En el marco de la segunda edición del congreso Creciendo Juntas, impulsado por Deoleo, Artículo14 inaugura una serie de entrevistas a mujeres que están transformando el sector oleícola.
La primera protagonista es Nuria Yañez, directora técnica de Almazaras de la Subbética y colaboradora en el Protocolo de Sostenibilidad de Deoleo. Reconocida como Mejor Mujer Productora del Mundo en los EVOOLEUM Awards 2022, es responsable de la elaboración de algunos de los aceites más premiados a nivel internacional, como Rincón de la Subbética Altitude, distinguido con el galardón EVOOLEUM Absolute Best 2022. Con ella abordamos los grandes desafíos y oportunidades del sector agrícola: el relevo generacional, la sostenibilidad, el valor del olivar tradicional y el papel social de las fundaciones que trabajan para mantener vivo el mundo rural.
Asimismo, cabe destacar que Nuria fue la moderadora de la primera mesa de agricultoras en la edición inaugural del congreso Creciendo Juntas, celebrado en octubre del año pasado. En esta nueva edición, el encuentro reunirá a 15 ponentes de gran prestigio, mujeres referentes en toda la cadena de valor, desde el campo hasta la mesa. A través de sus experiencias, se abrirá un espacio de diálogo sobre la transformación del sector agrícola, los retos inmediatos y las oportunidades que marcan su futuro.
No te pierdas esta cita única: inscríbete para asistir presencialmente en el Palacio de Orive (Córdoba) o de forma online a través de este enlace: [II Congreso Creciendo Juntas – Deoleo].
¿Cómo fueron los primeros pasos en el sector?
Pues la verdad que no tenía nada que ver con el campo. Me crié en un barrio marginal de Sevilla. Mis padres solo me dejaban salir del colegio a casa y de casa al colegio. Quise estudiar enfermería, porque siempre me ha gustado ayudar a los demás, pero no obtuve la nota suficiente, y opté por ingeniería técnica agrícola, lo cual me permitiría cuidar del campo. Una vez finalicé mis estudios me adentré en el mundo rural y en el sector de aceite. Había muy pocas mujeres en clase, no llegaríamos a 10, incluso menos.
¿Encontraste obstáculos al comenzar?
En cuanto a la administración pública no los tuve. He encontrado obstáculos en el mundo de las cooperativas y sí, he sufrido algunos. Ten en cuenta que, que una chica de 26 o 27 años llegase a un pueblo y les dijera a los agricultores lo que tenían que hacer en el campo, no era algo que agradase en ese momento.
¿Qué supone para ti formar parte de una cadena de valor que representa tanto a nivel social, económico y cultural como el aceite de oliva?
Para mí es un gran prestigio. A veces, cuando estoy sola pienso “madre mía, formo parte de la cadena de elaboración de uno de los productos más importantes, sino el más importante de la dieta mediterránea”. Y me siento muy orgullosa de pertenecer al mundo rural.
Hoy en día, la mujer agricultora ya disfruta de las ventajas que ofrece esta profesión. El olivo, por ejemplo, es un cultivo agradecido en verano, ya que con una jornada de 8 a 12 es suficiente. Además, desde la pandemia, el trabajo en remoto también se ha incorporado al ámbito agrícola, ampliando aún más las posibilidades de conciliación.
¿Qué mensaje le lanzarías a una joven que quiere empezar en el mundo del aceite de oliva hoy?
A nivel de industria de almazaras está cambiando desde hace unos años porque nos hemos dado cuenta de que la mujer puede trabajar en una fábrica de aceite. Por trayectoria social siempre eran los hombres pero, ¿por qué no va a trabajar una mujer manejando herramientas si está todo informatizado?
En los últimos cincos años la mujer se ha ido introduciendo en las industrias de aceite, lo cual antes era impensable. Hoy te puedes encontrar a mujeres en pesadoras, en los patios, en los molinos, en las envasadoras o en las bodegas.
¿Cuáles dirías hoy que son los mayores retos que afronta el sector del aceite de oliva en España?
