La Noche de San Juan siempre ha tenido algo de promesa rota y milagro encendido. Es el único día del calendario en que todo el mundo espera magia, y pocas veces llega. Pero este año en Cadaqués, mientras media España encendía hogueras en la playa para quemar deseos escritos a mano, una pareja hizo que la magia fuese literal. Gala González, pionera de la moda digital, influencer antes de que el término existiese, se casó con John Steiner, un ilusionista suizo criado en la isla donde se celebró la ceremonia.
El escenario fue una isla privada frente al corazón de Cadaqués. Entre olivos, rocas blancas y mares detenidos por la calima, se instaló un altar simbólico donde el mar fue testigo y el fuego, tan propio de la noche más corta del año, hizo de notario emocional.
La ceremonia civil se celebró un día antes. Gala apareció con un conjunto de pantalón capri y corsé en tonos marfil, obra del diseñador sevillano Nicolás Montenegro.
Lo acompañó con sandalias metálicas de Jimmy Choo y un peinado sencillo con joyas muy discretas. El anillo, como casi todo en esta historia, tenía fondo: diseño de Sansoeurs, con influencia india como su horizonte vital.
A esa primera celebración le siguió otra aún más íntima, donde la novia apareció con un vestido de Sybilla de satén marfil, con recortes en la cintura y tirantes joya. En lugar de ramo, una pulsera de jazmín.
Durante los días previos, la empresaria compartió detalles en sus redes sociales como si fuesen pinceladas de un cuadro que se iba descubriendo por partes. Tratamientos de belleza en Madrid, uñas naturales con brillo tenue, un autobús descapotable en la preboda con amigos por las calles empedradas o un vestido semitransparente bordado en nude, con cuñas y casquete joya, como si la década de los 20 hubiese sobrevivido al siglo XXI en el cuerpo de una mujer gallega.
John Steiner, el novio, es suizo de nacimiento, danés de origen materno y creció entre París, Barcelona y Nueva York. Mago profesional, artista visual, políglota. Su padre fue jugador de póker profesional, su madre escultora. Una educación hecha de sombras, fuegos y pasaportes, que encontró en Gala -sobrina de Adolfo Domínguez- a su compañera perfecta.
Y cuando cayó la noche y el “sí” ya se había pronunciado, Gala volvió a cambiarse de vestido. Esta vez eligió uno negro, con transparencias, lentejuelas y apliques metálicos, como un homenaje a Cher en los 70.
Lo acompañó con sandalias planas de Pedro García y una actitud que hablaba de fiesta más que de ceremonia. La canción elegida para el primer baile fue You’ll Never Find Another Love Like Mine de Lou Rawls.
Gala y John no se casaron para ser portada, aunque lo han sido. Se casaron para convertir un lugar en hogar, y una fecha en principio. Entre hogueras, mares en calma y vestidos que no necesitaban explicación, la pareja hizo de su boda algo más raro que mágico: real.