Igualdad

El invento que dio alas (y sujeción) al deporte femenino: el sujetador deportivo cumple 50 años

Hace 50 años, el primer sujetador deportivo liberó a millones de mujeres del dolor y el prejuicio, abriendo el camino al auge del deporte femenino

sujetador deportivo
Un anuncio de la década de 1980 muestra las coloridas opciones disponibles del Jogbra
Centro de Archivos, Museo Nacional de Historia Americana

Ha pasado desapercibido, pero celebramos 50 años de un invento revolucionario que ha mejorado la calidad de vida de millones de mujeres en todo el mundo. Aunque la mitad de la población mundial desarrolla senos, no fue hasta 1975 cuando salió al mercado el primer sujetador deportivo, el Free Swing Tennis Bra. En realidad, a pesar de su título rimbombante, no suponía un gran avance frente a lo que venía comercializándose desde los años 30. Las correas demasiado débiles limitaron su uso a mujeres de poco pecho y apenas sujetaba cuando se movían. Como rezaba su publicidad, valía para tenis, golf, vela… y bolos. Pero no para correr, ni deportes de impacto.

Sujetador
El modelo Free Swing Tennis Bra (Glamorise)
Glamorise

Porque las mujeres querían incorporarse a la incipiente fiebre de los 70 por hacer deporte a pesar de tener a muchos, incluidos científicos, en contra. Todavía preocupaba entre otros males, el desprendimiento del útero. Recordemos que cuando empezaron a rodar los primeros trenes en la época victoriana se temía que el desastre adviniera a velocidades superiores a los 88 km/h. Y en 1920, la Federación inglesa de fútbol (FA) prohibió que las mujeres jugasen al balompié, pues lo consideraba “inapropiado”. Debido a su fisiología, desde los primeros Juegos Olímpicos en 1896, las carreras para mujeres se limitaban a 800 metros. No fue hasta 1972 cuando ellas pudieron disputar los 1.500 metros. De hecho, ese año, solo el 15% de los participantes en la olimpiada de Múnich fueron mujeres. (La maratón femenina se incorporó en 1984).

Sujetador
El primer “jogbra”
National Museum of American History

Pero como cantaba Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando. En 1971, la FA levantó la prohibición y “permitió” que las niñas jugasen al fútbol. En Occidente se dieron cuenta de que las deportistas del bloque soviético arrasaban en deporte femenino. Y en todas partes se empezó a correr. Un deporte que no requiere ni instalaciones, ni clases, ni equipamiento. Solo unas zapatillas y ganas. Bueno, y algo más si eres mujer.

Los sujetadores han sido prendas diseñadas por hombres para realzar la silueta femenina. Siempre con la estética por encima de la función. Intervienen alambres, tirantes, corchetes y—por supuesto, lencería. Una construcción de caja estática de cintas y piezas metálicas que tras movimiento prolongado provocará dolor, rozaduras, señales e incluso heridas. La mujer con sujetador convencional sufre cuando levanta los brazos por encima de la cabeza, algo consustancial a cualquier deporte. Peor aún cuando el pecho es abundante. El pecho femenino no contiene músculo ni ligamentos. Solo la fina piel sujeta tejido graso y glándulas mamarias.

Sube, baja y bandea con el esfuerzo. Y cuando se mueve, resulta un problema físico— y psíquico. Muchas niñas hacen deporte hasta la pubertad. Entonces les empieza a preocupar que les miren. Se cohíben. Y lo dejan. A diferencia de los chicos, muchos sueños se desvanecen.

Mejor así, según algunos círculos machistas: “si Dios hubiera querido que la mujer hiciera deporte no le hubiera dado pechos”. Pero la mayoría de mujeres sí quieren hacer deporte. Y sin molestias.

Kathrine Switzer pionera de la lucha por la igualdad en el deporte
Kathrine Switzer pionera de la lucha por la igualdad en el deporte
@kathrineswitzer

Las primeras corredoras resolvían vistiendo una talla menos de sujetador. O incluso poniéndose dos sujetadores para mayor compresión. Sujeción, sí, pero a cambio de dolor, irritación, ronchones y marcas rojas por el sudor, los tirantes y los corchetes durante el esfuerzo. Bobbi Gibb, la primera mujer que acabó la maratón de Boston en 1966, a escondidas, se colocó un bañador encima del sujetador.

