Premio Nobel de La Paz

Oleksandra Romantsova: “Lo que Rusia quiere es nuestra rendición”

Oleksandra Romantsova es directora del Centro para las Libertades Civiles en Ucrania, dedicado ahora a documentar los crímenes de guerra

Oleksandra Romantsova

En 2022, el Comité Nobel de Noruega otorgó el Premio Nobel de la Paz a la abogada y activista ucraniana Oleksandra Romantsova, directora del Centro para las Libertades Civiles, en reconocimiento a su labor de documentación de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos cometidos durante la invasión rusa de Ucrania. El proyecto, que se ha convertido en una de las iniciativas de justicia transicional más importantes de Europa en la última década, nació con el objetivo de recopilar testimonios directos de víctimas, registrar pruebas y denunciar ante organismos internacionales los abusos sufridos por la población civil.

La tarea ha supuesto coordinar equipos de voluntarios en distintas regiones del país, construir una red de abogados y defensores de derechos humanos y llevar la voz de las víctimas a foros como la ONU y el Tribunal Penal Internacional. Romantsova, que ha defendido desde el inicio de la guerra la necesidad de una justicia que vaya más allá de los Estados, ha hecho del concepto de “responsabilidad” la columna vertebral de su trabajo: dar nombre y rostro a las víctimas y exigir que cada agresor, sin importar su rango, rinda cuentas ante la historia.

La activista ucraniana y directora del Centro para las Libertades Civiles, Oleksandra (Sasha) Romantsova, ONG galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2022.

¿Qué significó para usted recibir el Premio Nobel de la Paz en un momento tan dramático para su país?

Fue un reconocimiento al trabajo colectivo de tantas personas que, en medio de la guerra, siguen creyendo que la justicia es posible. Pero también fue un recordatorio de la enorme responsabilidad que tenemos. El Nobel no es un premio para mí, es un premio para las víctimas y para quienes han arriesgado su vida recopilando testimonios y pruebas.

Su organización ha documentado miles de casos de crímenes de guerra. ¿Cómo se estructura ese trabajo en un país bajo bombardeos?

Empezamos creando una red de voluntarios que recogen testimonios en el terreno, incluso en zonas de difícil acceso. Después, un equipo jurídico y de analistas revisa cada caso para verificarlo y darle consistencia probatoria. El objetivo no es solo acumular información, sino transformarla en material válido para tribunales internacionales. Trabajamos con bases de datos, sistemas de geolocalización y protocolos de investigación que garanticen la fiabilidad de las pruebas.

¿De dónde nace su empeño, su implicación en esta obra?

Este deseo de defender los derechos humanos nació después de la Revolución en 2013 y 2014, cuando la Federación Rusa decidió por primera vez invadir Ucrania en el Donbass y en Crimea. Entonces yo trabajaba en un banco, en un contexto internacional, sin experiencia en el ámbito civil ni en el de derechos humanos. Y Ucrania no tenía la experiencia de haber sido agredida. No teníamos necesidad de buscar crímenes de guerra. Por eso contacté con países bálticos y Balcanes, para entender cómo se hacía. Incluso con los propios rusos, por la experiencia de Chechenia. Hasta 2022, registramos más de 20.000 crímenes de guerra. En 2017 Rusia y Bielorrusia me prohibieron el acceso a sus países: soy persona non grata. Hemos iniciado colaboraciones con asociaciones de Armenia, Kazajistán, de territorios invadidos; muchos de ellos han sido tratados como agentes extranjeros y no han podido continuar su actividad en Rusia. También hemos creado un proyecto, Tribunal para Putin, que ha documentado más de 90.000 episodios de crímenes de guerra y contra la humanidad.

Oleksandra Romantsova, durante la entrevista con Artículo14.

¿Cuál es la problemática a la hora de reunir esta documentación?

