Escalada bélica

Islandia, el país gobernado por mujeres y sin ejército que podría dar un giro militar

Bruselas e Islandia abren negociaciones para un acuerdo de seguridad y defensa en pleno rearme europeo. El país, sin ejército y con una primera ministra al frente, busca proteger su modelo frente a un mundo más inestable

Halla Tómasdóttir, presidenta de Islandia, y Kristrún Frostadóttir, primera ministra
Kiloycuarto

Islandia no tiene ejército. Nunca lo ha tenido desde su independencia en 1944. Sin embargo, es miembro de pleno derecho de la OTAN, forma parte del Espacio Económico Europeo (EEE) y ahora da un paso más en su acercamiento a Bruselas. Esta semana, la Comisión Europea y el Gobierno islandés anunciaron el inicio de negociaciones para un acuerdo bilateral de seguridad y defensa. En un momento de rearme global, el país nórdico, gobernado por la socialdemócrata Kristrún Frostadóttir, quiere blindar su modelo civil -y feminista– sin renunciar a su tradición antimilitarista.

La imagen de Frostadóttir y Ursula von der Leyen sobrevolando juntas en helicóptero la península de Reykjanes -escenario de una reciente erupción volcánica- simboliza bien el momento. Dos mujeres al frente de estructuras que, sin ser militares, toman decisiones estratégicas. Islandia se protege a través de la cooperación internacional, la vigilancia costera y la protección civil. “El país no tiene fuerzas armadas, pero es muy activo en defensa. Son miembros de la OTAN y ahora quieren acceder a instrumentos europeos para reforzarse”, explica Francisco J. Girao, director de Defensa en Atrevia.

La presidenta von der Leyen y la primera ministra Frostadóttir

La singularidad del modelo islandés –desmilitarizado, atlántico y con fuerte orientación europea– ha despertado el interés de Bruselas, especialmente en un contexto de creciente presión geopolítica en el Ártico. “Islandia tiene una orientación geoestratégica única y mucha experiencia en temas árticos. El movimiento se enmarca en una estrategia más amplia de la UE para adaptarse a la nueva realidad: Rusia, China y hasta Estados Unidos están redoblando su presencia en la región”, señala Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y asesor del Consejo de la UE.

Islandia no tiene la posición privilegiada de Groenlandia, pero sí es una pieza importante en el Atlántico Norte. Históricamente ha dependido de un acuerdo bilateral con Estados Unidos para su defensa exterior, pero las dudas sobre la fiabilidad de Washington -especialmente con Donald Trump en la Casa Blanca- han llevado al país a buscar equilibrios más amplios. “Tiene sentido ese acercamiento. Europa también quiere estrechar la relación: Islandia es un país independiente, del entorno, y con un posicionamiento muy interesante”, apunta Girao.

Preocupación por la presencia de potencias en el Ártico

Aunque no hay un debate serio sobre crear un ejército nacional, sí se detecta un cambio de tono. “No hay mentalidad militar en Islandia, ni miedo a una invasión. Pero sí hay preocupación por la presencia creciente de potencias en el Ártico. En ese sentido, la UE es el mejor aliado en ciberseguridad, protección de infraestructuras o vigilancia marítima”, explica Molina. En paralelo, Islandia mantiene una guardia costera reforzada, cuerpos paramilitares ligados al mar y una sólida estructura de protección civil, muy experimentada en gestión de crisis climáticas y volcánicas.

La Presidenta von der Leyen y la Primera Ministra Frostadóttir contemplan la reserva natural de Þórsmörk

El nuevo acuerdo con Bruselas no implica, por ahora, pasos hacia la adhesión plena a la UE, pero toca un tema sensible. “En Islandia, las implicaciones internas no son tan controvertidas por el contenido militar, sino por si este acercamiento significa una puerta abierta hacia la integración”, subraya Molina. La actual primera ministra es partidaria del ingreso, pero el país aún no ha reactivado formalmente su candidatura.

Islandia como modelo

La apuesta estratégica de Islandia también puede tener efectos más allá de sus fronteras. “Este movimiento puede animar a otros territorios del entorno, como Groenlandia o Feroe, a reabrir sus vínculos con la UE, que ahora pone el foco en seguridad, no solo en pesca”, sostiene Molina. El Ártico ha dejado de ser una periferia helada para convertirse en un espacio económico y geopolítico clave.

Islandia, gobernada por una primera ministra y una presidenta, sin ejército y con una sociedad profundamente antimilitarista, se convierte así en un modelo alternativo en mitad de un continente que se rearma. Una forma distinta de afrontar la incertidumbre global: más cooperación, más resiliencia y más Europa. Todo esto, de momento, sin tanques.