La escena ya forma parte de la cultura pop reciente. Yolanda Hadid, madre de las supermodelos Bella y Gigi, está tumbada en una camilla, a punto de ser operada. Su hija Gigi, por entonces apenas salida de la adolescencia, le llama por teléfono. Es una urgencia: se ha desmayado y tiene hambre. Como protagonista del programa The Real Housewives of Beverly Hills, la respuesta de Yolanda no pasó desapercibida: “Cariño, cómete media almendra y mastícala bien”.
Lo que podría haber quedado como una mera declaración se convirtió en una de las escenas más comentadas de la franquicia televisiva. No era solo una frase llamativa de una madre a su hija, sino el reflejo de una serie de mensajes en torno a la alimentación y el cuerpo que muchas mujeres han escuchado durante generaciones. Poco después, se popularizó el término almond mom (madre almendra) para describir a progenitoras —o figuras parentales— que, de forma consciente o no, fomentan hábitos poco saludables relacionados con la comida y el peso.
Almond mom: “¿De verdad te vas a comer eso?”
La escena fue la chispa de un debate más amplio: cómo los comentarios cotidianos pueden moldear los hábitos alimenticios, especialmente en la infancia y adolescencia. “El problema es que muchas veces madres, padres u otros miembros del entorno familiar lanzan frases como ‘¿de verdad te vas a comer eso?’ o ‘¿seguro que tienes hambre?’ sin ser conscientes del impacto que pueden tener”, señalan profesionales de la nutrición. A esto se suman consejos sobre alimentación carentes de base científica que, repetidos en el tiempo, terminan calando.
El caso de Yolanda Hadid – ella misma hizo mofa de la situación en su canal de TikTok – es solo un ejemplo mediático de un fenómeno más extendido. La llamada “cultura de la dieta” ha atravesado generaciones. Durante décadas, la restricción calórica, la obsesión por un ideal físico y la demonización de determinados alimentos se han transmitido como pautas de sentido común. Expresiones que pueden parecer triviales han contribuido a moldear la relación con la comida especialmente en las mujeres.
De la norma a la denuncia
La década de los 2000 representaron uno de los momentos más visibles de este fenómeno. Reality shows que medían la grasa corporal de sus concursantes, dietas milagro que prometían resultados exprés o portadas de revistas con modelos de tallas 36. Con el tiempo, esas prácticas han sido objeto de una revisión crítica. La generación millennial fue pionera en denunciar el body shaming y reivindicar la diversidad corporal. Por su parte, la generación Z ha heredado el ojo crítico que no dudan en plasmarlo en las redes sociales. La etiqueta #AlmondMom se viralizó en TikTok con miles de vídeos que recreaban o parodiaban frases similares a las de Hadid, evidenciando lo común que sigue siendo recibir este tipo de comentarios.
Actualmente se reconoce que estos mensajes no son inocuos. Diversos estudios vinculan la presión sobre la imagen corporal con una menor autoestima, desórdenes alimentarios y una relación conflictiva con la comida que puede prolongarse durante años. Para especialistas, la educación nutricional y el aprendizaje de una comunicación más respetuosa en el entorno familiar son claves para revertir esa tendencia. Validar las emociones en torno a la comida, explican, no es solo una cuestión de bienestar individual, sino una estrategia preventiva frente a problemas de salud a largo plazo.