Documentamos todos los crímenes, ya sea en el frente o en el resto del territorio. Y algunos pueden estar en el lado ucraniano. Cuando hablamos de 90.000 crímenes, cerca del 2% se han cometido por parte de Ucrania. El 98% de los crímenes tienen una larga historia: cometían crímenes parecidos en Chechenia. Esto también sucedió en Georgia, después en Moldavia, con la participación de Rusia en Siria, en África, en América Latina… Por eso ha sido posible la guerra en Ucrania: porque no teníamos una noción de las guerras precedentes. Si hoy Ucrania muere, se reproducirá en otras partes del mundo.

En este sentido, ¿cómo se sintió cuando Vladimir Putin fue recibido casi con algfombra roja por Donald Trump?

Siempre lo vemos y pensamos: ¿va a cambiar algo? Pero en ese momento crucial estaban lanzando misiles sobre Kiev. Estamos, una vez más, decepcionados; no esperábamos mucho, y aun así consiguió decepcionarnos. Fue un miserable cuando se hizo el sordo y no quiso escuchar cómo sus misiles estaban matando a civiles. No se puede caer más bajo.

¿Sentís la solidaridad, pero también la distancia de los países que deciden mirar hacia otro lado?

Desde luego. Hay quienes dicen: “Simplemente, detened la guerra”. Pero no piensan en qué significa eso. Es como decirle a una persona que deje de ser víctima de violación: ¡no puede! Existe un agresor, y hay que pedirle al agresor que deje de agredir, no a la víctima que deje de sentirse agredida. Estamos luchando para acabar con esta guerra, y no es exactamente el sueño de los ucranianos estar en guerra. La necesitamos porque no tenemos otra forma de defendernos. Si alguien tiene una solución mejor, estaremos encantados de escucharla.

¿Es posible negociar con un país que ha causado tanta muerte y destrucción?

Es muy interesante, porque cuando hablamos de “conflicto” solemos equiparar las posiciones. Cuando somos pequeños, nos enseñan a resolver los conflictos hablando y mirando lo que ha sucedido. Pero ahora mismo está muy claro que lo que ha sucedido es una agresión por parte de Rusia completamente injustificada: es muy sencillo, no es complicado como en otras zonas, como Cachemira o Palestina. Rusia no necesita más tierra, tiene miles de kilómetros, y ni siquiera habitados. Es un país enorme y lleno de recursos, pero no emplea esos recursos para mejorar la vida de su pueblo, sino que los malgasta en invadir otros países; es decir, en empeorar nuestra vida. No se trata solo de un agresor, se trata de que Rusia quiere tenernos como esclavos en una historia que se remonta al siglo XIX. Nos dicen que es para protegernos, pero hemos perdido nuestra libertad, hemos perdido nuestra vida. No quieren liberarnos, quieren esclavizarnos.

La conciencia de los ucranianos es clara respecto a esto…

La democracia no es algo que otros tienen que concederte, sino que tú eres responsable de tu Estado: tienes derechos, obligaciones y responsabilidades. Nadie tiene que venir a darte tu propio Estado. Es importante entenderlo. Igual que los rusos tienen la elección de no ser agresores.

¿Qué le dicen las víctimas cuando comparten con ustedes experiencias tan dolorosas?

Muchos llegan con miedo o desconfianza, porque han perdido casi todo. Lo primero es escuchar, hacerles sentir que su historia importa y que no van a ser reducidos a cifras. Detrás de cada testimonio hay un nombre, una familia, una vida interrumpida. Las víctimas quieren que el mundo sepa lo que les pasó, quieren justicia, pero sobre todo quieren que nadie más viva lo mismo.

En sus discursos ha hablado de la “responsabilidad universal”. ¿Qué significa este concepto en la práctica?

Que los crímenes cometidos en Ucrania no son solo un asunto de Ucrania. Si permitimos la impunidad aquí, mañana se repetirá en otra parte del mundo. La responsabilidad universal implica que cada país democrático debe comprometerse a perseguir estos crímenes, a apoyar los tribunales internacionales y a defender el principio de que ninguna frontera, ningún uniforme ni ninguna ideología justifican el asesinato de inocentes.

