La imagen de la atleta granadina María Pérez ha vuelto a saltar a las portadas este sábado tras conseguir revalidar el oro en el Mundial de Tokio en los 35 kilómetros marcha. Además hace historia, convirtiéndose en la atleta española más laureada de la competición. Ningún hombre ni mujer españoles habrían logrado antes que ella 3 medallas de oro en Mundiales. Y aún le falta la prueba de 20 kilómetros marcha, donde podría repetir éxito, como ya hizo hace dos años en Budapest, aunque la inversión de las pruebas le haga estar algo escéptica, en Hungría fue primero la prueba de 20K y después la de 35k.
María hizo un tiempo de 2.39:01, casi 4 minutos menos que la segunda clasificada, la italiana Antonella Palmisano, en una victoria muy especial al lograrla entrenado en el estadio olímpico donde se quedó a las puertas de la medalla entrando cuarta en los JJOO de Tokio.
Pero la figura de María Pérez trasciende a sus propios éxitos en Mundiales o JJOO. Más potente que su propia imagen arrodillándose en el suelo al cruzar primera la meta fue verla esperando a su amiga y rival Antonella Palmisano, la campeona olímpica en Tokio 2020, hacerle una reverencia en señal de admiración, desatarle los cordones de sus zapatillas, ponerle una toalla encima para que no se resfriase y terminar colocándole la bandera italiana por encima mientras la italiana mostraba síntomas de agotamiento aún tirada sobre la pista. Una imagen que no puede representar mejor los valores del deporte.
Pérez siempre ha manifestado su admiración por Antonella, inspiración, rival y amiga al mismo tiempo. “Me siento privilegiada de haber ganado a Antonella. Es mi ídolo. Ha sido mi compañera de entrenamientos este año y me ha empujado a ser mejor persona y mejor atleta” dijo la granadina minutos después.
“Estoy contenta de haber ganado la medalla que me faltaba y también de que haya ganado María, he encontrado en ella a una amiga de verdad que me ha devuelto la motivación tras la decepción del año pasado”, dijo Antonella antes de abandonar el estadio en silla de ruedas.
Hace solo dos años la marchadora granadina hacía esta reflexión en un vídeo en sus redes sociales tras lograr dos oros en el Mundial de Budapest el mismo día que la selección femenina de fútbol ganaba su Mundial en Australia: “el domingo yo fui campeona del mundo, Álvaro el sábado fue campeón del mundo. Pero el domingo fueron 24 campeonas del mundo porque ganaron. Y aunque el beso de Rubiales se ha hecho muy viral, mañana este señor y yo vamos a ser portada, porque hemos tenido que volver a hacer lo que hicimos el sábado y el domingo para que la gente nos quiera un poco.”
Con esa vehemencia reclamaba María un espacio en los medios que echaba de menos y que se habían ganado con todo el derecho su compañero Álvaro Martín y ella misma. Dos años después María no tiene que pedir portadas, porque no solo su valía como atleta sino algo mucho más importante, su talla como persona, sus valores y su personalidad, capaz de pedir con fuerza y personalidad aquello que le corresponde, la hacen brillar con una luz que trasciende el deporte.