaron sin el permiso ni los medios suficientes para poner rumbo al Pacífico, como ella quería. Y en 1605, vieron como una expedición con uno de los antiguos compañeros de Isabel, el cronista portugués Quirós (con quien había tenido varios problemas), se lanzaban al mar.
De hecho, portaba una real cédula de Felipe III que anulaba el título que le había dado Álvaro a Isabel. De hecho, se dice que fue quien instigó numerosas rebeliones a bordo del navío que habían compartido, e incluso con los nativos a los que se enfrentaron. Los años de enemistad habían hecho mella.
Eventualmente, los último años de Isabel Barreto son algo difusos. Hay quien dice que murió en 1610, y otros en 1612. Pudo haber sido en América o en España.
El historiador Bosch Barett recoge que la voz popular afirmaba que su final fue en un pueblo de Galicia. Allí, vivía con sus dos hijos y contaba sus aventuras como adelantada de las Islas Salomón. La llamada Reina de Saba desde su hito hasta sus últimos días acabaría falleciendo allí.