Oleksandra Romantsova, directora ejecutiva del Centro para las Libertades Civiles, reacciona mientras sostiene a su perro Zhuzha durante una conferencia de prensa en Kiev.

¿Cree que es posible una reunión entre Putin y Zelenski?

¿Pero para qué? ¿De qué serviría una reunión? ¿Estarán abiertos a lo que nosotros queremos? Putin no quiere una reunión, quiere inaugurar su “reino”. Ya vimos lo que sucedió en Alaska.

¿Tienes esperanza?

No tengo esperanza, tengo un propósito, tengo un objetivo, tengo una tarea. Creo que la esperanza es posible, pero para hacerla realidad hay que ponerse a trabajar, hacer todo lo que esté en nuestra mano para lograrlo. No va a pasar de forma automática. Necesitamos una paz construida a largo plazo. Queremos la paz, en todos nuestros territorios, pero lo que Rusia quiere es nuestra rendición.

Todos los ojos están puestos en el Donbass. Hay voces que afirman que Ucrania debería ceder este territorio… 

¡No es un territorio! ¡Son seis millones de personas! No podemos ceder o entregar a las personas, porque no están seguras. Hemos registrado más de 20.000 episodios en Donbass antes de 2022, que incluyen torturas, secuestros y asesinatos. Pusieron a nuestros adolescentes a luchar contra su propio país en el Ejército ruso. No es algo que podamos hacer. Todas las transgresiones de Putin no han obtenido ninguna respuesta, por eso Ucrania tiene que responder. No puedes escapar de la guerra, tienes que pararla, o te llegará a ti también.

¿Qué sucederá con la gente que vive en los territorios ocupados por Rusia?

Necesitamos protegerlos. Ahora mismo no sabemos cuánta gente ha sido asesinada, porque Rusia no nos da acceso a las víctimas. Por un lado, algunas personas lograron escapar de las zonas ocupadas, pero ya nada nos garantiza que no vaya a seguir ocupando el resto de territorios. Tenemos seis millones de niños en Ucrania, todos ellos afectados por la guerra. Y parece que está lejos, pero no está tan lejos. Además, se trata de una guerra híbrida: todos los días tratan de destruir nuestras telecomunicaciones, han echado abajo nuestro sistema de seguridad social, la base de datos de nuestros impuestos… Es una guerra cibernética, además de una guerra en tierra.

Hoy, en esta experiencia, ¿qué pueden hacer los ciudadanos de a pie?

No os desesperéis. Cualquier cosa que tengáis en mente, un post en redes sociales, ser amigos de los voluntarios, basta con esto. Cualquier novedad que podáis proponer son ladrillos importantes que podéis llevar al mundo. Sed nuestros amigos. Creednos. Apoyadnos.

Siguiendo el título del Meeting de Rímini, “En lugares vacíos construiremos con ladrillos nuevos”, ¿cree posible construir la paz entre Rusia y Ucrania?

Creo en una paz para toda Ucrania: también para Crimea, Moldavia, Donbass, Jersón y Zaporiyia, los países bálticos. Creo que en esta región del mundo la paz es posible, pero decir que la paz depende sólo de nosotros es como decir que la educación de un niño depende solo del niño. No hemos sido nosotros los que hemos atacado a nadie, sino los que hemos sufrido agresiones desde nuestra independencia hace 34 años. El pueblo ucraniano no ha querido nunca hacer la guerra; nos estamos defendiendo de una agresión. Yo tengo prohibida la entrada en algunos países, como Bielorrusia, de manera que defender los derechos humanos parece estar a la altura de cometer crímenes de guerra. Según nuestros estudios, hemos detectado 90.000 crímenes de guerra, el 98% cometidos por los rusos. La paz quiere decir conseguir una Ucrania protegida y con garantías de seguridad; si no, no será paz.