La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intensifica su agenda exterior. Si la semana pasada contábamos en este periódico su visita a Islandia para afianzar la relación de la UE con los países del Ártico, este miércoles estuvo en Japón y este jueves aterriza en China. El motivo es evidente: la Unión Europea busca aliados antes de que estalle la nueva guerra comercial con Estados Unidos.
Von der Leyen es consciente del terremoto económico que puede provocar Estados Unidos con Donald Trump en la Casa Blanca. Las negociaciones con Washington para frenar el aumento de aranceles siguen estancadas, y en Bruselas ya se preparan para lo peor. Si nada cambia, el golpe llegará el 1 de agosto.
Today we are launching our 🇪🇺🇯🇵 Competitiveness Alliance:
• Increased trade between us
• Strengthened economic security, with robust rare earths supply chains
• Accelerated work on innovation, clean tech and digital ↓ https://t.co/HsA4uNESvh
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) July 23, 2025
En este contexto, la presidenta de la Comisión quiere deja claro que Europa no está sola. “Es normal que dos socios con ideas afines se unan para fortalecerse mutualmente”, señaló este miércoles durante un encuentro con empresarios en Tokio.
Europa viaja, China escucha
La siguiente parada de la gira es Pekín. El encuentro con Xi Jinping se celebra este jueves, con motivo del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos bloques. Pero el contexto no es el mismo que con Japón. La tensión es evidente. La delegación china ha recortado la cumbre a un solo día y no confirmó hasta última hora la presencia del presidente.

Von der Leyen llega a China con una doble misión: mantener abierta la vía del diálogo y marcar distancias. La UE no quiere enemigos, pero tampoco quiere aparecer débil. En la agenda europea hay mensajes incómodos sobre comercio, derechos humanos y seguridad tecnológica. Entre ellos, el uso de Huawei, la tecnológica del gigante asiático.
Huawei entra por la puerta de atrás
La adjudicación de un contrato de 12 millones de euros a Huawei por parte del Gobierno activó todas las alarmas. La empresa china será la encargada de custodiar a partir de ahora las escuchas policiales ordenadas por jueces y fiscales, incluidas las de casos sensibles como el de Koldo García. Desde la Comisión no esconden la preocupación. “La seguridad de nuestras redes y datos es crucial para nuestra economía”, recuerdan fuentes comunitarias en conversación con Artículo14.

Bruselas ya advirtió en 2020 que Huawei representa “riesgos materialmente más altos” que otros proveedores, e instó a los Estados miembros a restringir o excluir sus productos. “Es una decisión nacional”, matizan a este periódico, pero recuerdan que un comportamiento inadecuado “podría poner en jaque a todo el bloque en su conjunto”.
Amigos en Asia, tensión con Estados Unidos
Aunque la Comisión Europea se resiste a confirmar el fracaso de las conversaciones con Washington, de momento no se ha materializado ningún acuerdo concreto. Según publica el Financial Times, Bruselas y la Casa Blanca estarían cerca de cerrar un acuerdo que incluiría un arancel recíproco del 15 % a las importaciones europeas. El pacto, aún en el aire, busca evitar el escenario más temido: que Trump eleve ese porcentaje hasta el 30 % a partir del 1 de agosto.

El acuerdo afectaría a sectores clave -desde la automoción hasta los dispositivos médicos- y consolidaría, en la práctica, el statu quo. Las exportaciones europeas ya sufren un recargo del 10 % desde abril. La Comisión asume que el margen de maniobra es limitado, pero insiste en mantener abierta la negociación. Al mismo tiempo, prepara un paquete de represalias por valor de 93.000 millones de euros. Lo tendrá listo si Trump aprieta el botón. Los productos seleccionados están dirigidos a sectores emblemáticos del consumo estadounidense, incluyendo artículos como soja, vaqueros y las motos Harley-Davidson.
En este contexto, Von der Leyen busca en Asia lo que cada vez cuesta más encontrar al otro lado del Atlántico: confianza. La visita a Japón -junto al presidente del Consejo Europeo, António Costa- ha servido para reforzar una relación económica que representa casi una cuarta parte del PIB mundial. Toda una declaración de intenciones.