Empoderadas

Iris Fontbona, la reina del cobre

Además de ser la mujer más rica de Latinoamérica, es una prueba viviente de que el liderazgo no tiene una sola forma, y que el dirección silenciosa puede ser tan poderosa como cualquier discurso

A los ojos del mundo, Iris Fontbona es una de las mujeres más ricas del planeta. Pero detrás de las cifras —más de 25 mil millones de dólares de patrimonio en 2024— hay una historia que no se mide en dólares ni en acciones: la de una mujer con la capacidad de transformar la herencia de su esposo en un legado sólido, extenso y en constante evolución.

Lejos de la fama que da el dinero, Fontbona, de origen español, ha cultivando una vida discreta dedicada a su conglomerado empresarial y a su familia. Una mujer con décadas en lo más alto de la lista de Forbes que se ha distinguido siempre por su estilo reservado y esconder los detalles de su vida.

Un imperio que mira al futuro

El conglomerado que lidera Fontbona controla casi el 70% de Antofagasta Minerals, uno de los mayores productores de cobre del planeta, y el 83% de Quiñenco, que opera en banca, energía, cervezas, transporte y telecomunicaciones. A eso se suman cadenas hoteleras de lujo en Croacia, inversiones en Europa y presencia internacional en Estados Unidos y Latinoamérica.

Pero más allá de la diversidad de negocios, lo relevante es su visión a largo plazo ya que Iris y su familia han sabido leer los cambios del mundo y adaptarse. En tiempos donde el cobre es considerado el “metal de la electrificación” y pieza clave de la transición energética, estar al frente de una de las productoras más grandes del planeta no solo significa riqueza, sino influencia en un sector estratégico para el futuro global.

Forjada en el desierto

Iris Balbina Fontbona nació en Antofagasta, en el corazón del desierto más árido del mundo, un lugar donde la vida se construye a pulso. Hija única de un agente de aduanas de origen catalán y de una madre porteña, creció rodeada de un paisaje duro pero inspirador, que más tarde marcaría su manera de ver el mundo: resiliente, austera y profundamente ligada a la tierra.

Desde pequeña estudió en un colegio católico de la zona, donde aprendió la disciplina y la importancia del trabajo constante. Esos primeros años le forjaron el carácter que luego necesitaría para asumir una responsabilidad que pocos imaginaban, caería sobre sus hombros.

El encuentro que cambió su destino

En los años sesenta, Iris conoció a Andrónico Luksic Abaroa, un empresario minero de ascendencia croata que estaba construyendo las bases de un imperio. Se casaron en 1961 y formaron una familia que con el tiempo tendría tres hijos: Paola, Jean Paul y Gabriela.

Andrónico, 16 años mayor que ella, fue un visionario que supo detectar en el cobre un futuro brillante. La leyenda empresarial cuenta cómo una negociación con empresarios japoneses, donde un malentendido de divisas multiplicó sus ganancias, le dio el capital inicial para lanzarse a lo grande. Junto a Andrónico, aunque en distintos planos, Iris construyó un conglomerado que terminaría siendo uno de los más poderosos de América Latina.

Cuando Andrónico falleció en 2005, pocos adivinaban el papel que tendría su esposa en el futuro del grupo empresarial de la familia. Sorprendiendo a todos, el marido dejó a Iris Fontbona de heredera consciente de que tomaría decisiones estratégicas que asegurarían la continuidad y el crecimiento del imperio.

Lejos de buscar protagonismo, Iris se ha erigido en una líder sobria obsesionada en mantener unida a su familia, a quienes considera los cimientos de su estructura empresarial. Ha sido bajo su liderazgo que el grupo se extendió hacia nuevas áreas, con adquisiciones como la petrolera Shell en Chile o el canal de televisión Canal 13. Su apuesta por la diversificación ha convertido la herencia de Andrónico en un portafolio que heredarán sus hijos, quienes ocupan los principales cargos ejecutivos de la empresa.

Más allá de los negocios, uno de los momentos en que Iris se muestra con más naturalidad ante las cámaras es en la Teletón, la campaña solidaria más grande de Chile. Allí, año tras año, su familia se ha convertido en protagonista al anunciar las donaciones más altas de cada edición.

En 2010 sorprendió al público con un aporte de 1.000 millones de dólares. Al año siguiente, lo duplicó. La ovación fue ensordecedora, y la palabra “¡ídola!” resonó en el Estadio Nacional. Moviéndose con soltura entre poder y responsabilidad social, Iris ha financiado escuelas, hospitales y proyectos sociales en Antofagasta. Porque, como ella misma ha dicho. “Nuestro pasado, presente y futuro están ligados a esta región”.

Una reina atípica

Hoy, a sus 83 años, Iris vive entre Santiago, Londres, Croacia y Liechtenstein, donde el grupo administra parte de sus inversiones. Su día a día sigue sujeto a dirigir su imperio consciente de que su nombre ya es parte de la historia de Chile y del mundo empresarial.

La llaman la “reina del cobre”, aunque ese título apenas alcanza para describir su poder. Porque además de ser la mujer más rica de Latinoamérica, Iris Fontbona es una prueba viviente de que el liderazgo no tiene una sola forma, y que el silencio con visión de futuro puede ser tan poderoso como cualquier discurso.

En un tiempo donde las historias de éxito suelen contarse en clave de videos de tik tok, la vida de Iris Fontbona ofrece un relato diferente obsesionada con construir un legado que trascienda generaciones. Su historia no es solo la de la mujer más rica de América Latina, sino la de alguien que ha entendido que el verdadero triunfo no está en aparecer, sino en permanecer.

TAGS DE ESTA NOTICIA