Opinión

El dinero es vuestro dios

Victoria Federica - Casa Real
Actualizado: h
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Las contraportadas de Mondo Brutto (“el Mondo Brutto“, como decía todo el mundo) eran polémicas, polisémicas (como diría nuestro apuesto profeta Oliver Laxe), y clarividentes.  No es raro que se me vengan a la cabeza con acontecimientos de actualidad. El Mondo Brutto -fanzine en el que tuve el honor de participar en sus últimos diez años- traía temas variopintos (sesudos algunas veces, triviales otras) que se trataban desde la erudición y el pitorreo, siempre con verbo ágil y maestría en la descalificación. La contraportada, como decía, era una puerta al futuro, aunque entonces no lo sabíamos. Retrataban una parte del presente o, en ocasiones, eran bromas privadas que la gente interpretaba según le diera el aire.

En el número 19 la contraportada traía una foto en blanco y negro con una mujer tirando hacia arriba una pila de monedas. “El dinero es vuestro dios”, decía. Aparte de contener un dardo para unos ex compañeros de aventuras, se refería a una realidad más vieja que el hilo negro. El dinero es el dios del Opus, de los Kikos, del gobierno (de este o del que toque), de los líderes del activismo, de los que compran licencias de eventos para llenarse el bolsillo a costa del contribuyente y de los ilusos. Los devotos del dinero se conceden premios unos a otros de cuando en cuando. Son esos premios en los que te preguntas por qué y para qué. Hace nada se han concedido unos premios que no ocultan su razón de ser. Concedidos a menores de treinta años, se conceden a personajes cuya “creación de contenido” es más “relevante”, y cuando dicen relevante se refieren a lucrativa.

Leí esa lista de cien agraciados con franca curiosidad. ¿Cuántos de ellos pertenecerán a las mismas agencias? ¿Cuántos de ellos trabajarán para marcas relacionadas con la empresa que concede el premio? Lo que es indudable es que todos tienen muchos seguidores. La joya de la corona (y no pretendo hacer un doble sentido) es, sin duda, Victoria Federica de Todos los Santos de Marichalar y Borbón. La famosa nieta es premiada por su contribución a las relaciones sociales de la docena de grandes tenedores y herederos que le hacen contratos por trabajitos en los que puede demostrar todo lo que no se ha conseguido con sacas y sacas de dinero público. Una tipa que dice “mi hermano es mi persona vitamina” sin sonrojarse ni partirse de la risa. Una muchacha sin encantos que se pasea por alfombras rojas de eventos que no entiende y por picoteos de gente que seguramente se la trae al pairo.

Pero no me quiero centrar mucho en esta figura. Quiero que lo busquen y vean los discursos de estos talentos under 30. Engagement, contribución a la sociedad, comunidad, alcance y mucho, mucho trabajo detrás. Muchas horas de móvil, mucho aro de luz, mucho fotógrafo contratado por dos duros. Los premios que se conceden entre devotos del dinero me dan igual en el fondo. Solo me da pena que no se busque a menores de treinta (o mayores, que tanto da) que hagan un contenido fresco, divertido, crítico, original. Peñita que sepa hilar dos frases y que tenga algo de talento. Me gustaría unos premios que incluyeran escritores y músicos (de lo de verdad, no de los que sueltan alguna cagarruta para complementar su cuenta de TikTok), a humoristas, a gente que de verdad haga de la sociedad algo mejor.

 

Sin entrar en amigos míos, me gustaría que se reconociera a Celinemonde, que nos alegra el día con sus comentarios de moda. A Le Petit Patito, que nos hace reír con las inmundas ofertas del mercado inmobiliario, a Manuel Jiménez, que nos muestra otra cara de su barrio (las Tres Mil) y hace todo lo que está en su mano para que sus vecinos mejoren sus condiciones de vida. Me gustaría un premio a David Suárez, quien fuera de algún chiste infecto es capaz de hacerte soltar una carcajada en tu peor día. Un premio para Anímate Tía, esa cuenta que recrea en animación situaciones míticas de nuestra grotesca televisión. Un premio para Irene Márquez, otro para Otra puta cuenta de dibujos (también existe la ilustración, saben). Un premio a quien sea que lleve Wallapuff, la cuenta que nos trae lo más selecto de las ventas particulares. Otro para Dioses y diosas imperfectos, que nos refresca la memoria. Un súper premio para Otra historia de la literatura, la cuenta que explica los clásicos a través de escenas de televisión. Y por supuesto uno para Jotaderos, que si se muerde la lengua se envenena, pero que suele tener más razón que un santo.

Premios, en definitiva, para los que nos alegran el día, y no para los que nos hacen más idiotas si cabe.

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