Cerdán, semana 1 en Soto del Real: rutina, celda individual y primeras visitas

Dos psicólogos penitenciarios nos ayudan a reconstruir los primeros días de encierro del exsecretario de Organización del PSOE

Vista del furgón de la Guardia Civil en el que el exdirigente del PSOE Santos Cerdán ha ingresado en la cárcel madrileña de Soto del Real.
EFE/Daniel González

Aunque dicen que la prisión de Soto del Real, inaugurada en 1995, cambió el espíritu carcelario en España por su arquitectura moderna y sus instalaciones orientadas al bienestar de los reclusos, nadie diría que es un complejo atrayente. Su torre de vigilancia de 56 metros de altura es suficiente para recordar dónde estamos. Desde su celda, Santos Cerdán, preso desde el día 30 de junio apenas divisa la sierra madrileña. Sin más vistas que el perímetro de seguridad, los reclusos más veteranos acaban perdiendo visión, según nos cuenta Ruth Pérez Enríquez, psicóloga forense y penitenciaria, que, junto a José Gil, también psicólogo penitenciario, nos ayuda a reconstruir cómo habrá sido esta primera semana entre barrotes para el exsecretario de Organización del PSOE.

Santos Cerdán
El ex número tres del PSOE Santos Cerdán a su llegada al Tribunal Supremo
EFE

Poco después de su llegada, se le asignó el módulo 13, destinado a presos preventivos con diferentes perfiles. Es un módulo con 72 celdas para 81 internos, por lo que la mayoría duerme en una individual, como es el caso de Cerdán. La semana transcurrida no habrá sido suficiente para acostumbrarse al ruido metálico de las puertas y a esa exasperante vuelta de la llave en la cerradura. Dice Pérez Enríquez que esta es una de las sensaciones más duras, por lo que significa. “Es estremecedor. Una punzada de incredulidad e impotencia”. De pie, mirando hacia la puerta, todo su mundo se encoge en seis metros y su vida queda en suspense.

El primer golpe emocional a su dignidad lo recibió al llegar, con la exploración integral siguiendo las instrucciones de los funcionarios. La desnudez va más allá de lo corporal, algo que queda grabado en la memoria de cualquier recluso. Nos explican los psicólogos que uno de los sentimientos más comunes y que más perduran es el de incredulidad y la tendencia a culpar a los demás de su situación. “A un preso con este perfil le cuesta creer que realmente se pueda encontrar en una cárcel”, indica Gil. De hecho, el pasado jueves 3 de julio, la defensa de Cerdán presentó un recurso ante el Tribunal Supremo solicitando su “inmediata puesta en libertad” al considerar que su prisión provisional vulnera su presunción de inocencia.

“Cada módulo de Soto del Real -explica Gil- funciona como una ciudad autosuficiente. Dispone, entre otros espacios, de un gimnasio, comedor, biblioteca, máquinas expendedoras, y su propio economato donde podrá comprar su propia televisión o una radio”. “Con dinero, en Soto del Real eres dios”, contó un recluso que coincidió en prisión con Luis Bárcenas. Hay zonas que son comunes, pero el uso se organiza en horarios diferentes, de manera que es difícil que Cerdán se encuentre con presos de otros módulos”.

Aunque el módulo 13 se caracteriza por ser de baja conflictividad, hay reclusos condenados o en espera de juicio por delitos comunes. “No hay miedo -indica la psicóloga- porque es un entorno muy controlado, pero esto no significa que a veces puedan sufrir rechazo por parte de otros internos. La prisión es un lugar donde se alborota mucho y los delitos en política suelen ser fuente de conflicto”.

La vida penitenciaria es rutinaria. “En el módulo preventivo no hay acceso a talleres, por lo que la actividad es muy reducida y hay muchas horas de soledad. El modo de afrontarlo depende de la fortaleza de cada uno y de sus circunstancias personales”, señalan. Lamentablemente, hay muy pocos psicólogos funcionarios (seis) para 1.200 reclusos y es muy difícil atender de manera adecuada el estado de cada uno o manejar las situaciones de ansiedad. “A menudo se recurre a la medicación, aunque existe la posibilidad de que los presos se paguen su propio psicólogo solicitándolo de manera formal a la dirección”, añade Pérez Enríquez. La conducta suicida en prisión es una de las principales preocupaciones, señalan los psicólogos, y ante la mínima señal -como dejar de comer o perder las ganas de ver a la familia-, se activa el protocolo antisuicidio.

La jornada comienza a las 7.30 h., momento en el que los presos asean sus celdas y bajan a desayunar. A continuación, tienen un tiempo de actividades y patio. La comida se sirve a las 13.30 h. y posteriormente vuelven a las celdas. Por la tarde, reanudan las actividades y el tiempo de patio. Cenan a las 19:30 h. Y hacia las 21,00 h. se cierran los chabolos. Cada preso puede vestir su propia ropa. A Cerdán, le llevó su abogado un macuto negro el primer día con algunas prendas.

Poco a poco, el preso suele asumir la realidad y la afronta, aunque se queje o enfade. “Echa de menos lo que ha perdido y, sobre todo, duele, además de la falta de libertad, la incomunicación, no saber cómo están realmente sus seres queridos”. Cerdán tiene derecho a diez llamadas semanales de cinco minutos, solo a números previamente autorizados, y al mismo régimen de visitas que el resto. El mismo día de ingreso, recibió la de su abogado, Benet Salellas, y Jacobo Teijelo, también letrado. Un día después, fue visitado por Marta Castro Varela, del mismo bufete de Teijelo, Y el viernes 4 de julio acudieron su mujer, Paqui Muñoz, su hermana y su cuñado.

Santos Cerdán aún no ha sido juzgado. Su situación es provisional, a la espera de que avance la investigación judicial. Si finalmente fuese condenado, podría participar en uno de los programas específicos de delitos económicos. “De momento -concluye el psicólogo-, los días de prisión supondrán una parada vital en la que tomará conciencia de muchas cosas. Con el tiempo, y según transcurra el proceso, tendrá que ir ajustando sus expectativas a la realidad”. ¿Saldrá fortalecido? “Ningún delincuente sale fortalecido de prisión”, zanja Pérez Enríquez.