La madrugada ya había caído sobre El Rincón de la Victoria, un municipio costero a pocos kilómetros de Málaga capital, cuando el autobús de vuelta dejó a dos amigas en la parada. Eran pasadas las cuatro, víspera de festivo, y ellas regresaban cansadas, con el eco de las sevillanas todavía en la cabeza, de esa jornada en la feria del Real del Cortijo de Torres, el gran recinto donde cada agosto se celebran las fiestas malagueñas. El trayecto de vuelta debía ser un cierre tranquilo. No lo fue.
Dos individuos se aproximaron a las jóvenes en un coche. Un punto verde irrumpía y se posaba sobre ellas como una diana. “Nos apuntaron con un láser y nos gritaban putas, zorras”, recuerdan. El láser iba y venía desde un coche que se aproximaba, se alejaba y volvía a aparecer, en un juego intimidatorio que pronto pasó del susto a la amenaza. Ellas aceleraron el paso. Querían llegar cuanto antes: una, a su casa; la otra, a su coche. No iban a separarse.
“Ante la situación de acoso que estábamos viviendo, decidimos ir al coche de una de nosotras, para que en ningún momento ninguna se quedara sola”, cuentan ahora. Pero el coche volvió. Dos hombres, a los que ellas describen de origen magrebí, reaparecieron. La escena se tensó de golpe: carreras y la sensación de no tener escapatoria en plena calle.
“Nos metimos en el coche y entonces empezaron a insultarnos, a gritarnos putas, zorras, guarras….”, relata una de ellas. El puntero láser no cesaba, dibujando destellos sobre el parabrisas. “Se pusieron delante del coche y además de insultarnos nos seguían apuntando con el puntero láser”. Durante unos minutos, el acoso se convirtió en cerco.
Dos acosadores fichados
Llamaron al 112. Ubicación rápida, petición de ayuda. Según su relato, las patrullas llegaron en apenas cinco minutos. Primero, la Policía Local; después, la Guardia Civil. Los dos hombres se esfumaron y las amigas respiraron. Poco. Desde un balcón cercano, dicen, reaparecieron las mismas figuras, con gesto desafiante. Los agentes, según el testimonio de las chicas, les explicaron que eran “reincidentes” y que “estaban fichados”. Uno de esos policías acompañó a una de ellas hasta su domicilio. Otro permaneció junto a a la otra chica en el vehículo y se ofreció a escoltarla.
Historias como esta recorren las noches de fiesta de cualquier ciudad. En Málaga, donde la Feria de Agosto reúne a miles de personas durante más de una semana, el despliegue de seguridad es masivo: este año, el Ayuntamiento anunció más de 650 efectivos diarios, entre Policía Local, Policía Nacional y dispositivos de emergencias, para velar por la convivencia. Es una medida que funciona pero que, aun así, no evita que muchas mujeres vuelvan a casa con el cuerpo en tensión y el móvil en la mano.
Casi todas lo han sufrido
Los datos ayudan a dimensionar el problema más allá del titular. El 98 % de las mujeres asegura haber sufrido acoso callejero alguna vez. En paralelo, los delitos contra la libertad sexual crecieron un 5,7 % en 2024 respecto a 2023. En Málaga, la situación es preocupante: en 2023 se registraron 822 delitos contra la libertad sexual, un 18 % más que el año anterior. Solo en el primer semestre de 2025, la Junta de Andalucía atendió a 185 mujeres víctimas de violencia sexual en la provincia.
Denunciar sigue siendo una decisión difícil y personal. Implica revivir lo ocurrido, enfrentarse a la posibilidad de no ser creída y soportar la espera judicial. Por eso son fundamentales los protocolos policiales y sanitarios, la formación específica de los profesionales, la asistencia jurídica gratuita y la coordinación entre cuerpos de seguridad y juzgados.
Cada acoso, cada llamada al 112, recuerda que aún queda mucho por hacer. La historia de estas dos chicas volviendo a casa de madrugada es una más a añadir a la larga lista de mujeres que lo han sufrido. Una realidad que vuelve a recordar la importancia de las medidas de prevención a la violencia machista.