La climatología y el relevo generacional. Ante la climatología no podemos hacer nada; condiciones de lluvia, frío, calor que afectan a las plagas y enfermedades. En cuanto al campo, cada vez veo a más chicas jóvenes agricultoras, la Junta de Andalucía está haciendo una apuesta fuerte por los jóvenes agricultores con convocatorias de ayuda. La única problemática que yo le veo al campo es que no lo hemos visto como una profesión. La agricultura está muy ligada a la precariedad y, sin embargo, una chica que tenga una explotación olivarera de olivar tradicional como el de mi zona, y con una determinada dimensión, puede tener su profesión y vivir de ello con total tranquilidad y una gran calidad de vida. La mujer en el campo se organiza con flexibilidad, aprovecha un horario intensivo y, de este modo, puede disfrutar de su tiempo libre y atender a su familia. Es fundamental poner en valor todas las ventajas que ofrece vivir y trabajar en el campo, Tenemos que poner de moda la vida en el campo.
La agricultura tiene que verse y sentirse como una profesión de la cual estar orgullosos. Quiero que las mujeres sean valientes y digan; “Soy agricultora”, al igual que pueden decir que son dentistas o enfermeras. Que con esta profesión puede vivir en su pueblo y estar al lado de su familia y, además, tener vida social. ¿Por qué no?
Tenemos que conseguir que los jóvenes vean la agricultura como una profesión y que no emigren a las ciudades. El 65% de la superficie en España es olivar tradicional de montaña y no somos conscientes de ello. Sin chicos/as que continúen labrando la tierra no habría nada. Y sin olivar tradicional, tampoco habría mundo rural, os lo aseguro.
¿Se está invirtiendo lo suficiente en investigación e innovación para mantener la competitividad del aceite de oliva español?
Creo que se está invirtiendo en olivar intensivo y olivar super intensivo, pero hay muchas zonas de olivar tradicional en las que se puede mejorar en diversos aspectos como maquinaria, riego y forma de trabajo entre otros, evidentemente dentro de las posibilidades de cada uno.
¿Cuáles son las barreras reales que siguen encontrando las mujeres en el sector oleícola, desde el cultivo hasta la internacionalización del producto?
Estamos hablando de un mundo que por trayectoria está masculinizado. Hay más hombres que mujeres. Pero, sin embargo, hoy por hoy las mujeres estamos igual de profesionalizadas que los hombres, sólo hay que ver el número de mujeres agrónomas, químicas y tecnológicas que hay.
¿Está evolucionando la forma de innovación en el sector gracias al liderazgo femenino?
Sí, definitivamente. El liderazgo femenino está teniendo un papel esencial en la transformación del sector, aportando nuevas perspectivas y formas de innovar. Además, junto con las nuevas generaciones de profesionales, muy preparados y con una fuerte orientación hacia la tecnología y la sostenibilidad, se está configurando un cambio profundo. Dar espacio a estas mujeres y a estos jóvenes es clave para impulsar la innovación y asegurar un futuro prometedor para el campo español.
¿Qué papel están jugando las mujeres en la sostenibilidad y la transformación del aceite de oliva, y el relevo generacional en el mundo rural?
El papel de la mujer en el mundo rural es esencial, comparable al que tuvieron nuestras madres en nuestra alimentación cuando éramos pequeños: decisivo y transformador. Hoy, su presencia resulta clave para la sostenibilidad en todas sus dimensiones —medioambiental, económica y social—. No podemos olvidar que cuando una mujer abandona el medio rural, ese movimiento suele implicar que tres o cuatro personas más también terminen marchándose. Por eso, la mujer es un pilar fundamental tanto en el relevo generacional como en la transformación del sector del aceite de oliva y en la preservación de la vida en los pueblos.
¿Qué retos quedan pendientes para consolidar un ecosistema realmente igualitario en el sector agrícola?
No solo se trata de hombres o mujeres, sino que también tenemos que lograr que el sector agrícola sea atractivo. En mi caso, uno de los grandes desafíos es lograr que el olivar tradicional sea competitivo, apostando por su modernización, la profesionalización y un uso eficiente de recursos como el regadío. Al mismo tiempo, es fundamental que las mujeres podamos aportar nuestra visión, que, sumada a la de los hombres, permitirá construir un mundo rural más sostenible en lo económico, lo social y lo medioambiental.