Cuando Demi Vollering cruzó la niebla levantando los brazos en el alto asturiano de Cotobello, tras un ataque en el último kilómetro, no solo ponía el sello a su segunda victoria consecutiva en la Vuelta ciclista a España, sino que se desquitaba del mal sabor de boca que le quedó el pasado año en el SD-Worx.
Su gesto esperando en meta la entrada de sus compañera en FDJ Juliette Labus y Evita Muzic para abrazarlas y sus palabras posteriores “estoy muy orgullosa de lo conseguido con el equipo, ha sido fantástico vernos ganar como lo hemos hecho, mis compañeras hicieron un gran trabajo, desde el primer kilómetro hasta el último” pueden sonar a topicazo de ganadora, pero en este caso nada más lejos de ser un tópico.
La ciclista neerlandesa, por palmarés la mejor del mundo en este momento, vivió un auténtico calvario en su anterior equipo el pasado año, cuando vistiendo el maillot amarillo de líder en el último Tour de Francia se vio afectada por una caída masiva en la quinta etapa que la hizo perder casi minuto y medio en meta. Lo surrealista de la escena es que su equipo no mandó parar ni a Lorena Wiebes ni a Bianka Vas, que acabó ganando la etapa, dejando a Demi completamente sola luchando para perder lo menos posible en meta, mientras sus compañeras tiraban en cabeza de carrera.Una imagen inédita e incomprensible en un deporte como el ciclismo, donde la protección al líder es capital en cualquier estrategia de carrera.
Vollering supo lamerse las heridas, las de la caída y las de la soledad, en una última etapa para la épica del ciclismo femenino en las míticas curvas del ascenso a Alpe d´Huez. Atacó mucho antes, a 54 de kmts de meta en las rampas del Glandon, pero ni siquiera su victoria en aquella etapa fue suficiente para recuperar el maillot amarillo, que finalmente fue para la polaca Niewiadoma por solo 4 segundos. La desastrosa e incomprensible táctica del SD-Worx en aquel Tour la descabalgó de la victoria. No hubo ni una crítica pública de la corredora a su equipo. Pero su salida era inevitable.
Para la neerlandesa el cambio a FDJ está siendo sanador. Ganó la Semana Valenciana en su arranque de temporada, después la Strade Bianche y ahora la Vuelta. El Tour de Francia la espera y para ella, después de lo sucedido el pasado año, será un reto intentar repetir su victoria de 2023.
La figura de Demi Vollering, más allá de su palmarés o del drama de lo que le sucedió en su ex equipo, trasciende a su tarea en la carretera. En esta edición de La Vuelta sus palabras tras vestirse de rojo ganando la etapa en Lagunas de Neila se viralizaron. Mientras pedaleaba en el rodillo nada más acabar la etapa, entre lágrimas, Demi eligió hablar sobre la salud mental lanzando un potente mensaje. “Estoy contenta por lo que hicimos como equipo, pero alguien cercano a mi está pasando un episodio mental difícil. Veo a mi alrededor que la gente joven sufre mentalmente. Mi victoria es para todos los que sufren mentalmente” dijo Vollering.
No es la primera vez que la ciclista habla de problemas mentales. El pasado enero se sinceró en una carta abierta sobre la ansiedad que sufrió tras lo ocurrido en el Tour y sobre la presión que sintió tras la caída por parte de los medios, de su equipo, de sus seres queridos e incluso de ella misma. Además reveló que ese día tuvo el período y que ese añadido hormonal actuó como amplificador de las emociones y la ansiedad que ya sentía. “Mirando hacia atrás me doy cuenta de que es fue una de mis mayores victorias. Superé uno de los momentos más difíciles que he enfrentado” rememoró la corredora.
Su mayor victoria fue sin ganar la carrera. Toda una reflexión para el deporte y la vida. Vollering es mucho más que una grandísima ciclista.