La vida militar es dura, y más dura debe ser entre tubos, cables, con recursos limitados, sin privacidad y pasando hasta 25 días sin ver la luz del sol. Esa es la vida de la marinero torpedista Estefanía Ruiz, la única mujer que opera con esta especialidad en la Armada de España.
La marinero Ruiz pasó muchos años del submarino Tramontana, ya dado de baja, donde se encargaba de sus cinco torpedos y de dispararlos. Nunca contra un enemigo, pero con la capacidad necesaria para hacerlo “para cumplir su misión”. Esta es su historia, la de una mujer que pasa media vida bajo el mar.
Los orígenes de Estefanía Ruiz, la única mujer torpedista de la Armada

Estefanía Ruiz nació en Almería, en el año 1980. Estaba estudiando un grado medio de FP que no le gustaba mucho, y un día, decidió acompañar a un amigo a Granada para alistarse en la Armada.
Resulta que le gustó lo que escuchó del reclutador, que también era submarinista. Así que no se lo pensó mucho, y se alistó ella también. Así pues, se preparó para las pruebas, y consiguió el ingreso a la primera.
Desde hace 12 años, “Fany”, como prefiere que le llamen, es la única mujer torpedista en un submarino de la Armada de España. Está casada con otro marinero submarinista, y tiene tres hijos.
Este Ejército contaba en 2020 con 32 mujeres en la especialidad, y la marinero Ruiz es la única capacitada para usar estas armas. Una capacitación que obtuvo desde su primer momento, en su ingreso, con 18 años.
Y lo hizo a bordo del Tramontana, el mítico submarino que estuvo operativo entre 1984 y 2024.
Según cuenta a El Español, tras un primer paso por este buque, fue destinada tres años en el Arsenal Militar de Ferrol, concretamente, en la fragata Cristóbal Colón. Y “en cuanto pudo”, regresó al Tramontana.
La vida bajo el mar, y la vida como madre y militar

La marinero torpedista veía en este submarino a su “familia submarinista”. En la mencionada entrevista, asegura que allí abajo todos son iguales. Duermen juntos en literas, comen, juegan, trabajan…
De hecho, comparten una sola ducha, desde los oficiales hasta los marineros. Se duchan cada tres días. Aunque las mujeres pueden ducharse cada día si tienen la menstruación, cosa que ella tardó en descubrir. Confiesa que, al principio, se aseaba con una manguera.
A bordo de este sumergible, ella realizaba maniobras de adiestramiento, guardias, mantenimiento… Todo lo necesario.
Aunque no ha tenido que abrir fuego contra el enemigo, ha participado en misiones internacionales como la Sea Guardian, operación contra el terrorismo marítimo de la OTAN.
También, en la Unified Protector, también de la OTAN y frente las costas de Libia, en dos ocasiones. Allí vivió su situación más tensa, cuando se acercaban a un golfo y se quedaron sin batería.
Pero lo que más le “molestó” es la reducción de jornada. Ya que una mujer embarazada no puede embarcar en el submarino. Y al dar a luz, no dispone de guardias ni de navegaciones. Y así, hasta que el pequeño cumpla 1 año de vida.
Ella dispone de un régimen de conciliación, para evitar que coincidan las misiones y guardias con su marido submarinista y así poder repartirse el trabajo de sus hijos.
No obstante, todavía ve que “ser madre y militar a la vez” es “el mayor reto”, ya que siente que “no he podido evolucionar de la manera que lo han hecho mis compañeros hombres” desde que es madre. Esta situación le llevó a retrasar su intento de ingreso a la academia de suboficiales, y casi lo consiguió en 2019. Se quedó “a punto”.
Su deseo es que haya más mujeres jefas, incluso una Jefa en el Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), “porque nos echarían una mano a marineros y cabos”.
Mientras tanto, Estefanía sigue dedicándose a su labor, esperando recuperar su dinámica de trabajo cuando sus hijos crezcan un poco más.
Una labor compleja, entre estrecheces, reparto de turnos de duchas y baños, y otras incomodidades. Pero agradecida de poder compartirla con sus compañeros y compañeras, y servir a su país. “Todo lo que tengo es gracias al Ejército”, asegura.
Ya no estará a bordo del retirado Tramontana, pero con su sacrificio y esfuerzo, seguro que la marinero Fany sigue abriéndose paso en los mares.

