Por primera vez en su historia, la Unión Europea ha aprobado un marco financiero que admite abiertamente que el mundo ya no es estable. El presupuesto plurianual 2028-2034, dotado con dos billones de euros, es el más grande, el más flexible y también el más difícil de sacar adelante desde la creación del club comunitario. Lo ha reconocido la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que este miércoles lo calificó de “presupuesto para una nueva era” y subrayó que el plan “responde a los retos geopolíticos, económicos y sociales del presente”.
Sin embargo, en los pasillos del Parlamento Europeo se impone otra lectura. Von der Leyen habría hecho demasiadas concesiones en los presupuestos para asegurarse apoyos en la moción de censura, en la que consiguió un respaldo incluso más holgado del esperado. El comentario, compartido por voces del hemiciclo, apunta directamente a la reciente maniobra de la presidenta para garantizar su continuidad al frente de la Comisión, una operación que habría obligado a rebajar exigencias a los Estados más reacios y abrir la puerta a demandas contradictorias.

La confusión en torno a la hora de la rueda de prensa ilustró bien la complejidad del acuerdo. Prevista para antes de comer, acabó celebrándose pasada las 16:00 horas, entre quejas de periodistas y sucesivos retrasos por parte de los portavoces, incapaces de fijar una hora ante las dudas de última hora. El desajuste logístico fue, en sí mismo, síntoma de unas negociaciones al límite.
Este periódico ha tenido acceso al documento completo del nuevo Marco Financiero Plurianual, al que se sumó también la declaración pública que Von der Leyen ofreció este miércoles en Bruselas. En su intervención, la presidenta defendió que el nuevo plan “es más estratégico, más flexible y más transparente”. Uno de sus principales pilares es la creación de los llamados Planes de Asociación Nacional y Regional, que agrupan los fondos de cohesión, agricultura, migración o políticas sociales en un solo paquete por país. “En vez de tener diez fondos distintos, con diferentes reglas y criterios, ahora cada Estado tendrá un plan único alineado con las prioridades europeas”, dijo Von der Leyen.
Europa diseña un mecanismo de crisis
La otra gran novedad es la creación de un mecanismo de crisis de hasta 400.000 millones de euros y de un nuevo instrumento llamado Catalyst Europe, que permitirá a los Estados solicitar préstamos de hasta 150.000 millones para inversiones en defensa, energía o tecnología estratégica. En palabras de la presidenta, es una forma de “dar más capacidad de acción a los Estados miembros sin aumentar sus contribuciones al presupuesto comunitario”.

Aun así, el acuerdo ha tardado meses en cerrarse y ha exigido múltiples modificaciones. El contexto internacional ha condicionado por completo las cuentas. Bruselas sabe que Europa necesita prepararse ante un mundo cada vez más hostil. En su declaración oficial, Von der Leyen advirtió que crisis como las guerras en Ucrania o en Oriente Medio “ya no son la excepción, sino la norma”.
Inversión histórica en gasto militar
Desde la Comisión subrayan que “la UE debe estar lista para actuar con rapidez y fuerza ante amenazas globales”. Por eso, el presupuesto contempla un aumento sin precedentes en gasto militar, movilidad de tropas, ciberseguridad y energía. “Multiplicamos por diez la inversión en movilidad militar y por cinco en infraestructuras energéticas”, precisó Von der Leyen.

La presidenta insistió en que se trata de un presupuesto que “protege la capacidad fiscal de los Estados miembros” gracias a la introducción de nuevos recursos propios, reduciendo el peso de las aportaciones nacionales sin renunciar a la ambición presupuestaria.
Un nuevo orden mundial
En la práctica, lo aprobado este martes es también una respuesta a un mundo liderado por tres potencias cada vez más impredecibles. En Bruselas preocupa la inestabilidad de Rusia, el creciente autoritarismo de China y los cambios de humor de Donald Trump. Y para eso, subrayan desde la Comisión, Europa necesita autonomía, resiliencia y capacidad de reacción. El objetivo es “blindar la soberanía europea” y reforzar su peso global “en un entorno volátil y competitivo”.

Pese a todo, la fragilidad del acuerdo es evidente. El presupuesto deberá concretarse ahora en cada una de las partidas anuales, donde Parlamento y Consejo tienen poder de veto. Y en este caso, desde el Parlamento ya adelantan a este periódico que las cuentas presentadas por la Comisión son “insuficientes para hacer frente a los desafíos de Europa”.
Queda por ver si el plan se traducirá en una UE más preparada o en un castillo de equilibrios frágiles. Lo que sí parece claro es que, por primera vez, Bruselas ha diseñado un presupuesto pensado para una Unión que vive en alerta permanente.