En el vaivén cotidiano, donde el desayuno se corta entre mochilas escolares, teclados y mensajes de WhatsApp del trabajo, el tiempo es una moneda escasa. Para muchas mujeres, cada hora cuenta. La combinación del trabajo remunerado y las tareas domésticas las deja sin tiempo ni margen para equivocarse. Frente a ese abismo, el alza del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la reducción de la jornada laboral y el registro horario se perfilan como auténticos salvavidas para muchas de ellas. Las medidas suponen más que un alivio económico y temporal. Si bien los cambios laborales afectan a toda la población activa, son las mujeres quienes más se juegan en este nuevo escenario. Y dentro de este colectivo, uno de los más impactados, es el de las empleadas del hogar por su vulnerabilidad.
Así, este mes de septiembre es especialmente decisivo para las mujeres trabajadoras. El próximo miércoles 10, el Congreso votará las enmiendas a la totalidad contra la reforma de la jornada laboral, que propone reducirla de 40 a 37,5 horas semanales. Si esas enmiendas prosperan, el proyecto quedaría paralizado y el Gobierno tendría que volver a empezar el trámite legislativo. Además, el Ejecutivo anunció que, tras el verano, convocará de nuevo a la Comisión de Expertos, junto a sindicatos y patronal, para analizar una nueva subida del SMI antes de que acabe el año. Dos decisiones clave que pueden marcar el rumbo del mercado laboral y que afectan, sobre todo, a quienes más lo necesitan: las mujeres en los tramos salariales más bajos y con menor margen de conciliación.
10 de septiembre
Reducir la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales, sin recorte salarial, supone un cambio estructural en el modelo de trabajo. La medida fue aprobada por el Consejo de Ministros el pasado 6 de mayo. La reforma beneficiaría a 12,5 millones de trabajadores, incluyendo 2 millones con contratos a tiempo parcial, de los cuales el 75,3% son mujeres. Este dato revela el alcance real de la medida. Un impacto directo sobre el colectivo femenino, que reúne buena parte de los empleos con peores condiciones horarias.
Las cifras sobre la distribución del trabajo doméstico no remunerado en España reflejan un claro desequilibrio de género. El cuidado de personas a cargo recae sobre las mujeres, según un informe reciente de Oxfam Intermón publicado en vísperas del 8 de marzo. Este estudio revela que solo un 5,6 % de los hombres asume las labores de crianza siempre o casi siempre, frente a un 37,1% de las mujeres. Además, el 39 % de las mujeres se encarga habitualmente del cuidado diario de personas mayores o dependientes, casi el doble que los hombres. En este contexto, la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales cobra un significado especial.

Una votación clave
Sin embargo, el proyecto encara una semana decisiva. Si prosperan las enmiendas a la totalidad de PP, Vox y Junts, la reforma quedará paralizada y el Ejecutivo deberá iniciar el proceso desde el principio. La ministra ya ha advertido que no se rendirá. “Mi paciencia es infinita”, ha dicho en declaraciones recientes. Aun así, desde el entorno del Ministerio de Trabajo y del grupo parlamentario de Sumar insisten en que no puede haber más aplazamientos. Más de 12 millones de personas están pendientes del avance de esta norma.
La jornada laboral no se reduce en España desde hace más de cuatro décadas. Para muchas trabajadoras, especialmente en los sectores más precarizados, esta reforma supone mucho más que ganar media hora diaria. Es tiempo que puede destinarse al cuidado, al descanso o a la vida personal. Es también una medida que puede contribuir a reducir desigualdades estructurales que arrastran las mujeres en el mercado laboral.
Registro horario
Durante años, el registro horario fue una asignatura pendiente para las empleadas del hogar, un sector mayoritariamente femenino que quedó al margen de muchas regulaciones laborales. No fue hasta diciembre de 2024 que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea puso fin a esta exclusión, declarando ilegal que estas trabajadoras no tuvieran garantizado el control de sus horas de trabajo. Esta decisión revela la urgente necesidad de proteger a un colectivo vulnerable, que durante mucho tiempo ha sufrido abusos por la falta de mecanismos que registren con precisión su jornada laboral.
Además, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco respaldó a una empleada del hogar que había trabajado más de 79 horas a la semana sin que su jornada estuviera registrada, aumentando su indemnización por despido. Este caso pone en relieve cómo el registro horario no es solo un trámite burocrático, sino una herramienta para defender los derechos laborales y evitar la explotación.

El proceso para que esta medida sea efectiva implica la aprobación definitiva del paquete de medidas de la reforma laboral en el Congreso. Sin embargo, Yolanda Díaz, ha confirmado que, en caso de que la cámara baja no apruebe la reducción de la jornada laboral, su departamento reformará el registro horario mediante un Real Decreto, sin necesidad de pasar por el Parlamento.
SMI: un alivio femenino
En 2022, el 24,2 % de las mujeres cobraba el SMI o menos, frente al 10,3 % de los hombres, según la Encuesta de Estructura Salarial del INE. Una de las razones es que muchas empleadas trabajan en sectores más precarizados, como el empleo doméstico, los cuidados o el comercio. Este último es, de hecho, el sector con más mujeres ocupadas: 1.007.191 trabajan en él bajo el Régimen General de la Seguridad Social.
A esto se suma que el empleo a tiempo parcial lo concentran claramente las mujeres. En 2024, ellas representaban el 73,2 % de las personas ocupadas con ese tipo de jornada. No eligen trabajar menos horas, sino que no encuentran empleos a jornada completa. En España, el 48,4 % de las mujeres de entre 15 y 64 años que trabaja a tiempo parcial lo hace de forma involuntaria, según datos de Eurostat de 2023.

Medida de equidad
Las beneficiarias de las subidas salariales vuelven a ser ellas. En 2025, de los más de 2,4 millones de trabajadores que vieron su nómina incrementada gracias a la medida, el 64,8% eran mujeres. El perfil medio está definido. Mujer, mayor de 35 años, con un contrato indefinido y que trabaja en el sector servicios. Lo que implica que cada aumento del SMI no solo mejora los ingresos, sino que actúa como una política de equidad. Para el Gobierno el compromiso está en que el alza del sueldo alcance el 60% del salario medio. Aun así, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez ha matizado que “el SMI tiene que ganar puntos y tiene que hacerlo por encima del coste de la vida”.
Las mujeres, especialmente las que trabajan en servicios, comercio o cuidados, se benefician más de esta subida. El empleo doméstico es mayoritariamente femenino. Para muchas, el SMI no es solo un salario: es la diferencia entre llegar o no a fin de mes.
Estas reformas representan una oportunidad para corregir desigualdades históricas. Para millones de mujeres, no es solo una mejora, sino el derecho a tiempo, cuidado y reconocimiento justo. Quedan aun flecos por resolver, y toda la atención está puesta en el Congreso. Este septiembre no se vota solo una reforma: se decide el futuro de muchas mujeres trabajadoras que merecen justicia laboral y social.