Opinión

Obituarios buenos y obituarios malos

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En la prensa española, los obituarios son capaces de convertir en seres de luz a auténticos desalmados. Esto de que las esquelas nos igualen por arriba es injusto. Lo pensaba este lunes, leyendo los numerosos elogios póstumos dedicados a José Ángel de la Casa, profesional respetado de forma unánime y persona querida como pocas. Que todos hablen bien de ti una vez muerto es sencillo; lo complicado es que, como en este caso, lo hicieran en vida.

En 1990, cuando comenzaron las emisiones de Canal+, Alfredo Relaño trató —sin éxito— de fichar a varios periodistas de TVE y RNE, entre ellos De la Casa. Al final, Carlos Martínez y Jorge Valdano formaron la primera pareja de narradores, que sólo duró un año. Valdano comenzó comenzó su carrera como entrenador y su micrófono lo heredó Michael Robinson, de cuya muerte se cumplieron cinco años la semana pasada. Otro obituario bien ganado.

Robinson, por supuesto, no se hizo popular en España marcando goles con la camiseta de Osasuna sino gracias a los partidos de Canal+ y a ‘El día después’, en el que también sustituyó a Valdano. El programa que enseñó a mucha gente mirar el fútbol de otra manera, incluso a amarlo, estaba planteado como un cebo en toda regla, muchos años antes de que oyéramos hablar del click-bait. Se emitía en abierto porque era un escaparate que nos mostraba los productos de lujo que podríamos disfrutar si nos abonábamos.

Fue una gran idea, aunque de una sencillez ridícula en el fondo: si tienes un gran producto, muéstralo. Parece una fórmula imperecedera pero el marketing también es capaz de involucionar. Tres décadas y media después, en otra plataforma de pago, DAZN, han optado por el enfoque contrario: si tienes un gran producto, entiérralo bajo una montaña de estiércol.

El subproducto se llama ‘Influencer Wars’, tiene lugar durante los partidos de Champions League y puede disfrutarse —es un decir— en redes sociales y streamings varios. Les iba a poner aquí debajo el vídeo que se hizo viral la semana pasada pero ellos mismos han decidido eliminarlo, con buen aunque tardío criterio. Este que les pongo es mucho más light, aunque sirve ya para descubrir las líneas maestras —también es un decir— que guían el producto: jóvenes ‘influencers’ reaccionando a los partidos, haciendo como que se enfadan, gritándose y mostrando una seria obsesión con el verbo “mamar”. El otro vídeo era tan soez que hasta me da vergüenza contarles lo que sucedía. Discúlpenme. Era repugnante.

DAZN no tiene los derechos de la Champions League, así que los martes y miércoles trata de abrirse hueco a codazos en el tempestuoso mundo de las redes. Cada uno es muy libre de devaluar su marca como desee, por supuesto. Nada nos sorprende ya desde que Raquel Sánchez Silva, en su primera aparición pública tras la muerte de su marido, aseguró en el programa de Ana Rosa que estaba recibiendo numerosos mensajes de pésame “gracias al nuevo Sony Xperia Z”.

No sé qué necesidad tendrá DAZN de encadenarse a estos influencers pero el precio reputacional está a la vista. Me imagino al padre de la idea presumiendo de datos con reproducciones, impactos y ‘engagement’, sin sospechar siquiera que lo que en realidad ilustran esos gráficos es el daño que está haciendo a su medio. Otro obituario, pero con gráficos de tarta.