El grupo aéreo International Airlines Group (IAG), propietario de aerolíneas como Iberia, British Airways, Vueling o Aer Lingus, ha publicado sus cuentas correspondientes a los nueve primeros meses del ejercicio y los datos reflejan una mejora global de su rentabilidad. Los resultados de IAG muestran un beneficio neto acumulado de 2.703 millones de euros. Esto supone un incremento del 15,5 % respecto al mismo periodo de 2023.
El holding, con sede en Londres y cotizado en el IBEX 35, también registró un crecimiento del 18,3 % en su ebitda, hasta alcanzar los 3.931 millones de euros. Y un aumento del 4,9 % en los ingresos, que ascienden a 25.234 millones. Sin embargo, el tercer trimestre ha resultado más débil de lo esperado por los analistas, que anticipaban cifras más optimistas.
En paralelo, el consejo de administración ha anunciado el reparto de un dividendo de 238,6 millones de euros en efectivo con cargo a los resultados financieros de 2025. Un gesto que busca reforzar la confianza de los inversores en un contexto de competencia creciente y márgenes ajustados.
Un tercer trimestre más flojo en los resultados de IAG
El comportamiento trimestral fue más discreto. Entre julio y septiembre, los resultados de IAG reflejan un beneficio de 1.402 millones de euros, un 2,3 % menos que en el mismo periodo del año anterior. Los ingresos se mantuvieron prácticamente estables en los 9.328 millones, mientras que el ebitda aumentó un leve 2 %, hasta los 2.053 millones.
El consenso de analistas de Bloomberg había anticipado cifras más altas, con previsiones de 1.478 millones de beneficio y 2.697 millones de ebitda, lo que sitúa los resultados de IAG por debajo de las expectativas del mercado. Aun así, la compañía defiende que su desempeño sigue siendo sólido en un entorno global marcado por el encarecimiento del combustible y la presión sobre la demanda en determinadas rutas.

El grupo confía en que la temporada de invierno mantenga la tendencia positiva gracias al tirón de los viajes transatlánticos y la recuperación del tráfico corporativo. En particular, en los segmentos premium de British Airways e Iberia.
Crecimiento en capacidad y mejora del balance financiero
Pese a las cifras moderadas del tercer trimestre, los resultados de IAG confirman un avance en la capacidad operativa. La métrica de ingresos por asiento-kilómetro ofertado (AKO) aumentó un 0,8 % interanual, situándose en los 8,30 euros. Esta ligera mejora refleja la estabilidad de la demanda y la eficiencia en la utilización de la flota.
En el plano financiero, IAG redujo su deuda neta a 6.009 millones de euros, frente a los 7.517 millones registrados hace un año. La ratio deuda neta/ebitda antes de partidas excepcionales se situó en 0,8 veces, lo que muestra una notable fortaleza de balance. Este saneamiento financiero otorga al grupo margen para nuevas inversiones, principalmente en renovación de flota y digitalización de procesos, dos pilares clave en la estrategia de los próximos ejercicios.
En conjunto, los resultados de IAG reflejan la capacidad del grupo para generar caja, recortar deuda y mantener una posición competitiva frente a otros gigantes del sector como Lufthansa o Air France-KLM.
Dividendos y reacción del mercado
El consejo de administración ha aprobado el pago de un dividendo en efectivo de 0,048 euros por acción, que supondrá un desembolso total de 238,6 millones de euros con cargo a los resultados de IAG en 2025. El abono se realizará a partir del 1 de diciembre y forma parte de la política de remuneración al accionista que el grupo retomó tras la pandemia.

Los analistas señalan que este dividendo refuerza la confianza en la evolución del negocio. Aunque advierten que los resultados de IAG podrían seguir condicionados por la volatilidad del precio del petróleo y la desaceleración económica en Europa. En el mercado bursátil, la reacción dependerá de la apertura de la sesión. Sin embargo, la tendencia reciente apunta a una recepción prudente.
A pesar de las presiones externas, la dirección del grupo mantiene su objetivo de sostener márgenes positivos y mejorar la eficiencia operativa a través de un control más estricto de costes y una mayor flexibilidad en la oferta de rutas.

