El fútbol femenino asume el control en Inglaterra

La vuelta de semifinales del Chelsea Barça en Londres nos enseña cómo querríamos que fuese el fútbol femenino en España

Dos jugadoras del Chelsea en el entreno de hoy preparando la visita del Barça de semifinales @chelseafcw

El fútbol femenino toma el control de su destino en Inglaterra con la ambición de elevar a una escala sin precedentes una disciplina en alza, que necesita urgentemente reforzar su independencia en el ecosistema deportivo. Transcurridos apenas seis años desde la profesionalización formal de la competición doméstica, las mujeres han demostrado su determinación de capitanear su futuro y comenzar a reducir la distancia que las separa de la hegemonía masculina.

A partir de la temporada que arranca en otoño, una nueva estructura de gestión, NewCo, se encargará del mandato hasta ahora en manos de la Asociación de Fútbol (FA, en sus siglas en inglés), el equivalente a la RFEF (Real Federación Española de Fútbol). Los 24 equipos de las dos máximas categorías, la Súper Liga de Mujeres (WSL, en sus siglas en inglés) y la Women’s Championship (equivalente a la segunda división en España) acordaron por unanimidad crear esta entidad para reforzar su autonomía y abordar una estrategia integral para el fútbol femenino.

Declaración de intenciones

La emancipación de la FA es mucho más que una mera transferencia administrativa, ya que representa una declaración de intenciones avalada, además, por una revisión integral que ha amparado, a su vez, el propio Gobierno británico. Los clubs pasan a ejercer como accionistas de una plataforma que ambiciona tanto retos aparentemente inalcanzables hace tan solo una década, como la materialización, por primera vez, de una liga valorada en mil millones; como soluciones a problemas apuntados reiteradamente por personal técnico, directivo y jugadoras.

El fútbol femenino en Inglaterra se encuentra, por tanto, en ese punto de inflexión que requiere pericia para regatear los obstáculos y astucia para garantizar la sostenibilidad. El boom es incuestionable: actualmente hay el doble de equipos de mujeres que los que había únicamente hace siete años, y el mayor aumento, con casi 1.500 nuevos conjuntos registrados, tuvo lugar en el año posterior a la victoria de las Leonas, como se conoce popularmente a la selección nacional, en el Europeo de 2022. En la final que perdieron contra España en el Mundial del año pasado, se alcanzó un pico de 14,4 millones de telespectadores.

 

Los éxitos en el campo han generado un legado que promete transformar el futuro, gracias a una mejorada red de infraestructuras para reforzar las bases. El Gobierno anunció a final del año pasado una inyección de 25 millones de libras (unos 30 millones de euros), que completaba la de 5 millones (5,8 millones de euros) ya comprometida por la FA, para anteponer el acceso y las oportunidades para niñas y jóvenes que se beneficiarán de la construcción de unos 30 campos que priorizarán a los equipos femeninos.

Inversión en el fútbol base

También las instalaciones para entrenar suponen un obstáculo que la revisión dirigida por la ex futbolista Karen Carney apela a mejorar, puesto que, al situarse fundamentalmente a las afueras de las ciudades, el talento geográficamente concentrado en los centros metropolitanos pasa, a menudo, desapercibido. Para resolverlo, la directora técnica de la FA, Kay Cossington, introdujo más de 70 centros de talento emergente (ETC, en sus siglas en inglés) para intentar ampliar y diversificar el fútbol de base, con las mejores jugadoras incorporándose a las academias gestionadas por los clubs de la WSL como parte de su licencia profesional.

Adicionalmente, Cossington promovió el programa ‘Descubre Mi Talento’, que permite proponer a jugadoras para que sean evaluadas, una apuesta con beneficios inmediatos a la hora de reforzar las divisiones inferiores. Sin embargo, como todas las batallas en el fútbol femenino, el inconveniente es económico y evidencia que la desigualdad comienza a una edad muy temprana: si las academias masculinas cuentan con el equivalente a 120 millones de euros anuales, las femeninas apenas sueñan con el 4 por ciento de esta cantidad; una disparidad que se amplía en el terreno profesional. Según análisis de la BBC, una jugadora de la WSL gana de media unas 47.000 libras anuales, hasta cien veces menos de lo que percibe un futbolista ordinario de la Premier League.

2018, el año que todo empezó

El camino recorrido, sin embargo, es loable para un deporte cuya máxima competición no fue plenamente profesional hasta 2018, como también es prometedor el respaldo declarado del Ejecutivo británico a todas las recomendaciones de Carney, entre las que se incluye la plena sindicalización de las principales categorías, o espacios de emisión específicos para el fútbol femenino los sábados a las tres de la tarde, una apuesta que abre lucrativas posibilidades comerciales y, por tanto, para la muy necesitada estabilidad financiera.

El Arsenal marca el camino

Los propios clubs han comenzado a comprender la ecuación, al asumir su parte en la promoción y uno de los objetivos de la nueva entidad, NewCo, será precisamente incentivar estrategias como la instigada inicialmente por el Arsenal: el equipo londinense identificó los principales partidos de su división femenina, los organizó en su estadio principal, el Emirates, y dedicó una importante partida a promocionarlo.

La retribución no se hizo esperar, ya que cuando acogió a las vigentes campeonas del Chelsea en diciembre, recabó más de 59.000 aficionados y la media esta temporada se acerca a 50.000, si no se cuentan los partidos jugados en el estadio de menor tamaño. La afluencia habitual de la WSL, por el contrario, apenas roza los 7.500 espectadores.

Otras barreras de acceso aparecen el cuerpo técnico: solo un tercio de los equipos de la WSL tiene entrenadoras mujeres y Emma Hayes, la más laureada desde la constitución de la liga en 2011, quien pronto abandonará el Chelsea para ponerse al frente de la selección femenina de Estados Unidos, ha admitido que la falta de adiestradoras mujeres supone un “problema inmenso” y ha instando a “alumbrar métodos más creativos” para hacerle frente.

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