Asturias es tierra de verdes infinitos, nieblas que parecen arrastrar leyendas y montañas que se alzan como catedrales del silencio. Pero incluso en este paraíso natural, hay lugares que permanecen ocultos a la mayoría de visitantes, rutas que no figuran en los mapas del turismo de masas. Entre ellas destaca la ruta de senderismo en Asturias que conduce al Bosque de Peloño, uno de los hayedos más extensos y hermosos del norte peninsular.
No es famosa, no es fácil de encontrar en redes sociales, y precisamente por eso guarda intacta su magia.
Un hayedo ancestral en el corazón de Ponga
Situado en pleno Parque Natural de Ponga, el Bosque de Peloño se extiende a lo largo de más de 15 kilómetros cuadrados. Iniciado desde el área recreativa de Les Bedules, cerca del pequeño pueblo de San Juan de Beleño, esta ruta de senderismo en Asturias ofrece una inmersión total en un ecosistema primigenio, donde el tiempo parece haberse detenido.
Las hayas centenarias se alinean como columnas vivas a ambos lados del sendero, enmarcando una senda que serpentea por la montaña con delicadeza. En otoño, la paleta de colores es un espectáculo: dorados, rojos, naranjas y verdes se funden en una sinfonía visual que convierte la caminata en una experiencia casi mística.

Pero incluso en primavera o verano, la frondosidad del bosque regala una sombra fresca y un silencio solo roto por el canto de los pájaros o el crujir de la hojarasca bajo los pies.
Una ruta de senderismo en Asturias para caminar sin prisa
La ruta de senderismo en Asturias que lleva al Bosque de Peloño no es difícil técnicamente, pero sí requiere un mínimo de preparación. Son aproximadamente 12 kilómetros (ida y vuelta) si se hace el tramo principal hasta el collado de Granceno, aunque existe la posibilidad de alargarla para los más experimentados.
El desnivel es suave y progresivo. Eso la hace ideal tanto para senderistas aficionados como para familias con niños acostumbrados a caminar.

El sendero discurre por una antigua calzada romana, lo que añade al paseo una dimensión histórica. A cada paso, uno siente que transita por los mismos caminos que recorrieron arrieros, pastores y comerciantes de otro tiempo. Esta ruta de senderismo en Asturias no solo es un regalo natural, sino también un testimonio cultural de la vida rural que durante siglos latió entre estas montañas.
El valor de lo escondido
Lo más sorprendente de esta ruta de senderismo en Asturias es, quizá, su escasa fama. Mientras otras rutas como la del Cares o la Senda del Oso reciben miles de caminantes al año, Peloño sigue siendo un secreto bien guardado. No hay grandes campañas promocionales ni instalaciones llamativas. Solo un cartel discreto, un aparcamiento modesto y la promesa de entrar en uno de los últimos bosques vírgenes de la cordillera Cantábrica.
Esa falta de notoriedad juega a favor del viajero que busca autenticidad. Durante la caminata, es habitual no cruzarse con nadie. O hacerlo con muy pocos senderistas. La sensación de soledad es poderosa, pero también reconfortante. En un mundo acelerado, este rincón permite reconectar con la lentitud, con la atención al detalle, con la contemplación silenciosa.