¿Cómo es conducir un vehículo de toneladas de peso, que además suele ir bien armado? Esa es una pregunta cuya respuesta tienen también las mujeres que pueden conducir tanques en el Ejército español.
Si bien aún son menos que los conductores varones, sus capacidades y sus formaciones son iguales a las de estos. Y, poco a poco, cada vez más se van animando a ponerse en los mandos de los carros de combate y vehículos acorazados de nuestras Fuerzas Armadas. Y animan a muchas más a hacerlo.
La formación y las historias de las mujeres conductoras de tanques del Ejército

Algunas de nuestras militares han acabado en los mandos de estos vehículos acorazados y carros de combate incluso sin haberlo pensado nunca.
Para acabar al mando de estos, normalmente se debe ser propuesto para la instrucción por el jefe de compañía, escuadrón o batería. La propuesta depende de las necesidades de la unidad, y de la antigüedad del militar. Además, dependiendo del vehículo, es posible que se requiera completar antes las formaciones de artillería y cargador.
Al completar una formación teórica, se debe también completar la práctica. Esta se lleva a cabo en el Grupo de Instrucción de Unidades Acorazadas de Zaragoza. Y por ahí han pasado algunas de las protagonistas de este artículo, como las que hablaron hace unos años con ABC Córdoba sobre su labor.
Una de ellas es Margarita Lendímez, soldado del Batallón de Zapadores X. Natural de Bailén (Jaén), de niña veía caña año la Celebración de la Batalla de Bailén de 1808, y soñaba con ser militar.
Trató de ir al Ejército como voluntaria, y cuando su padre consiguió los papeles, su madre los rompió. No obstante, consiguió una nueva oportunidad a raíz de una captación. Y así entró al Ejército de Tierra.
Jamás se imaginó en un tanque, y finalmente, acabó conduciendo el carro que abre paso u obstaculiza a los enemigos. Lo lleva “a las mil maravillas”, y para ella, “es la creme de la creme“.
Asimismo, estuvo destinada en el Líbano en 2009 y en 2016, a bordo de este vehículo. Allí, se llevó “una lección de vida”, que le hizo “apreciar las cosas sencillas” de la vida.
Más historias particulares de este tipo de servicio

Otra de las mujeres a bordo de los tanques del Ejército de Tierra es Tamara de Paula. Nació en Bedmar y Garcíez, Jaén, y su pasado resulta bastante llamativo.
Regentaba un pub en Granada, cuando se interesó por la vida militar. Entonces, acabó en una base de Toledo.
El camino no fue fácil, pues pensó en tirar la toalla varias veces. Pero se esforzó mucho, y consiguió formar parte de las Fuerzas Armadas. Es conductora de carros de combate en el Batallón I-10 de la BRI X.
Su dedicación le ha llevado incluso al Líbano (2009), donde condujo el Leopard en el que sigue subida. De hecho, conoció a su marido en un relevo de uno de estos carros de combate.

Y otra conductora con paso también por el Líbano es Rebeca Martín, de Zamora.
Desde antes de Bachillerato, tenía claro que quería opositar y prepararse físicamente para pasar por el Ejército y por la Guardia Civil. Y con sólo 19 años, lo consiguió, siendo destinada al Centro de Formación de Tropa número 1 de Cáceres.
No obstante, su ferviente deseo era acabar en el Regimiento de Infantería Galicia 64 de Cazadores de Montaña. Así que, terminada su instrucción, se trasladó a Jaca, en Los Pirineos, donde tienen su base. Allí ha aprendido a trabajar, combatir y vivir en climas y terrenos de montaña y frío extremo.
Entre 2021 y 2022, pasó seis meses en la zona de conflicto entre Israel y el país libanés, con apenas 24 años. Allí, según cuenta a El Español, siempre agradecen la presencia femenina. Así, se siente menos incómodo el trato para las mujeres locales.
Aunque no se escapa de la mirada de sorpresa de muchos hombres del territorio, donde las mujeres tienen menos derechos que ellos. Por suerte, en el Ejército, nunca se ha sentido discriminada. Al contrario, le respetan igual que ella a sus compañeros masculinos.
Debido a sus conocimientos y formación, habitualmente conduce tanques y vehículos pesados de la ONU. Una labor que le apasiona, si bien desea cumplir la otra mitad de su sueño y servir en la Guardia Civil.

