Annie Pham tenía 23 años y vivía en California. Se había casado hace solo unos meses y con su marido, tenía toda una vida por delante. Trabajaba en el sector editorial y soñaba con abrirse camino como escritora. “Annie era alegría pura – recordaba una de sus amigas – tenía esa chispa que hacía que todos quisieran estar con ella”.
En la madrugada del 18 de enero de 2014, un grupo de amigas esperaba para entrar en una discoteca. Una de ellas cogió el móvil para capturar el recuerdo. En el encuadre, sin querer, se coló Annie.
Las protagonistas de la foto se lo tomaron a mal y comenzaron a increpar y empujar a Annie. La discusión derivó en una terrible pelea, en la que Candace, de 27 años y Vanessa, de 28, golpearon a la joven hasta que se desplomó.

En el suelo, acurrucada en posición fetal, apenas podía protegerse. Pero para Candace y Vanessa la pelea ya se había convertido en una espiral de violencia: las patadas dirigidas a su cabeza sólo cesaron con la irrupción de la policía.
Pronto llegó la ambulancia que la llevó, ya inconsciente, al hospital. Los médicos lucharon durante horas por salvarle la vida. Pero Annie entró en muerte cerebral. Días después la familia retiró el soporte que le mantenía con vida y donaron sus órganos.

El proceso judicial se convirtió en un espectáculo mediático: vídeos grabados con móviles, decenas de testigos y versiones contradictorias. La defensa sostuvo que ambas actuaron en defensa propia. La fiscalía insistió en que la violencia con que actuaron fue desproporcionada.
“La clave es que Annie estaba en el suelo, indefensa, y le patearon la cabeza. Eso es lo que la mató” resumió el fiscal.
El jurado declaró a ambas culpables de homicidio involuntario. Fueron condenadas a seis años de prisión.

Para la familia de Annie la condena no fue suficiente. “Seis años por arrebatar una vida…no hay justicia” expresó su madre entre lágrimas.
Solo Vanessa mostró arrepentimiento por la muerte de la joven. “Viviré con esta pena el resto de mi vida. Espero que algún día puedan perdonarme” dijo a la familia.

Muchas personas grabaron la pelea con el móvil, pero pocas intervinieron. Eso también es una forma de violencia.