Allá por 1977, Lisa Lindahl, Hinda Miller y Polly Smith se propusieron diseñar esta prenda clave desde cero. Partieron de un suspensorio masculino (jockstrap), lo dieron la vuelta, colocaron dos cavidades y lo cosieron. Miller especificó los requisitos. Lindhal salía a trotar con los prototipos y daba feedback. Smith volvía a coser tirantes y tejidos. Evolucionaron el modelo hasta que dieron con la Jogbra que patentaron en 1979 a base de lycra (que absorbe el sudor) y otros tejidos elásticos. Al principio, las tiendas de deportes eran reacias a comprar sujetadores: “No vendemos lencería”. Perseveraron yendo a carreras con muestras en el maletero. Y la demanda fue tal que la pequeña compañía creció exponencialmente (+25% anual durante una década) hasta su multimillonaria venta a Playtex en 1990.

La introducción del sujetador deportivo no solo mejoró el rendimiento de las atletas, sino que supuso una revolución en la ropa prêt-à-porter
Lisa Lindahl y Hinda Miller anuncian su revolución. (Centro de Archivos, Museo Nacional de Historia Americana)
Centro de Archivos, Museo Nacional de Historia Americana

Viendo el filón, entraron otras grandes marcas del deporte. Ampliaron la oferta desarrollando modelos para pechos más amplios y para actividades de alto impacto. Ahora, incorporan tejidos incluso más ligeros y transpirables, con cintas anchas para reducir el dolor de hombros y copas que no suben y bajan, sino que se mueven con el pecho para un movimiento más natural.

Lorea Ibarzabal, campeona de España de 800 m, licenciada en Ingeniería Mecánica y Máster en biomecánica confiesa: “Antes usaba una talla muy pequeña y me comprimía demasiado, hasta que probé una talla más y voy más cómoda”. A las adolescentes que empiezan a hacer deporte les recomienda “que se compren tops que sean cómodos, que sujeten pero sin apretar y que no se pongan un sujetador normal debajo del top de competición, sino un top deportivo. Es incómodo correr con un sujetador de aro y estéticamente feo que se vean las tiras, así que por salud y rendimiento es mejor un top deportivo debajo de la equipación”.

Esther Guerrero
@RFEA

Para Esther Guerrero, multicampeona de España y actual plusmarquista nacional de 2.000m y milla recalca que es importante que las jóvenes “prioricen su comodidad tanto física como psicológica… En la actualidad hay mucha variedad de ropa deportiva con lo que todas tenemos para escoger lo que vestir para sentirnos bien”.

Marta Pérez, licenciada en medicina y plusmarquista actual de 1.500 metros nos dice que “cada mujer tiene un pecho diferente y creo que ahora todas estamos contentas con el producto final y tenemos una opción para todas nosotras”. A las que empiezan a hacer deporte les aconseja “que exploren, pregunten a mujeres a su alrededor y nunca abandonen algo por detalles como estos que pueden incomodar mucho, pero sin duda se pueden solucionar. En algunos casos, como personas con mucho pecho, tal vez no sea tarea fácil, pero hoy en día eso también tiene solución”.

Las españolas Paula Soria y Liliana Fernández celebran su victoria en el partido de la fase preliminar contra las egipcias Marwa Abdelhady y Elghobashy Doaa en los Juegos Olímpicos París 2024

En los Juegos de París de 2024 el 50% de participantes fueron mujeres. En 2024, en España, el número de mujeres federadas en los distintos deportes asciende a 1.073.620, casi el doble que dos décadas antes. Suman el 25% del total de deportistas federados. (32% si sacamos al fútbol). Ya suponen más de la mitad de las licencias de voleibol, gimnasia, hípica y patinaje. Y rondan el 40% de federadas en baloncesto, balonmano, atletismo y natación.

El deporte femenino está en auge, como demuestran los éxitos de las selecciones femeninas de baloncesto, waterpolo o balonmano. Pero además, millones de mujeres practican todo tipo de deporte no competitivo, incluso muchos que ni siquiera existían hace 50 años. Una pieza clave ha sido, sin duda, el sujetador deportivo que hoy se deja ver.