Tras el anuncio de la “conquista permanente” de Gaza por parte de Benjamin Netanyahu, el futuro de los dos millones de civiles palestinos, acostumbrados hace más de año y medio a continuos desplazamientos para huir de los bombardeos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), es más incierto que nunca.
Presionado por sus socios de la extrema derecha, que aspiran a expulsar a los palestinos del enclave costero y refundar asentamientos judíos, Netanyahu ordenó la movilización de decenas de miles de reservistas del ejército, con el objetivo de consolidar una presencia militar duradera en la franja, aunque sea a costa de abandonar definitivamente a los 59 rehenes que siguen en manos de Hamás.
Sin espacio
Con la reanudación de los ataques tras la vuelta a la guerra el 18 de marzo, los gazatíes han sido reubicados a la fuerza en múltiples ocasiones. “Nos preocupa profundamente la reducción del espacio disponible para los civiles en Gaza, quienes están siendo desplazados forzosamente por el Ejército israelí de amplias franjas de territorio. El Ejército israelí ha emitido diez órdenes de evacuación obligatorias que abarcan amplias zonas en todas las provincias de la Franja”, expresó la ONU a finales de marzo.

Israel, que debe acostumbrarse a la palabra “ocupación” de Gaza según el ministro de finanzas Betsalel Smotrich (Sionismo Religioso), pretende empezar el plan por la “limpieza total” del norte de la franja, una medida que ya aplicó en fases previas de la guerra. Según el ministerio de salud gazatí, la ofensiva desatada tras la masacre del 7 de octubre ha costado ya más de 62.614 víctimas mortales. Las cifras, aportadas por las autoridades de Hamás, no distinguen entre combatientes y civiles.
Vaciar el norte de Gaza
Vaciar el norte de Gaza supone la implementación de facto del “Plan de los Generales”, formulado por el ex oficial Giora Eiland, que insistió en que una victoria efectiva sobre Hamás no podrá lograrse sin vaciar el territorio de civiles. Oenegés de derechos humanos y activistas israelíes lo consideraron un plan de “limpieza étnica” encubierto, y la extrema derecha judía presionó para su aplicación, con la esperanza de disponer de territorios libres de palestinos para refundar las colonias judías en la franja.
El “Plan de los Generales” no se aplicó debido a las presiones de la Administración Biden y reticencias en el seno de las FDI, pero con una Administración Trump afín al gobierno de Netanyahu, la medida parece más viable. El objetivo es “aplanar” el norte de Gaza -como ya se ha hecho en Rafah, al sur-, y desplazar a los civiles a la “zona humanitaria” de Mawasi, pegada a la costa. En esta zona es donde buena parte de los milicianos de Hamás se mezclan con la población civil.

En la nueva fase de la invasión, Israel aumentará significativamente el territorio de Gaza que mantendrá, incluyendo el mantenimiento de fuerzas estacionadas permanentemente en zonas ocupadas, mucho más allá del 40% de Gaza que ya controla.
En caso de un nuevo -pero improbable- acuerdo de alto el fuego con Hamás, Israel mantendría como mínimo una franja de seguridad alrededor de Gaza para asegurar el perímetro fronterizo israelí.
La situación es crítica para los gazatíes
Tras más de 60 días de corte de la ayuda humanitaria, incluyendo el acceso de gasolina, agua, medicamentos o material para refugios, la situación en Gaza es crítica. El gobierno israelí alega que, durante los dos meses de tregua -iniciados el pasado enero- entró suficiente material a la franja para sobrevivir meses de bloqueo total, y alega que detener el suministro es otra medida de presión sobre Hamás.
Testimonios de Gaza relatan que la hambruna se agudiza con el paso de los días, y en los comedores comunes se generan rutinarias escenas de tensión, con masas de gente luchando por un plato de comida. “El hambre es extrema, llegó a niveles insostenibles”, declaró un gazatí al Times of Israel. Ante la nula entrada de ayuda, que se distribuye gratis, los gazatíes se ven obligados a comprar productos a precios muy inflados en los mercados.

Según un estudio de World Food Programme (WFP), los precios de los alimentos en abril fueron, en promedio, un 50 % más altos que en marzo y hasta un 740 % más altos que durante el alto el fuego de febrero. Varios alimentos básicos, como productos lácteos, huevos, frutas y carne, no estaban disponibles en absoluto. Los productos disponibles en los mercados llegan de los almacenes de Hamás, que se apropió de toda la ayuda humanitaria para revenderla y así pagar a sus combatientes.
Los expertos temen que la hambruna se sienta con mayor intensidad entre los más vulnerables. En las dos primeras semanas de abril, 64 niños en la Franja fueron diagnosticados con desnutrición aguda severa. Otros 641 presentaron desnutrición aguda moderada, según la agencia de asuntos humanitarios de la ONU, citando datos de organizaciones de ayuda que examinaron a 21.000 niños.
Con la mayoría de las infraestructuras civiles derruidas, la mayoría de gazatíes malviven en campamentos de refugiados improvisados, donde incidentes de violencia, falta de privacidad y destrucción -tampoco se libran de los bombardeos- complican el día a día de la población. El problema persistirá con el fin de la guerra: se estima que la reconstrucción de Gaza tomará varios años y una inversión internacional multimillonaria.