Fue un momento de gran dramatismo político y cargado de simbolismo. Cuando Angela Merkel entró en el Bundestag el martes por la mañana, lo hizo sin estridencias ni protagonismo. Vestida con una chaqueta amarilla clara, tomó asiento en la tribuna de honor, con vistas a la cámara baja en la que una vez gobernó como la mujer más poderosa de Alemania. Ahora, como invitada, observaba cómo la historia se desarrollaba ante sus ojos.
Friedrich Merz, actual líder del partido CDU y antaño feroz opositor interno de Merkel, fracasó en su primer intento de ser elegido canciller. Un revés histórico para Merz. Y es que la derrota no tenía precedentes, nunca antes en la historia moderna de Alemania un jefe de gobierno designado había sido rechazado en la votación inicial.
Golpe a Merz en la primera votación
Fue un auténtico golpe a Merz y casi al sistema germano, en el que los nueve candidatos anteriores fueron elegidos a la primera y en una ceremonia sin sorpresas ni estruendos, como acostumbran. Pronto empezaron los corrillos y las acusaciones. ¿Qué había pasado? Durante semanas habían estado negociando tanto la CDU/CSU como el SPD para evitar esto. El acuerdo estaba cerrado. Merz tenía asegurada una mayoría de 328 votos. Quién le traicionó, ¿los diputados conservadores o los socialdemócratas? El caso es que el líder de la CDU sólo logró 310 (necesitaba 316).

La presidenta del Bundestag, Julia Klöckner (CDU), suspendió rápidamente la sesión para dar tiempo a los grupos parlamentarios a deliberar. Las discusiones se prolongaron durante horas sobre si Merz podría volver a intentarlo y cuándo.
La votación se repite
Finalmente y ante el revuelo, se hizo todo lo posible para lograr que fuera este mismo martes y antes del atardecer. A las 15:15 volvían los diputados al Bundestag para repetir el sufragio. Para Merz, esta votación era quizá la más crítica de su vida política. En el hemiciclo se sentaba Olaf Scholz, sucesor inmediato de Merkel y, quizá inesperadamente, todavía canciller en funciones. Aunque ya era diputado, Scholz ya había anunciado que votaría a favor de la candidatura de Merz. Sin embargo, el destacado asiento de Merkel, situado más arriba, permaneció vacío.

Los observadores alemanes notaron la ausencia. La excanciller había desaparecido antes de la segunda votación. Más tarde, su oficina ofreció una explicación sencilla: “Por motivos de agenda, la doctora Merkel no pudo asistir a la segunda votación como invitada en la tribuna“. No se dio a conocer en qué ocupaba exactamente su tiempo.
¿Dónde estaba Merkel?
El contraste fue sorprendente: Scholz, su sucesor, participando en el proceso; Merkel, la arquitecta del conservadurismo alemán moderno, optando por no presenciar la lucha por el poder del sucesor de su sucesor.

Tras el logro de Merz, que a la segunda logró la mayoría del Bundestag, el nuevo canciller respira tranquilo. Con todo, queda claro que incluso jubilada, la sombra de Merkel sigue planeando sobre la política alemana. Y la excanciller fue testigo de excepción, desde la tribuna de honor, de cómo su eterno rival fracasó, pero no se quedó a verlo lograr su ansiado puesto.