Las trabajadoras afroamericanas están siendo uno de los colectivos más golpeados en la segunda presidencia de Donald Trump. A punto de que se cumplan seis meses del regreso del polémico magnate neoyorquino a la Casa Blanca, las cifras de empleo muestran un aumento del paro entre ellas. Con un 5,8% en el mes de junio, el número de afroamericanas sin trabajo no ha parado de subir en los últimos tres meses, llegando en mayo al 6,2%, cuando en marzo estaba en un 5,2%. El 5,8% que arrojó el informe de la Oficina de Estadísticas de Empleo en junio muestra que el desempleo entre ellas casi duplica al de las blancas o asiáticas, entre las que no se ha registrado una pérdida importante de empleos.
La pregunta que muchos economistas se hacen es si los problemas de este colectivo de mujeres es un nubarrón que anuncia la tormenta que se abatirá pronto sobre la economía a causa de las decisiones de Trump, como su impredecible política de imposición de aranceles o los recortes masivos en el empleo y los servicios públicos.

“Los trabajadores negros, y en especial las mujeres negras, se comportan como el canario en una mina, dando una imagen de lo que podría ocurrirle a todo el mundo más tarde”, le dijo Jessica Fulton, del Centro Conjunto para Estudios Políticos y Económicos, un centro de análisis al portal The 19th.
El repunte de la inflación al 2,7% en el último informe oficial es otro indicio de que las cosas podrían estar torciéndose después de meses en los que la economía ha parecido inmune a las heterodoxas políticas de Trump.
Pero los problemas para muchas afroamericanas comenzaron casi desde el comienzo de la segunda presidencia de Trump. Los despidos masivos de empleados federales ejecutados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk, antes de que se peleara con el presidente, se cebaron con los organismos públicos con una mayor concentración de empleadas afroamericanas.
Según las estimaciones del New York Times, un cuarto de los puestos de la Oficina de Gestión de Personal del Gobierno fueron suprimidos. Más de la mitad en el caso del Departamento de Educación, un organismo federal concebido originalmente a evitar la discriminación racial en las escuelas y tradicional caladero de empleo para afroamericanas.
Una de las que fue víctima de la motosierra de Musk y ha engrosado recientemente las cifras de desempleo femenino afroamericano ha sido Shernice Mundell, que ha contado en varios medios el abrupto final a sus servicios en la Oficina de Gestión de Personal.
“Mi vida se volvió del revés en solo unas horas”, contó Mundell. Había sido ascendida poco antes y destinada a un nuevo departamento encargado de gestionar la cobertura médica a los jubilados del servicio postal, pero el 13 de febrero se confirmaron los peores temores del personal.
“Hacia las 1.45 pm recibí un correo de una dirección, que no era desde la que habitualmente nos escribían, convocándome a una reunión virtual. Cuando me conecté encontré a centenares de personas. Alguien dijo ‘si estamos aquí, probablemente es porque vamos a ser despedidos’”.
Efectivamente, le comunicaron que a las 3.00 pm cesaría como empleada federal y le ordenaban abandonar el edificio y dejar allí todos los equipos con los que hacía su trabajo.
“Todos estábamos en shock tras haber sido despedidos”, recuerda Mundell, que nunca creyó en el motivo del bajo rendimiento que le dieron como justificación. “Si fuera una mala empleada no me hubieran ascendido poco antes”, dice.
Cree que su despido y el de sus colegas pondrá en peligro la cobertura sanitaria de los jubilados de la compañia estatal de correos. “Si los jubilados tienen problemas con los proveedores de salud, ¿cómo va a resolverse si todo el departamento encargado de gestionar las discrepancias ha desaparecido? Estoy segura de que será caótico”.
Pero aunque le preocupan los beneficiarios de los servicios que prestaba, en su situación actual no puede dejar de pensar en sí misma. “Ahora estoy en una montaña rusa emocional. A ratos estoy bien, a ratos estoy hundida”. Lo peor, cuenta, es “solicitar empleos y saber que hay otros miles de candidatos”.
Su gran pilar está siendo su hija, ya graduada en la universidad y con un buen empleo. “Me ha dicho que no me preocupe por las facturas y que no tengo por qué aceptar el primer empleo que llegue. Debo estar agradecida por ella”.
Ella cayó en la primera embestida de la motosierra de Musk, entre febrero y marzo, cuando 266.000 afroamericanas se quedaron sin trabajo. Hay que remontarse a la pandemia para encontrar una destrucción mayor de empleo entre las afroamericanas.
El racismo y las desigualdades endémicas en el mercado laboral que todavía hoy padecen las afroamericanas hacen que hayan sido las primeras en sufrir el golpe. La pregunta es si luego les tocará a otros.