Este viernes, los ciudadanos de la República de Irlanda han acudido a las urnas para elegir a la próxima presidenta, que sucederá al saliente Michael D. Higgins. La contienda ha quedado reducida a dos candidatas principales: la independiente de izquierdas Catherine Connolly -la favorita en los sondeos-, y la exministra del partido de centroderecha en el poder Heather Humphreys.
Aunque la función presidencial en Irlanda es mayormente simbólica y representativa, los expertos coinciden en que el resultado de esta elección puede señalar una orientación nueva para el país, tanto a nivel interno como en política exterior. Connolly es diputada independiente y cuenta con el apoyo de varias formaciones de izquierdas: el Sinn Féin (ex brazo político del grupo terrorista IRA), el Partido Laborista, los Social Demócratas, o los Verdes.
Una candidata que rompe moldes en Irlanda
El perfil de Connolly mezcla activismo, mucha presencia en redes sociales y compromiso con causas progresistas. Fue también docente y abogada, y se presenta como candidata que rompe el molde del “político tradicional”, según The Guardian. En materia de política internacional, Connolly se ha posicionado con firmeza: ha defendido la neutralidad irlandesa y ha sido muy crítica con lo que denomina “militarismo occidental”.

Ha comparado el gasto de armamento de Alemania con la era nazi y acusó a Reino Unido y EE UU de “habilitar genocidio en Gaza”. En el plano doméstico, la candidata progresista se compromete a dar voz a los que suelen sentirse excluidos: jóvenes, comunidades marginadas, quienes tienen un difícil acceso a la vivienda o esperan en las listas de espera en hospitales.
Otra más institucional
Humphreys proviene de la coalición de gobierno de centroderecha, liderada por el primer ministro Micheál Martin. Fue ministra en diversos ámbitos entre los años 2014 y 2025, y se presenta como la candidata del “centro” que busca continuidad, estabilidad y cercanía al electorado tradicional.
Su perfil es el de una figura de gobierno con experiencia institucional, eminentemente europeísta y favorable al empresariado. Está a favor de seguir tendiendo puentes con las comunidades protestantes de Irlanda del Norte, donde a pesar de la vigencia de la paz siguen existiendo tensiones irresueltas con los católicos irlandeses. Humphreys defiende un mejor empleo y transporte para las áreas rurales de Irlanda. En las encuestas partía con desventaja, principalmente por su vinculación con el gobierno actual, que está siendo criticado por la crisis de la vivienda y el coste de la vida.
El único candidato abandonó
Las encuestas más recientes dibujaron un escenario favorable para Connolly. Un sondeo le da un 40% frente al 25 % de Humphreys, y si se ajustan los indecisos o los que planean votar en blanco, la ventaja se eleva a aproximadamente 55% contra 35%, según The Guardian. Otras fuentes apuntan que Connolly tiene una ventaja de 15-18 puntos sobre Humphreys.

Pese a esas cifras, hay inquietud por una participación moderada o alta cantidad de papeletas nulas, ya que casi la mitad de los votantes dicen que no se sienten representados por ninguna de las dos candidatas. A última hora, el único hombre que aspiraba a la presidencia, Jim Gavin, se retiró de la carrera electoral. Las urnas cierran este viernes a las 22h, y se espera conocerse el resultado durante el sábado.
Gaza en el centro del debate
La campaña ha incluido un elemento internacional que no suele dominar este tipo de elecciones, normalmente centradas en cuestiones domésticas. La batalla por el conflicto entre Israel y Palestina ha sido central: Connolly ha sido muy vocal en su apoyo a la causa palestina, acusando a Israel de “genocidio en Gaza” y criticando a Occidente por lo que considera una “militarización” creciente de la Unión Europea.
Humphreys, en cambio, representa una línea más tradicional y alineada con la diplomacia habitual irlandesa: pragmatismo, integración europea y moderación en política exterior. Para evitar complicarse, la candidata conservadora evitó referirse demasiado al conflicto en Oriente Medio.
En caso de victoria de Connolly, analistas apuntan a que la presidencia de Irlanda podría pasar de su clásico rol simbólico a una posición más combativa. Por su parte, Humphreys representa el continuismo: priorizar la estabilidad ante la transformación. Aunque el cargo que se elige en las urnas es institucionalmente limitado, su peso simbólico y moral es considerable.




