El estado de salud de Jordi Pujol vuelve a situarse en el centro del debate público a las puertas de un juicio histórico. El expresidente de la Generalitat, de 95 años, permanece ingresado en la Clínica Sagrada Familia de Barcelona por una neumonía que, según su entorno, evoluciona favorablemente. Los médicos prevén que reciba el alta el jueves. Aunque el estado de salud de Jordi Pujol sigue marcado por una insuficiencia respiratoria aguda que obliga a extremar la vigilancia.
Su hijo Oriol Pujol ha explicado que el expresidente está “estable”, prácticamente sin fiebre, pero “frágil” y afectado anímicamente por una situación que él mismo considera “cargada de riesgo”. Aun así, el estado de salud de Jordi Pujolno ha llevado por ahora a su defensa a pedir la suspensión del juicio que arranca el lunes.
La Audiencia Nacional debe decidir si Pujol puede comparecer
El juicio por el origen de la fortuna familiar comenzará en cuestión de días, y el estado de salud de Jordi Pujol es ya una pieza clave en la estrategia de su defensa. El penalista Cristóbal Martell ha solicitado a la Audiencia Nacional que evalúe si su cliente está en condiciones de seguir presencialmente las sesiones, que podrían prolongarse hasta finales de mayo.
La semana pasada, forenses judiciales examinaron el estado de salud de Jordi Pujol y enviaron su informe al tribunal. Por ahora, no hay resolución. Fuentes jurídicas apuntan que la defensa solo pediría la suspensión del juicio si su situación empeora drásticamente. Mientras tanto, esperan que los magistrados permitan que el expresidente siga la vista por videoconferencia desde Barcelona debido a su deterioro físico y cognitivo.

Pese a todo, en su entorno aseguran que Pujol “quiere ir a juicio” y declarar. Aunque su objetivo no es aportar grandes novedades, sino escuchar las pruebas que se han acumulado contra él durante trece años.
Un proceso judicial que se remonta a más de una década
Más allá del estado de salud de Jordi Pujol, el juicio abordará un caso que ha marcado la política catalana y española. Pujol y sus siete hijos se sentarán en el banquillo acusados de haber cobrado presuntas comisiones de empresarios para amasar una fortuna oculta en Andorra. La Fiscalía pide nueve años de prisión para el expresident por asociación ilícita y blanqueo de capitales.
La causa se remonta a 2012, cuando se detectaron “indicios sólidos” de que la fortuna familiar no procedía de una supuesta herencia del “abuelo Florenci”, como había sostenido Pujol. Desde entonces, el expediente se ha enredado entre investigaciones financieras, contratos ficticios y cuentas en el extranjero. La instrucción se cerró en 2020, pero el juicio ha tardado más de cuatro años en arrancar por dificultades de acceso al material probatorio.
El estado de salud de Jordi Pujol ha abierto un debate íntimo dentro del clan familiar. Su hijo Oriol ha reconocido que el expresident tiene “ganas de acudir”, pero también que “el cuerpo no le aguanta”. La situación recuerda al archivo de la causa contra la matriarca, Marta Ferrusola, en 2012 por motivos de salud, antes de su fallecimiento en 2024.

La cúpula judicial debe valorar si el estado de salud de Jordi Pujol permite someterle a un proceso de 45 días, con decenas de testigos y sesiones maratonianas. La alternativa sería seguir la vista desde Barcelona. Una posibilidad que el tribunal estudia mientras revisa los informes forenses.
¿Puede la salud cambiar el rumbo del juicio?
La gran pregunta es si el estado de salud de Jordi Pujol podría librarle de comparecer o incluso provocar la suspensión del juicio. Por ahora, ninguna de las partes contempla ese escenario. La Audiencia Nacional tiene experiencia en adaptar procedimientos para acusados de edad avanzada. Y la defensa de Pujol no quiere que parezca que buscan dilatar el proceso.
Si la evolución se mantiene positiva y recibe el alta el jueves, el estado de salud de Jordi Pujol no impediría su declaración. Lo que sí está por decidir es si el tribunal obliga al expresidente a desplazarse a Madrid o si permitirá una comparecencia telemática.

