Opinión

Iván, el mediador

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Esta semana presentó Iván Espinosa de los Monteros el proyecto que llevaba rumiando desde que dejó Vox. Finalmente, no es un partido político como se venía rumoreando, sino una plataforma, un think tank, un laboratorio de pensamiento e ideas desde el que influir y aportar. Como dijo su mujer, Rocío Monasterio, a las puertas del evento, él nunca se había ido, siempre ha estado involucrado a la vida pública, pendiente de lo que ocurría. Eso sí, se ha cuidado muy mucho de medir bien todos y cada uno de los impactos que realizaba.

Lo dijimos hace unos meses en este mismo foro en aquel Algo pasa con Iván, no estamos hablando de ningún piernas, de un tipo descerebrado o kamikaze que actúa por impulsos. Espinosa de los Monteros sabe lo que hace, lo que quiere, es un estratega experimentado, una persona culta y preparada que ha sido consciente en todo momento de que era crucial preservar su reputación y trayectoria. Por eso se ha movido de manera inteligente y ha sido capaz de neutralizar todos los esfuerzos que ha puesto su antigua formación en deslegitimarlo, en presentarlo como un paria y un traidor que solo busca protagonismo. En él no mandan las prisas, los acelerones, no lo guía la ansiedad. Y esa ha sido una de sus mayores virtudes.

Ahora ha dado un paso al frente con esta nueva aventura que lleva por nombre Atenea, que no es otra cosa que su manera de estar sin estar, la vía de colocarse de manera independiente en la carrera para estar en la pomada cuando todo vuelque y el péndulo se lleve por delante las ruinas sobre las que hoy se sustenta el sanchismo. El libro que publicó la pasada primavera era un preludio, el manual de instrucciones del vehículo que esta semana ha visto la luz. Solo con el título ya tenemos la pista de lo que es la columna vertebral de lo que quiere contarnos: ‘España tiene solución’. Un mensaje positivo y esperanzador, que evoca a un futuro que se puede empezar a construir desde el presente más inmediato.

Tiene muy claro el diplomático de cuna cuál es el eje de su discurso, dónde se va a colocar. Y lo hace muy bien, porque sabe sacar partido a sus puntos fuertes. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, hay en él un nivel, una educación y un poso intelectual que nos hacen retrotraernos al mejor de los pasados, al de los políticos serios y responsables, con una oratoria certera, limpia y elegante, muy alejada de los tonos broncos y chabacanos de la actualidad. Si a eso le sumamos los mensajes correctos, tenemos una combinación ganadora.

Sus principales caballos de batalla discursivos son dos.

El primero, es que es normal querer capitalizar la indignación, pero advierte de que desde la desafección y el odio es imposible ejercer esa labor de reconstrucción y construcción de volver a levantar todo lo que se está demoliendo en estos años de tierra quemada. Aboga por ilusionar, por proponer, por diseñar una alternativa que haga que la gente no solo quiera que se pongan las urnas para que la etapa de Sánchez termine ya, sino para que acudan al colegio electoral con ganas de que empiece una nueva era, de prosperidad, de cambio a mejor. Esto es impepinable, y es uno de los mayores errores que venimos diciendo que está cometiendo el PP de Feijóo; el no ser capaz de enamorar, el de empecinarse en empatar las formas chuscas y faltonas de Vox en vez de fabricar una necesidad real de cambio, pero de un cambio que no llegue a fuerza de inercia, sino que caiga por el peso de la expectación por poner en marcha un proyecto de país que seduzca.

El otro punto sobre el que hace hincapié el hombre de la barba, es la necesidad de entendimiento entre PP y Vox. Estoy seguro de que él más que nadie, que conoce perfectamente el paño, sobre todo de los que llevan las riendas de su ex partido, sabe que esto es una utopía, pero resulta inteligente por su parte querer erigirse como una especie de mediador entre los zoquetes de un lado y de otro, de esta oposición desnortada que es la que ha hecho que esta pesadilla se esté alargando. Sus dotes diplomáticas le aportan legitimidad para al menos intentar abordar esta empresa que nace viciada, pues ni los Kikos ni los Arizas ni los Cabanas, empeñados en que no queden de él ni los rizos, van a dejar de intentar destrozarlo. De hecho, pondrán el mismo o más esfuerzo en intentar tirar por tierra su plataforma que en hacer oposición al PSOE.

No obstante, Iván, que sabe que las palabras tienen que ir acompañadas de hechos y de una escenografía que refuerce el mensaje, trató de que en la puesta de largo de su bebé confluyesen las distintas sensibilidades del liberalismo y el conservadurismo español para sacar músculo y mostrar el respeto que se le tiene y la atención que se le muestra a lo que hace desde distintos sectores. El mensaje pretendía ser claro, aquí cabemos todos los que creemos que otra España mejor es posible, no es tiempo de reyertas ni de fuegos amigos. Por allí estuvieron desde Vidal Quadras, Marcos de Quintos y compañía, hasta representantes del PP como Juan Bravo y Cayetana Álvarez de Toledo. Tellado se cayó del cártel a última hora después de confirmar la jornada anterior que acudiría. Quizás tuvo que ver la presencia de Víctor de Aldama y el tipo de Desokupa, para mi gusto una de las grandes notas discordantes del estreno, aunque el papá de la criatura lo supiera capear bien. Solo hay que ver la sensacional llave de judo tuitera que le propinó a Óscar Puente, el ministro tuitero, en X después de que éste intentara hacer su típico chascarrillo populista.

Quizás lo más llamativo, para quien se quiera sorprender, aquí ya lo avanzamos hace tiempo, fue el apoyo cerrado de Ortega Smith, que utilizó la oportunidad para terminar de escenificar su ruptura total con Bambú. Él, junto con Inés Cañizares, vicealcaldesa de Toledo, fueron las dos caras visibles de la formación de Abascal que decidieron posicionarse sin fisuras ni complejos con Iván. Auguro movimientos sísmicos pronto. Menos extraño fue que estuvieran sus dos fieles lugartenientes, Sánchez del Real y Rubén Manso, siempre escopeta en ristre, cubriendo sus espaldas.

Estaremos atentos al recorrido que tiene este juguete creado por un hombre al que quisieron convertir en un juguete roto y no lo consiguieron. Hay madera de líder en Espinosa de los Monteros, tiene un mensaje y un rumbo claro, aunque es muy complejo lo que se propone. También muy interesante. Los verdes tiemblan, los azules dudan.

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